Corrupci¨®n y legitimidad
Las conductas poco ejemplares de unos individuos no pueden invalidar las demandas democr¨¢ticas de millones de personas
El azar ¡ªo tal vez se trate de un oculto guionista de series apocal¨ªpticas¡ª ha querido que, en estos d¨ªas, las tres formaciones pol¨ªticas con mayor protagonismo en la gobernaci¨®n espa?ola de los ¨²ltimos treinta y tantos a?os (Partido Popular, PSOE y Converg¨¨ncia) se hallen incursas en investigaciones judiciales que proyectan graves dudas, como m¨ªnimo, sobre su respectivo comportamiento ¨¦tico. El PP con el caso B¨¢rcenas y CDC con el caso Palaususcitan serias sospechas de financiaci¨®n irregular, mientras que el caso de los ERE dibuja al PSOE regando su feudo andaluz con una densa red de corruptelas, sisas y compadreos a cargo del erario p¨²blico.
La justicia establecer¨¢ ¡ªesper¨¦moslo¡ª las correspondientes responsabilidades penales, y los electores se cobrar¨¢n con su voto las responsabilidades pol¨ªticas. En todo caso, y centr¨¢ndonos en Catalu?a, no es raro escuchar ¨²ltimamente a ciudadanos bien predispuestos hacia el proceso soberanista expresando su temor de que el caso Palau, u otros de parecida naturaleza, puedan deslegitimar y desacreditar aquel proceso, de que los episodios de corrupci¨®n minen la demanda del derecho a decidir. El ultraespa?olismo medi¨¢tico lleva largo tiempo intent¨¢ndolo: todos esos separatistas de la nueva hornada s¨®lo quieren el Estado propio para dotar de impunidad sus choriceos, sus evasiones y sus cuentas suizas¡
Ser¨ªa maravilloso vivir en pa¨ªses libres de corrupciones, pero esos no se hallan en nuestras latitudes
Examinemos el asunto con la mayor frialdad. ?Alguien ha dicho o dir¨¢ que, cuando el PP convierte en dogma de fe la intangibilidad de la Constituci¨®n de 1978, es porque esta le asegura un sistema legal y judicial con el que conf¨ªa salir bien parado de los sumarios que le asedian? La pr¨®xima vez que el presidente Rajoy comparezca en las Cortes para rechazar de plano la posibilidad de una consulta de autodeterminaci¨®n pactada en Catalu?a, ?los grupos de la oposici¨®n y la prensa independiente considerar¨¢n que su firme defensa de la unidad de Espa?a est¨¢ deslegitimada por los papeles de B¨¢rcenas? Si el PSOE niega a los catalanes el derecho a decidir, ?a alguien se le ocurre relacionar este posicionamiento con el fraude de los ERE?
Ayer, este diario desvelaba que el presidente del Tribunal Constitucional, Francisco P¨¦rez de los Cobos, pag¨® por lo menos hasta 2011 cuotas de militante al PP, contraviniendo la ley, la ¨¦tica y la est¨¦tica. Y bien, ?invalida eso las resoluciones que el Tribunal ha tomado con respecto a Catalu?a en los ¨²ltimos dos a?os y medio, siendo ¨¦l magistrado? ?Invalidar¨¢ la futura sentencia sobre la declaraci¨®n soberanista del Parlament, que se va a dictar bajo su presidencia?
Ser¨ªa maravilloso, ciertamente, vivir en pa¨ªses libres de corrupciones e irregularidades donde personas, partidos e instituciones fuesen siempre intachables; pero esos pa¨ªses no se hallan en nuestras latitudes. As¨ª las cosas, las conductas poco ejemplares de unos individuos o de unas organizaciones no pueden en modo alguno desautorizar o invalidar las demandas democr¨¢ticas de millones de personas.
Parece obvio que una gran mayor¨ªa de espa?oles quieren mantener la estructura pol¨ªtica del Estado tal como es hoy. Y si, carcomidos por sus esc¨¢ndalos, PP y PSOE flaqueasen en la defensa de esa idea unitaria de Espa?a, ah¨ª est¨¢ UPyD (a la que algunos sondeos atribuyen ya m¨¢s de 30 esca?os) para tapar la brecha. Simili modo, hay indicios para pensar que existe en Catalu?a (de eso se tratar¨ªa, de comprobarlo) una mayor¨ªa social soberanista. Y si, por la raz¨®n que fuese, las personas y las siglas que hoy encabezan esa mayor¨ªa cayeran, otras personas y otras siglas ¡ªya existentes, o de nueva planta¡ª llenar¨ªan el espacio vacante.
Ya no estamos en la pol¨ªtica de ¨¦lites del siglo XIX, cuando ¡ªpor ejemplo¡ª un esc¨¢ndalo de adulterio fulmin¨® la carrera del l¨ªder nacionalista irland¨¦s Charles Stewart Parnell en 1890 y, con ello, fren¨® la lucha por el autogobierno de la isla durante dos d¨¦cadas. ?Cu¨¢ntas decenas de pol¨ªticos imputados hay ahora en Catalu?a? Pues, aunque fuesen diez veces m¨¢s, no llegar¨ªan ni al 0,05% de las personas que se manifestaron el 11-S, o que votaron soberanista el 25-N.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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