Rechazo itinerante de la caridad
Unos 30 rumanos acampan desde hace meses junto a la plaza de Espa?a Estos trashumantes rechazan las ayudas sociales. Viven de la chatarra y limosnas
Mira a la izquierda, mira r¨¢pidamente a la derecha. Y si no hay nadie cerca, levanta la tapa de la alcantarilla. Pero si escucha algunos pasos, espera, brevemente, unos pocos segundos. De nuevo vuelve a agarrar con su mano derecha la alcantarilla y saca una bolsa de basura a punto de reventar. De ella sobresalen, aunque intente evitarlo, mantas azules, un colch¨®n viejo, cartones y telas de colores. Cuelga el macuto a su hombro, camina unos 40 pasos y llega a los jardines de Ferraz, junto a la plaza de Espa?a para acampar. Una rutina, que seg¨²n cuentan varios vecinos, lleva haciendo desde hace m¨¢s de cinco meses. Saca todo. Lo extiende sobre la tierra. Y comienza a hablar en rumano. En el mismo idioma que las m¨¢s de treinta personas que hay a su alrededor.
Antes de las siete de la ma?ana, la gran mayor¨ªa de estos rumanos intenta descansar entre el c¨¦sped y la dura tierra del parque. O bien sobre edredones y mantas. O encima de colchones. Generalmente en parejas. Mohamed, de 20 a?os y natural de Constanza, ciudad situada a 200 kil¨®metros de Bucarest con m¨¢s de 300.000 habitantes, apura su cigarrillo solo. Tumbado. Con la espalda pegada a la verja de la escultura al Pueblo del Dos de Mayo de 1808 que viste la plazoleta. Junto con su madre, seg¨²n cuenta, lleg¨® hace un par de meses a Madrid. ¡°Vine en un microb¨²s¡±, chapurrea en castellano. ¡°Al acabar el d¨ªa solemos dar cinco euros cada uno a nuestro jefe. Yo me dedico a limpiar los cristales debajo de ese puente, como la mayor¨ªa¡±, dice.
¡°Este grupo itinerante de gitanos rumanos es conocido por nosotros desde hace mucho tiempo. Aunque suene duro decirlo, la mendicidad es su forma de vida y no quieren cambiarla. No hay mafias, ellos prefieren vivir as¨ª¡±, sostiene el director del Samur Social, Dar¨ªo P¨¦rez. ¡°El ejercicio solidario de la limosna les perjudica, es preferible que la gente d¨¦ dinero a las ONG pero no a ellos, tienen que darse cuenta de que esto tiene que cambiar¡±.
Los comerciantes de la zona est¨¢n ¡°hartos de tanta suciedad¡±. Heriberto Rosales es el propietario de la tienda Riber Bike y cada ma?ana, cuenta, respira un olor ¡°terrible¡±. Un hedor que proviene del paso subterr¨¢neo, ya cerrado, que un¨ªa los jardines de la plaza de Espa?a con los jardines de Ferraz. Ah¨ª, sobre la rampa de cemento, hacen sus necesidades. ¡°Nos piden agua y se la damos. Pero no paran de molestar a nuestros usuarios. E incluso hace unas semanas robaron un m¨®vil a una se?ora¡±, afirma Galina Pel¨ª, gerente del restaurante Mel¨¦, pegado a la cuesta.
Estos trashumantes rechazan las ayudas sociales. Viven de la chatarra y limosnas
¡°No es insolidaridad, es higiene. Llevan durmiendo aqu¨ª desde hace meses, dejan todo hecho un asco y encima hacen sus necesidades en plena calle¡±, manifiesta Beatriz, una vecina de 71 a?os, mientras sostiene la denuncia que interpuso hace m¨¢s de una semana en comisar¨ªa. ¡°?Es que nadie va a hacer nada?¡±.
A las ocho de la ma?ana la acampada comienza a levantarse. Hay 16 mujeres, todas vestidas con faldas largas de colores y pa?uelos reci¨¦n mojados que colocan, de manera coqueta, en sus largos y descuidados cabellos. Los varones, alrededor de 15, en pantalones cortos y camisetas deste?idas, van recogiendo lo esencial: colchones y telas. El resto, cartones, botellas de pl¨¢stico, restos de comida y litronas, queda sobre el c¨¦sped. Sin limpiarse. Chanclas rotas y barbas de varios d¨ªas. Miradas perdidas y rostros con dejadez y cansancio. La mayor¨ªa no quiere hablar. Solo piden algo para comer apuntando con la mano la boca. Caminan hacia el local Nemmut Kebab donde acuden, por parejas, con un vaso de pl¨¢stico. ¡°Ellos no hablan mi idioma y vienen aqu¨ª desde hace un a?o. Me dan el dinero y les doy caf¨¦ o leche, atiendo a unos 12 o 13 cada d¨ªa¡±, afirma la camarera, que pide no dar su nombre.
Alberto, jardinero municipal desde hace m¨¢s de 12 a?os, trabaja en la zona del Templo de Debod. No tiene dudas: ¡°Dejan esto hecho un asco, cada d¨ªa llenamos un cami¨®n, mira, mira¡±.
El Ayuntamiento de Madrid cuenta este a?o con un presupuesto de 1,3 millones de euros destinados al programa Intervenci¨®n Socio-comunitarias con Familias Inmigrantes. Este proyecto cuenta con dos centros de acogida en la capital con capacidad para un total de 52 familias: el Centro Abierto de Acogida San Roque y el de Valdelatas. Este colectivo rumano itinerante se niega a acudir a estos centros, seg¨²n el Samur Social.
Treinta minutos pasan de las ocho de la ma?ana y los m¨¢s de treinta rumanos, despu¨¦s de tomar el vaso de leche, se sientan alrededor de un banco de cemento cercano a la parada de Metro de Plaza Espa?a. Una breve tertulia.
Y a las nueve, con el sol radiante de Madrid, se dispersan por las callejuelas del centro, por la Puerta del Sol, y por la Gran V¨ªa, para pedir, para limpiar los cristales de los coches, para comenzar una nueva jornada de limosnas. Y a eso de las ocho de la tarde, otra vez de vuelta a los jardines de Ferraz. Otra vez la rutina. Otra vez a levantar las alcantarillas.
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