Fandi?o, ?que tomen nota!

?Y Fandi?o se qued¨® sin puerta grande. ?Por qu¨¦? No lo sabe nadie. Me imagino que ni el presidente de la plaza, uno de los pocos, muy pocos, capaces de no dar las dos orejas a Iv¨¢n Fandi?o en su primer toro. Quiz¨¢s fue un arrebato de presidente, como esos que les dan a los entrenadores de f¨²tbol cuando llega un partido importante y dan la nota con un cambio en la alineaci¨®n y la pifian.

Pues eso debi¨® de ser, porque razones para no otorgarle las dos orejas no hay ninguna, por mucho que se las invente. Porque en Bilbao se vio toreo del bueno, del hondo, del macizo, del importante; no la pantomima del toreo moderno, el de pas¨¢rselo cuanto m¨¢s lejos mejor. Quiz¨¢s fuera eso, que el presidente tuvo un ataque de modernidad y no se dio cuenta de que el toreo de verdad es el de pasarse el astado por la faja y llevarlo hasta detr¨¢s de la cadera. Claro, que si el lunes le premi¨® con dos orejas a El Juli por el trasteo m¨¢s despegado que se puede realizar no pod¨ªa premiar al vizca¨ªno de igual manera.

Lo cierto es que Mat¨ªas Gonz¨¢lez, presidente de Bilbao, fue ecu¨¢nime: si le pareci¨® que El Juli tore¨® bien, lo de Fandi?o le tiene que parecer malo. No hay vuelta de hoja. Cosas tan diferentes no pueden ser igual de buenas. El vizca¨ªno se pas¨® a su primer toro cerca, tragando en cada muletazo, porque el toro era bravo, pero hab¨ªa que estar muy firme y tocarle a mitad del muletazo para que se rompiese. Hubo derechazos de buen trazo, con m¨¦rito, naturales de los que ruge el tendido y un desarme antes de hacer un final de faena con una sensacional tanda por cada mano.

Del ?lamo tambi¨¦n cort¨®

Y la estocada, a ley, por delante, sin saltos ni escapadas y hasta la bola. ?Dos orejas? Pues no, una; vaya usted a saber por qu¨¦. No hubo toreo despegado, ni sac¨¢ndoselo hacia afuera, ni muletazos en l¨ªnea recta ni alivios cuando el toro cabeceaba. Ese quiz¨¢s fue el problema, que hubo mucha verdad. Y no estamos acostumbrados. Por todo eso, se fue Fandi?o a pie de la plaza de Bilbao, cuando debi¨® salir en hombros. Juan del ?lamo tambi¨¦n sac¨® buena nota. Le tocaron dos buenos jandillas, con mucho que torear, y aunque pudo sacar m¨¢s, dio la talla.

Le falt¨® la natural experiencia para solventar la exigente bravura de su lote. En el tercero cort¨® oreja despu¨¦s de una faena que fue de m¨¢s a menos, porque comenz¨® bien, pero hab¨ªa que aguantar mucho en cada muletazo y al salmantino le falt¨® cuajo para reventar. Normal, es un torero de muy buenas maneras a¨²n por crecer, como lo volvi¨® a demostrar en el sexto, con el que quiso pero no acab¨® de imponerse. Entre ellos, actu¨® Juan Jos¨¦ Padilla, una triste caricatura de aquel valeroso y potente torero. No tiene las m¨ªnimas facultades f¨ªsicas como para enfrentarse a un toro y se not¨®.