Buenos victorinos no aprovechados
S¨®lo Urdiales estuvo a la altura, mientras que Ferrera y Cid se dejaron ir a un buen lote
Otra tarde m¨¢s en que se debi¨® abrir la puerta grande de Bilbao. Aunque la semana ha discurrido con ese particular tono pesimista de los aficionados, lo cierto es que casi todos los d¨ªas ha habido toros para realizar faenas importantes. Y la corrida que cerr¨® el ciclo no fue menos. Victorino Mart¨ªn trajo a Bilbao cinco toros m¨¢s que aprovechables y uno, el quinto, que con sus dificultades derroch¨® emoci¨®n. La l¨¢stima fue que en esta ocasi¨®n los toreros no supieron sacarles todo el jugo. Tan s¨®lo Diego Urdiales estuvo a la altura de sus oponentes y no en vano se llev¨® la ¨²nica oreja del festejo.
La ficha
VICTORINO / FERRERA, URDIALES Y CID
Seis toros de Victorino Mart¨ªn, bien presentados excepto el peque?o sexto, nobles y de buen juego. Antonio Ferrera: dos pinchazos y casi entera (saludos) y estocada haciendo guardia y descabello (vuelta con petici¨®n). Diego Urdiales: estocada corta y descabello (oreja), tres pinchazos y descabello (saludos). El Cid: media estocada ca¨ªda (silencio) y pinchazo y buena estocada (saludos). Bilbao, 25 de agosto de 2013. Media entrada. ?ltima de las Corridas Generales.
El en¨¦simo trofeo del riojano en Bilbao, pero no le servir¨¢ para mucho m¨¢s que para seguir relegado a la corrida del olvido, la del ¨²ltima d¨ªa ahora con los victorinos. As¨ª est¨¢ montado el sistema taurino, que seguir¨¢ premiando a quienes no han sido capaces en su paso por Vista Alegre. Urdiales recet¨® unas buenas ver¨®nicas a su primero, al que luego despach¨® naturales y derechazos con relajo, aprovechando la nobleza del animal, un toro al que le falt¨® algo de transmisi¨®n para que el p¨²blico entrase en la faena del de Arnedo con m¨¢s fuerza.
El quinto? fue el ¨²nico
El hecho de que se pusiera a llover con fuerza cuando cuadr¨® para entrar a matar tampoco ayud¨® para calentar los tendidos, m¨¢s pendientes de comenzar la huida en busca de cobijo que de sacar pa?uelos. Acert¨® con el descabello despu¨¦s de haber recibido un golpe al salir de la estocada y el trofeo pareci¨® justo. En el quinto hubo m¨¢s complicaciones; fue el ¨²nico de los victorinos reserv¨®n y que no quiso entregarse. Uno de los toros de la feria se lo llev¨® Ferrera. El cuarto, de nombre Gallareto, con el que el extreme?o nunca se puso confiado ni cruzado ni de verdad. Este ejemplar adem¨¢s de la nobleza y calidad de sus hermanos ten¨ªa un tranco que transmit¨ªa a los aficionados en cada muletazo. Destac¨® en un par al quiebro con el que cerr¨® el tercio, pero con la muleta se fueron diluyendo las condiciones del toro en un trasteo sin sentido.
Adem¨¢s, no acert¨® con el acero en un feo espadazo que asomaba. Una l¨¢stima, porque Ferrera ya hab¨ªa demostrado en el primero que no era su d¨ªa. M¨¢s pinturero que reposado altern¨® naturales bajos con pases despegados y eso que ese Victorino que abri¨® el festejo tambi¨¦n apunt¨® buenas maneras. La imagen que define c¨®mo estuvo El Cid se vio tras doblar el sexto. Para cuando fue arrastrado, el sevillano ya estaba con el capote de paseo esperando para irse de la plaza. Le obligaron a saludar tras una actuaci¨®n en la que mostr¨® su falta de sitio en la actualidad para lidiar a estos toros, aunque sean nobles y con la calidad que le tocaron en suerte. Nunca se cruzo, le falt¨® confianza; est¨¢ muy lejos de aquel Cid que conquist¨® Bilbao con una encerrona ante seis victorinos.
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