Las buenas noticias
El posible gobierno del tripartito ya no se confunde con el caos por m¨¢s que se obstinen los voceros populares.
Han convertido el vivir de cada d¨ªa en una queja que no se acaba ni tiene visos de acabar, por m¨¢s que el gobierno de Madrid detecte signos alentadores de cambio donde no percibimos otra cosa que desesperanza. De ah¨ª que los damnificados de la crisis celebremos con fruici¨®n aquellas noticias o sucesos que sacuden o al menos amenizan el sombr¨ªo panorama que nos agobia. Por eso ha sido celebrado sin recato el fracaso del proyecto ol¨ªmpico madrile?o, esa apuesta alentada por gentes bien cebadas que, al parecer, no pisa la calle ni se ha enterado de la depresi¨®n que la habita. Al PP, tan propenso a los grandes eventos, donde ciertamente tanto se ha robado, le ha salido en esta ocasi¨®n el tiro por la culata, qued¨¢ndose sin coartada para vendernos el man¨¢ que promete. En esta Comunidad sabemos bien de qu¨¦ va eso de estirar m¨¢s el brazo que la manga.
Pero no todos los eventos fracasan. Ha sido un gozo la cadena humana que los catalanes trazaron el mi¨¦rcoles pasado entre Le Perthus y Alcanar para conmemorar la Diada. No nos emociona ning¨²n nacionalismo ¡ªbueno, excepto el palestino y el kurdo, que son otra cosa¡ª, pero nos euforiza esa manifestaci¨®n c¨ªvica y l¨²dica de un pueblo que no renuncia a su fibra hist¨®rica y querencia pol¨ªtica, que es conquistar el derecho a decidir su independencia. No es, sin embargo, esta reivindicaci¨®n lo que queremos glosar en estas l¨ªneas, sino la viveza de esa movilizaci¨®n social en contraste con la abdicaci¨®n en que anda sumido el vecindario, mudo, perplejo o vencido ante la poda de recursos y calculado desguace que est¨¢ padeciendo la sanidad, la ense?anza y, en suma, el estado de bienestar. Rescatar y salvar este patrimonio social bien merece tomar la calle aunque al ministro Jos¨¦ Ignacio Wert, tan provocador, pueda parecerle una ¡°fiesta de cumplea?os¡±.
Buena noticia nos parece asimismo que un cogollo de entidades valencianas, en el que figuran sus cinco universidades p¨²blicas, la Asociaci¨®n Valenciana de Empresarios, fundaciones y sociedades civiles haya acordado colaborar para mejorar la imagen de la Comunidad. Ardua y demorada tarea en la que tendr¨¢n que emplearse a fondo, habida cuenta de la degradaci¨®n padecida por ¨¦sta despu¨¦s de tantos a?os de tolerancia, cuando no complicidad, con el plantel de botarates e incompetentes ¡ªcon pocas y relevantes excepciones¡ª que, desde el Gobierno, han confundido la Comunidad con un bot¨ªn y tomado la democracia como mera coartada para sus delirios y enredos. Todo eso se sabe por esos mundos y en ese dem¨¦rito se nos tiene. Por cierto, ?entre ese egregio grupo c¨ªvico de enlucidores de imagen no tiene nada que decir la izquierda pol¨ªtica o algunos de sus representantes?
Hablemos de la izquierda a prop¨®sito de los vientos de popa que le soplan. Su cotizaci¨®n como relevo al frente de la Generalitat sube en la misma medida que se encoge la del PP. El posible gobierno del tripartito ya no se confunde con el caos por m¨¢s que se obstinen los voceros populares. El caos es hoy patrimonio de los conservadores, hueros de ideas, dirigentes y programa. En realidad ¡ªy en eso coincidimos con Pere Mayor, veterano exdirigente del Bloc¡ª a la izquierda le basta con no meter la pata en los pr¨®ximos meses para que el triunfo electoral le caiga como una fruta madura. Ser¨ªa un festorro para cuantos, por edad y escepticismo, dudamos en volver a verla gobernar. Esa es la buena noticia que nos ameniza las expectativas. La mala ser¨ªa el legado que deja la derecha.
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