Contorsi¨®n y vac¨ªo en el solo bailado
En 'Realidad Invisible', los juegos de transparencias y superposiciones abren una v¨ªa que no es explotada suficientemente
Seg¨²n el dossier de la obra, el argumento gira en torno a dos mujeres que son una sola. Una pantalla de material muy sutil, casi transparente (en realidad un pabell¨®n de gasa), ocupa la median¨ªa del peque?o escenario, con lo que crea una estancia adicional, si se quiere, un segundo palco; al mismo tiempo, reduce considerablemente la planimetr¨ªa disponible para la artista. En esa superficie vertical y blanca, un v¨ªdeo intenta por momentos explicar la duplicidad, especie de Jano que da la urdimbre dram¨¢tica, pero sin dibujar una historia, dej¨¢ndolo todo en el marco de las sugerencias abiertas. Catalina Carrasco viene de Palma de Mallorca y este solo ha sido premiado en otros puntos de Espa?a.
El espect¨¢culo tiene un sabor retro, parece una performance de los a?os setenta o de principios de los a?os ochenta del siglo pasado, esas que tanto gustan a Gilles Lipovesky y sus entusiastas seguidores, donde hay algo de caos funcional, donde se genera una atm¨®sfera de cierto desconcierto; esto quiz¨¢s pueda deberse a la experiencia formativa de Miranda, que ha tocado muy diferentes estilos contempor¨¢neos. Como tal g¨¦nero ecl¨¦ctico, deriva a una formulaci¨®n cr¨ªptica que se salva parcial y esc¨¦nicamente por la fuerza interior y propia de algunas im¨¢genes. En resumen, la pieza habla tambi¨¦n de desdoblamiento.
Empieza con un largo ejercicio de suelo a manera de introducci¨®n. En el primer v¨ªdeo, m¨¢s narrativo que el resto de la exposici¨®n, aparecen las dos bailarinas entrelazadas, casi sugiriendo esa acci¨®n de transformaci¨®n en otro, de habitar en ajeno. Aqu¨ª la imagen no establece una conexi¨®n pl¨¢stica evidente con la bailarina en vivo, lo que s¨ª sucede en el segundo fragmento, m¨¢s elaborado y cargado de expl¨ªcitos s¨ªmbolos sexuales y psicol¨®gicos: la ni?ez, el descubrimiento del sexo, la dislocaci¨®n de un imaginario bastante perturbador donde hasta cabe una alusi¨®n al peso de la religi¨®n. Sobre un fantasma filmado, se manifiesta una fantas¨ªa corporeizada.
Pero a los 20 o 25 minutos a la bailarina en vivo se le han agotado los recursos y todo se hace denso y opresivo, lo que indica que la obra necesita s¨ªntesis y cortes, concreci¨®n. En esta tesitura, su movimiento se vuelve impreciso, algo que si es intencionado, resulta un error de c¨¢lculo desde el punto de vista teatral.
Hacia el final, otra vez aparecen las alusiones a los rituales ¨ªntimos y solitarios, y es donde el filme cobra un cierto protagonismo. Hay una declaraci¨®n expresa de alejarse del equilibrio formal y del concepto de estabilidad funcional, a ello suma una banda sonora inquietante y poco amable que ni siquiera es comunicativa machacando secuencias de sintetizador.
El juego de transparencias y superposiciones, que en alg¨²n momento llegan a establecer un di¨¢logo entre la imagen filmada y la real, abren una v¨ªa que no es explotada suficientemente. Se se?ala y se abandona, como si no se supiera ad¨®nde se quiere llegar realmente.
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