Hablar por hablar
La ¨²nica respuesta de Rajoy a Mas es una apelaci¨®n al di¨¢logo advirtiendo de que no hay nada que dialogar
Primero vino la ex¨¦gesis y despu¨¦s la carta de Mariano Rajoy a Artur Mas, en una clara inversi¨®n de la l¨®gica del proceso interpretativo. El viernes, la vicepresidenta S¨¢enz de Santamar¨ªa, en funciones de precursora, dijo como deb¨ªa interpretarse el texto: no, rotundamente no, al refer¨¦ndum y a la reforma constitucional, s¨®lo cabe negociar cuestiones de financiaci¨®n. Y el s¨¢bado la carta vio la luz: un encadenado de eufemismos y frases insustanciales conforme a la idea de la pol¨ªtica del abajo firmante: el desprecio absoluto a los proyectos y a las ideas.
La carta de Rajoy es una suma de lugares comunes endulzados con sacarina. Di¨¢logo sin fecha de caducidad; exigencia de lealtad institucional y respeto del marco jur¨ªdico; inter¨¦s general de todos los espa?oles; huir de los enfrentamientos; corresponsabilidad en las dos direcciones; juntos ganaremos, separados perderemos. Bla, bla, bla. Los franceses lo llaman langue de bois. Evidentemente, a la hora de analizar la carta pesar¨¢n m¨¢s los prejuicios que la nulidad del texto. Aquellos que sue?an desesperadamente con un pacto para recuperar el status quo cuestionado por el independentismo y que, confundiendo sus deseos con las realidades, se inventan una negociaci¨®n cada d¨ªa, ver¨¢n en las ambig¨¹edades de Rajoy todo tipo de se?ales de esperanza. No cierra ninguna puerta, dicen, aunque m¨¢s bien las mantiene todas con el pestillo puesto. Los que creen que el di¨¢logo es imprescindible para que el proceso, sea cual sea su resultado final, se produzca en t¨¦rminos civilizados y democr¨¢ticos, la ver¨¢n con seria preocupaci¨®n, porque confirma la imposibilidad de que el Gobierno espa?ol acepte el refer¨¦ndum que a estas alturas es quiz¨¢s ya el ¨²nico punto de encuentro. Y los que quieren quemar etapas a la mayor velocidad, la interpretar¨¢n como un no rotundo a cualquier opci¨®n de pacto, como la confirmaci¨®n de que ya ha llegado la hora de que cada cual siga su camino y ya nos encontraremos en el momento del choque.
Mas planteaba una cuesti¨®n central: la autorizaci¨®n para hacer un refer¨¦ndum legal. Rajoy no hace ni una sola menci¨®n directa a esta petici¨®n.
A m¨ª, personalmente, la carta me parece una burla, propia de una persona incapaz de cumplir las cl¨¢usulas elementales del comportamiento democr¨¢tico: la urbanidad, el respeto, la pol¨ªtica. Hay unas normas b¨¢sicas de educaci¨®n ¡ªurbanidad, se llamaba en los manuales escolares¡ª que, por lo visto, el presidente del Gobierno desconoce. Primera: contestar las cartas en tiempo razonable. Segunda: responder a las cuestiones que las misivas recibidas plantean. Es la m¨ªnima atenci¨®n que merece el interlocutor, salvo que se le considere indigno de consideraci¨®n. Rajoy ha tardado mes y medio. Y lo ¨²nico que podr¨ªa justificar tal dilaci¨®n, el an¨¢lisis jur¨ªdico de las cinco opciones de refer¨¦ndum legal que suger¨ªa Artur Mas, lo deja pendiente, como si los servicios jur¨ªdicos del Estado se hubiesen contagiado de su proverbial indolencia. Mas planteaba una cuesti¨®n central: la autorizaci¨®n para hacer un refer¨¦ndum legal. Rajoy no hace ni una sola menci¨®n directa a esta petici¨®n.
Podr¨ªa haber un argumento pol¨ªtico para justificar el retraso, dejar pasar el 11-S para evaluar mejor la situaci¨®n pol¨ªtica de Catalu?a. Ah¨ª viene la falta de respeto: ni una sola referencia a una movilizaci¨®n de centenares de miles de personas, ni una sola alusi¨®n a las razones socio-pol¨ªticas de la demanda de Mas. Lo que no gusta no se menciona, como si as¨ª pudiera borrarse de la realidad. ?Puede realmente creer el presidente que aquello de lo que ¨¦l no habla no existe? El s¨ªndrome de la Moncloa hace estragos en la p¨¦rdida de sentido de las cosas. El presidente ha hecho de este modo de actuar un estilo: ni la palabra refer¨¦ndum, ni la palabra Via catalana, igual que en otro campo se ha pasado meses eludiendo la palabra B¨¢rcenas. No hay peor manera de afrontar un problema pol¨ªtico que negar la realidad. Rajoy act¨²a como si la realidad fuera le ley y se parapeta detr¨¢s de ella.
En fin, ni una sombra de propuesta pol¨ªtica en la carta de Rajoy. Ni una sola idea. Ni una alternativa a la propuesta de refer¨¦ndum. Ni algo que se pueda parecer a un proyecto pol¨ªtico que pudiera atraer a los catalanes y alejarles del soberanismo. Ni un horizonte posible de reforma del marco pol¨ªtico y jur¨ªdico. Nada de nada. Cuando el sistema pol¨ªtico espa?ol est¨¢ gripado, metido en una profunda crisis a todos los niveles, cuando desde Catalu?a se plantea una propuesta de cambio radical de la estructura del Estado, una carta como la de Rajoy, ?no es una burla? La ¨²nica respuesta que ofrece es hablar por hablar. Dialogar, advirtiendo que no hay nada que dialogar.
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