Ch¨¦jov y la fricci¨®n de los contrarios

Un ch¨¦jov escasamente conocido en Espa?a, en una puesta en escena esencial, con una direcci¨®n de actores sobresaliente. El duelo (no confundir con Un duelo, comedia en un acto, m¨¢s conocida como El oso) es una novela breve sobre la improbabilidad de materializar los deseos, la fuerza de la inercia y la irrupci¨®n inesperada del cambio. Su t¨ªtulo se refiere al antagonismo violento que mantienen Andr¨¦i, funcionario que un d¨ªa crey¨® hallar¨ªa la felicidad mud¨¢ndose a orillas del Mar Negro con su amante casada y ociosa (y ahora solo anhela abandonarla), y Von Koren, zo¨®logo eugenista, convencido de que la especie mejorar¨ªa si a la gente voluble, ast¨¦nica y perezosa como Andr¨¦i se le rebanara el pescuezo antes de que procrease.

La versi¨®n del Teatro de Arte de Mosc¨² no deja suelto cabo alguno de la novela, y el montaje de Anton Yakolev respira una verdad teatral donde el medido artificio coreogr¨¢fico (los desplazamientos y el movimiento en general siguen una direcci¨®n inesperada siempre) resulta org¨¢nico en la interpretaci¨®n de un elenco que, a pulso, se va ganando nuestra simpat¨ªa y todo nuestro cr¨¦dito.

El Von Koren de Evgeni Miller, por la as¨¦ptica frialdad y la convicci¨®n con que procede, parece un cruce entre Solioni y una r¨¦plica paneslava del coronel psiquiatra Antonio Vallejo-N¨¢jera, y el Andr¨¦i de Pavel Levkin, es un camelista encantador pero emocionalmente inconsistente, como el veleta Gerry de Bailando en Lughnasa.

El espect¨¢culo sigue esa l¨ªmpida directriz cl¨¢sica de la escuela rusa, pero tambi¨¦n est¨¢ atravesado por un aire m¨¢s expresionista en la soberbiamente resuelta escena en la que Andr¨¦i corre sobre las sillas y por entre el elocuente tel¨®n de maromas para ser testigo de la infidelidad de su amante. Hay un rosario de hermosas lecciones de teatro contenido, certero, respirado y sin concesiones a la espectacularidad en este Duelo de tres horas que se va abriendo hueco a berbiqu¨ª en el coraz¨®n del p¨²blico, en los dos formidables mon¨®logos de Levkin y en el demoledor de Mar¨ªa (Olga Vasil'eva) ante la cada vez m¨¢s l¨ªvida Nadiezhda (Natalia Rogozhkina), resuelto con punzante humor.

Brillantes tambi¨¦n, la resoluci¨®n del desaf¨ªo, la conciliaci¨®n imprevista, la incierta partida en un fr¨¢gil bote, el di¨¢logo filos¨®fico gastron¨®mico entre el di¨¢cono y el t¨¢rtaro y ese comprometido fiel de la balanza interpretado por Dmitri Nazarov.