Son los derechos, est¨²pido
Los gobiernos se arrogan el ¡®trade mark¡¯ de decidir qu¨¦ es democracia y qu¨¦ no
Cada d¨ªa se emite mucha informaci¨®n sobre el proceso catal¨¢n, con tantas variaciones sobre el tema que, en verdad, parece que algo se mueve. ?Algo se mueve? ?Qu¨¦ se mueve?
En los medios tienden a convivir/enfrentarse, dos puntos de vista. El primero consiste en una defensa de la democracia espa?ola frente a la idea de derecho a decidir. Trailer: la democracia son reglas no opinables. Es un pacto que posibilita la convivencia. La democracia, se ha dicho, es como un sem¨¢foro. Lo que confiere m¨¢s derechos, pongamos, a la Direccci¨®n General de Tr¨¢fico, o como se llame el tipo que pone los sem¨¢foro, que a los peatones. Este punto de vista no es nuevo. Tiene 35 a?os. Consiste en otorgar el trade mark democracia a los gobiernos, que van accionando el sem¨¢foro que indica qu¨¦ es democracia o qu¨¦ no. Sin control alguno. Acabar con el Bienestar es democracia. Pedir un refer¨¦ndum, pues no. Depende. Del se?or del sem¨¢foro. Curiosidad filol¨®gica: en la Barcelona del XIX existi¨® una pol¨¦mica en la que un bando opt¨® por ese mismo punto de vista. Fue a trav¨¦s de art¨ªculos y proclamas sobre el abolicionismo. Los antiesclavistas utilizaban como argumento variaciones del pack libertad, igualdad y fraternidad. Los esclavistas alud¨ªan a las reglas de la realidad ¡ªla realidad, snif, era ya un sem¨¢foro incluso antes del invento del sem¨¢foro¡ª, pactadas en un libro sagrado que, sorprendentemente, no era la Constituci¨®n, sino la Biblia.
La otra escuela informativa es, curiosamente, similar. Emite la defensa del derecho a decidir o, incluso, la independencia, pero se delega la interpretaci¨®n de todo ello al Govern, que decide y gestiona el asunto. Como la democracia espa?ola, el derecho a decidir tampoco es opinable. Es un sem¨¢foro, que en las ¨²ltimas semanas, est¨¢ adquiriendo la tonalidad roji-¨¢mbar de una consulta con pregunta creativa o, incluso, de unas elecciones plebiscitarias, concepto que, como el carquinyoli, es duro y ocurrente, pero que costar¨¢ exportar a paladares elaborados.
En esta obra de contrareforma del sem¨¢foro, han participado dos gobiernos con cultura y obra com¨²n
Bueno. Ambos puntos de vista, que me temo se alinean con sendos puntos de vista gubernamentales ¡ªlo que invita a intuir un periodismo espa?ol y catal¨¢n muy parecidos/una misma po¨¦tica vertical del intelectual o de la cultura¡ª, han posibilitado algo inaudito desde 2011. Que el Gobierno exista. O, al menos, cierta capacidad de dos gobiernos, seriamente desautorizados por sus pol¨ªticas contrareformistas, para fijar marcos. Un chollo, si pensamos que, cuando empez¨® la crisis, en 2008, los pol¨ªticos fijaban en petit comit¨¦ que durar¨ªa hasta 2015. El problema era llegar a esa fecha. Y parece que lo han solucionado. En 2015, el cambio de sistema ya ser¨¢ efectivo. Podremos acceder al trabajo por menos salario y derechos que en 2007, y los gobiernos, que ya no facilitan bienestar, podr¨¢n pagar deuda y, por el mismo precio, seguir con sus negocios ¡ªel caso de la Sanidad catalana, del que casi ning¨²n medio habla, es paradigm¨¢tico¡ª. En esta obra de contrareforma del sem¨¢foro, han participado dos gobiernos con cultura y obra com¨²n. Que ahora, por fin, tienen capacidad de agenda. Que informa de cambios que es poco probable que ocurran. Esos gobiernos, en fin, son el R¨¦gimen. No lo modificar¨¢n.
Ignoro qu¨¦ piensan los manifestantes del 11-S. De hecho, no pueden vertebrar su opini¨®n ni su fuerza en ning¨²n sitio, salvo en esas manifestaciones y, cada cuatro a?os, votando partidos ¡ªy a eso se le llama crisis de representatividad¡ª , que gestionan un sem¨¢foro que no se pone rojo en el trance de desguazar la democracia. Cabe deducir que no todos se manifestaron para darle la raz¨®n al Govern, y que muchos unen el derecho a decidir a otros derechos, a una percepci¨®n de crisis inaudita de la democracia, a un cambio. Y que, por ello, se enfrenta a dos gobiernos. Defender la democracia hoy, no es adorar los sem¨¢foros. Es luchar por los derechos. El derecho a decidir, es uno. Sin derechos, s¨®lo es propaganda gubernamental.
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