Gin¨¦s S¨¢nchez gana el Tusquets con unos personajes malos de ¡°¨¢cido sulf¨²rico¡±
El autor murciano sigue la estela formal de su inquietante primera novela, ¡®Lobis¨®n¡¯
¡°Hay una bacteria de esas desconocida que crece en la profundidad de unas cuevas y que hace una fotos¨ªntesis extra?a que acaba devolviendo ¨¢cido sulf¨²rico; mis personajes tambi¨¦n hacen cierta fotos¨ªntesis, lo extraen todo de la condici¨®n humana, la retuercen y acaba surgiendo una flor extra?a; son como huracanes que lanzan sulfuro puro¡±. Esos personajes ¡°retorcidos y que no he querido contener en su maldad¡±, que se cruzar¨¢n en una noche de c¨¢lido verano murciano, son Jacinto, un guardaespaldas mexicano, Mar¨ªa, una quincea?era dispuesta a pasar la noche m¨¢s loca que pueda y al precio que sea para romper amarres con la familia y, Gin¨¦s, en principio su misterioso y retra¨ªdo vecino. Ellos protagonizan, con su diab¨®lica personalidad, Los gatos pardos, apenas la segunda obra de Gin¨¦s S¨¢nchez (Murcia, 1967), con la que esta ma?ana ha ganado en Barcelona el 9? premio Tusquets de novela, uni¨¦ndose a nombres como ?lmer Mendoza y Fernando Aramburu y llev¨¢ndose 20.000 euros.
Por si la trama no fuera suficiente per se, Los gatos pardos (que aparecer¨¢ en noviembre en la misma Tusquets) llama la atenci¨®n por un doble motivo: primero, por el calibre literario y moral (por tanto, poco propicio al compromiso comercial) del jurado que la eligi¨® entre la friolera de 602 manuscritos (Juan Mars¨¦, Almudena Grandes, Juan Gabriel V¨¢squez y Betina Gonz¨¢lez, ganadora el a?o pasado); segundo, porque apunta que tiene las mejores virtudes del trabajo anterior de S¨¢nchez, Lobis¨®n, inquietante historia de hombres lobo, ni?os autistas y personajes tambi¨¦n en el l¨ªmite en la Galicia actual y que fue una bestial dentellada (celebrada por la cr¨ªtica) en el nuevo panorama literario espa?ol.
¡°Creo que es mejor que Lobis¨®n; es tres veces la misma noche a partir de tres personajes que se acabar¨¢n cruzando, al estilo de la f¨ªlmica Amores perros de Gonz¨¢lez I?¨¢rritu¡±, deja caer, con su hablar quedo y sard¨®nico, quien lleva el nombre del vecino tan aparentemente anodino como misterioso. ¡°He soltado esos personajes y he dejado que llegaran donde ten¨ªan que llegar; de noche, todos los gatos son pardos pero al correr la cortinilla se ve que son cosas muy distintas; cruzan todos los l¨ªmites¡±, suelta, de nuevo, S¨¢nchez. El panorama que dibuja es sombr¨ªo, pero en la narraci¨®n hay fulgurantes rayos de luz que ilumina la conciencia del lector y ¨¦ste ¡°queda perturbado por el oscuro espect¨¢culo que se muestra pero tanto o m¨¢s por esas zonas de luz que los cruza¡±, apunta Grandes. ¡°S¨ª, pretend¨ªa perturbar, por eso los finales son abruptos, dejando al lector con angustia y suspense¡±. Ese juego de luces es la misma sensaci¨®n que experimenta el lector de Lobis¨®n, que no sabe si Adri¨¢n es un ni?o enfermo de gran coraz¨®n o una bestia despiadada que devora gallinas como aperitivo previo de las personas. Un poco quiz¨¢ como el mismo autor, que hab¨ªa entregado ya la novela a sus editores pero no les inform¨® que en paralelo se hab¨ªa presentado de inc¨®gnito al premio.
El resultado es una inquietante empat¨ªa con todos ellos, personajes con una voz (fruto de una extenuante labor literaria) hipn¨®tica. ?La bondad de los malos, tipo Breaking Bad? ¡°No soporto las series m¨¢s de media hora: detecto las claves enseguida y eso me altera¡±, dice de un culto a las ficciones televisivas en las que ¨¦l cree ver ¡°la necesidad urgente de algunos colegas escritores por buscar atajos al ¨¦xito¡±. En cualquier caso, cree que en la literatura hoy ¡°es imposible mantener ese manique¨ªsmo y la linealidad argumental que se hac¨ªa hace 20 a?os; eso mi generaci¨®n ya se lo ha saltado; el h¨¦roe hoy puede ser antih¨¦roe; no todo es o blanco o negro, llegamos felizmente al gris; me parece una evoluci¨®n l¨®gica fruto de los tiempos y un respeto hacia el lector-espectador de hoy¡±.
Bromea lo justo S¨¢nchez cuando dice que la primera parte de Los gatos pardos tiene ¡°algo de pel¨ªcula del oeste pero con tel¨¦fonos m¨®viles¡±, lo que lleva a pensar en la obra de Cormac McCarthy. ¡°Cuando le¨ª La carretera no sab¨ªa que eso se pod¨ªa hacer: p¨¢rrafo corto y saltar de escena a escena, evitando estructuras superfluas, sacando andamios y dejando la inmediatez, cada p¨¢rrafo como el inicio de un cap¨ªtulo, s¨®lo manejando el ¨¦nfasis¡±, recita en su particular credo que sigue bastante a pies juntillas.
Ampar¨¢ndose en Kipling --no se puede pintar nada si no los has visto todo o casi, o, con sus propias palabras, ¡°mejor la documentaci¨®n del barro que la del libro¡±--, S¨¢nchez tiene una biograf¨ªa que bien podr¨ªa alimentar en secreto sus inquietantes tramas y personajes: camarero en las islas Eolias, vendedor de cuadros a domicilio en Dubl¨ªn, enrolado en un programa de protecci¨®n de tortugas marinas en Costa Rica¡ ¡°Era abogado pero eso s¨ª que no era vida; no puedes serlo a la vez que escritor; lo dej¨¦ todo para viajar, entre 2003 y 2008¡ S¨ª, no se paga con dinero soltar una tortuga beb¨¦ a las cinco de la ma?ana en el mar tras haberla recogido cuando era un huevo; claro que tambi¨¦n hab¨ªa bichos malos, como serpientes venenosas que entraban en tu caba?a y entonces hab¨ªa que coger el machete y¡ Bueno, y los escorpiones inmensos, en el techo, tambi¨¦n: cog¨ªas una escoba y les provocabas hasta hacerlos caer dentro de un cubo; el problema es que son bichitos malos, que bajan enfadados y como no aciertes¡¡±. Suerte que los malos de sus libros hacen lo que S¨¢nchez quiere. ¡°Bueno, no crea: caen en el filo del cubo¡ y ah¨ª acaban mis novelas¡±.
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