El bienestar holand¨¦s
Si queremos preservar el Estado de bienestar, las reformas no deben afectar a la cohesi¨®n social ni a la capacidad de crear valor
El gobierno de La Haya ha puesto en cuesti¨®n el Estado del Bienestar. No voy a hablar de Holanda; utilizo este anuncio de inviabilidad para una serie de consideraciones que valen para todos.
?1. Bienestar y Estado. Cada sociedad tiene un nivel de bienestar que depende de muchos factores: recursos, salud, formaci¨®n, renta, riqueza, reparto igual o desigual, cohesi¨®n, funcionamiento de las instituciones, clima¡ El Estado del bienestar (es decir, los servicios p¨²blicos financiados con los impuestos) influyen mucho en el bienestar general (sobre todo para las personas con rentas bajas) pero no son m¨¢s que una parte del mismo. No hay pues que confundir el todo con la parte, aunque normalmente evolucionan juntos hacia arriba o hacia abajo.
?2. El bienestar europeo. Defiendo desde hace tiempo que el nivel actual de bienestar en Europa no est¨¢ garantizado en las pr¨®ximas d¨¦cadas, y aporto siempre dos razones: una limitaci¨®n material y otra econ¨®mica. En un mundo globalizado y con muchos centenares de millones de personas que van accediendo d¨ªa tras d¨ªa a un consumo mayor, la posibilidad que hemos tenido los europeos durante tres siglos de disponer de recursos materiales de todo el planeta est¨¢ desapareciendo, y nuestros recursos propios son escasos. En segundo lugar, muchas de las ventajas comparativas de nuestras econom¨ªas con respecto a las de otras ¨¢reas emergentes se van reduciendo. Si no actuamos consecuentemente, es decir, si no modificamos nuestros h¨¢bitos culturales para que nuestro bienestar personal dependa menos de los recursos materiales, si no aprendemos a consumirlos con mayor eficiencia, y no buscamos nuevos recursos, el bienestar disminuir¨¢. Y si no encontramos nuevas formas de actividad econ¨®mica que nos permita mantener algunas ventajas competitivas, puede ocurrir que, despu¨¦s de varios siglos de progreso entremos en una etapa de estancamiento, o hasta de reducci¨®n, del bienestar. El toque de alerta holand¨¦s no es una tonter¨ªa. Pero sus conclusiones me parecen err¨®neas.
?3. El Estado del bienestar reducido. Hay un esquema muy simple pero muy corriente: si en un pa¨ªs se reduce la din¨¢mica econ¨®mica y la generaci¨®n de valor, se reduce el PIB y la recaudaci¨®n fiscal, y baja el dinero disponible para financiar los servicios p¨²blicos; hay que recortar por tanto los servicios del Estado del bienestar, con perjuicio sobre todo para las rentas m¨¢s bajas, que deben entender que hay que apretarse el cintur¨®n. Es un esquema real pero cargado de ideolog¨ªa, y al servicio de unos intereses. No es cierta la primera parte: una reforma fiscal (no una simple subida de impuestos) puede ayudar a que no se reduzca tanto la recaudaci¨®n. No lo es la segunda: un cambio de prioridades en los presupuestos p¨²blicos puede permitir seguir manteniendo el gasto en servicios b¨¢sicos, reduci¨¦ndolo en otras ¨¢reas. Ni lo es la tercera: si en lugar de reducirlo se reforma el Estado del bienestar, puede conseguirse mejoras sin provocar un aumento de las desigualdades.
?4. Cohesi¨®n y competitividad. Las econom¨ªas emergentes basan buena parte de su competitividad en costes bajos. Las econom¨ªas desarrolladas la basan en la calidad y la innovaci¨®n. Tanto una como la otra dependen sobre todo del nivel del capital humano disponible, y para ello es clave una ciudadan¨ªa con buena salud, buena formaci¨®n, inteligencia e iniciativa, y deseo de cooperar colectivamente. Por ello son tan importantes los niveles de sanidad, de educaci¨®n, de investigaci¨®n, y de cohesi¨®n. Lo confirma cualquier comparaci¨®n de la situaci¨®n de las econom¨ªas del centro y norte europeo, con las del sur. Hay una estrecha correlaci¨®n entre los niveles sanitarios, educativos y cient¨ªficos, y los resultados econ¨®micos. Y una fuerte contradicci¨®n entre ¨¦stos y los grados de desigualdad interna, es decir una falta de cohesi¨®n. Intentar hacer frente a las dificultades actuales reduciendo el gasto p¨²blico en aquellas tres ¨¢reas, y provocando desde las pol¨ªticas p¨²blicas un incremento de las desigualdades y de la pobreza, con la consiguiente reducci¨®n de la cohesi¨®n social, es un error que supone pretender resolver el presente hipotecando el futuro.
Si queremos mantener nuestro bienestar, tendremos que reformar el Estado del bienestar, pero no en un sentido equivocado, que disminuya la cohesi¨®n y nuestra capacidad de dinamismo econ¨®mico y de creaci¨®n de valor.
Joan Maj¨®, ingeniero y ex ministro.
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