Paseando y haciendo fotos entre 52 m¨²sicos
El concierto en el patio Nouvel del Reina Sof¨ªa siembra la expectaci¨®n entre el p¨²blico asistente
Fue un concierto, o experiencia sonora, at¨ªpica, tanto desde la concepci¨®n ac¨²stica como en la recepci¨®n del p¨²blico. Inuksuit es una pieza musical de 2009 para un n¨²mero variable -entre 9 y 99-de instrumentistas de percusi¨®n y viento. En Madrid han sido 52, procedentes de la Joven Orquesta Nacional de Espa?a, Neopercusi¨®n, Amores Grup de Percussi¨®, Ensemble SOXXI y Ensemble Valencia Percussion Academy, con Juanjo Guillem de sumo sacerdote de la coordinaci¨®n. Se distribuyeron los m¨²sicos a lo largo y ancho del patio Nouvel del Museo Reina Sof¨ªa, permitiendo la circulaci¨®n del p¨²blico entre ellos.
Las caras de asombro eran un poema, especialmente las de los ni?os. El volumen sonoro no impidi¨®, no obstante, que alguno de ellos durmiera pl¨¢cidamente en sus cochecitos. Parejas en bicicleta, se?oras con perro, j¨®venes con patines: lo m¨¢s alejado del ambiente que reina en los conciertos de m¨²sica seria; lo m¨¢s parecido a la atm¨®sfera que desprend¨ªa Sol, la pel¨ªcula de Javier Aguirre que se ha proyectado esta ¨²ltima semana en la Filmoteca. Un factor com¨²n un¨ªa a los asistentes: las fotos. Nadie quer¨ªa prescindir de llevarse a su casa el recuerdo de lo que estaba viendo y escuchando.
Inuksuit
De John Luther Adams. Director musical: Juanjo Guillem. Inauguraci¨®n temporada madrile?a CNDM. Patio Nouvel, Museo Reina Sof¨ªa, 6 octubre
La obra musical, o lo que sea, ya se ha visto en medio mundo, desde las Monta?as Rocosas canadienses en el solsticio de verano de 2009 hasta el Morningside Park de Nueva York, con parada y fondo en lugares como Lisboa, La Haya y Belo Horizonte. Adem¨¢s ha sido bendecida por alg¨²n pope de la modernidad, como el cr¨ªtico del New Yorker. John Luther Adams es un compositor instalado en Alaska y comprometido con la defensa de la naturaleza. La exhibici¨®n t¨ªmbrica que muestra es poderosa, como lo es el crescendo de la percusi¨®n en Inuksuit, antes de que todo desemboque en un homenaje al canto de los p¨¢jaros gracias a los flautistas.
Despu¨¦s de tanta algarab¨ªa bajar a la cercana estaci¨®n de metro de Atocha y encontrarse con un se?or tocando para ganarse unos euros el erhu, esa especie de viol¨ªn chino de dos cuerdas, supon¨ªa un feliz reencuentro con la sensaci¨®n de paz de la m¨²sica. En fin, son los contrastes sonoros de las grandes ciudades
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