El pacto filosofal
Los valencianos estar¨ªamos dispuestos a darnos cita con nocturnidad con la intenci¨®n de pactar que volviese a ser todo como fue antes
Alberto Fabra y Ximo Puig parecen haberse puesto de acuerdo en una cosa: hay que promover un gran pacto de la sociedad civil valenciana. La sociedad civil parece estar tambi¨¦n de acuerdo consigo misma en que es necesario promover un pacto tal.
Pero vistas las dificultades para darle contenido a acuerdo alguno, ya sea en el ¨¢mbito parlamentario o en el social, lo que va quedando en entredicho no es tanto la dificultad de dar con el objeto sobre el que deber¨ªa versar el acuerdo, sino la voluntad misma de pactar.
Los valencianos continuamos obrando como cuando en el patio de una escuela base ensayan los protocolos a seguir ante un simulacro de incendio. Lo que no se perciben ning¨²n lugar es el arrebato de responsabilidad que deber¨ªa entrarle a cada cual al darse cuenta de que, esta vez, el fuego que amenaza nuestras posiciones vitales es m¨¢s bien real.
A veces se pregunta uno si no ser¨¢ que esto de las estrategias, de los pactos, de las visiones a largo plazo, del inter¨¦s general -de la pol¨ªtica, en suma- nos viene un poco grande a todos. Por lo dem¨¢s, donde la pereza mental se encuentra tan pol¨ªticamente organizada, es normal que a quienes se deber¨ªa pol¨ªticamente movilizar se les vaya poniendo cada vez m¨¢s cara de pereza.
Contemplando la idas y venidas del gobierno, de la oposici¨®n, de los sindicatos y del establecimiento empresarial, los rituales y las actitudes de saludo en los saraos en que la Valencia oficial se re¨²ne y se concelebra, se concluye que la nostalgia es el verdadero impulso subliminal que rige el comportamiento de nuestro peque?o universo.
Que por m¨¢s que sea inaceptable expresarlo de esa forma, los valencianos estar¨ªamos dispuestos a darnos cita con nocturnidad con la intenci¨®n de pactar que volviese a ser todo como fue antes.
Nunca una batalla se ha perdido definitivamente, supongo. Y de peores hemos salido. Pero este a?o la fiesta patria no anda para grandes celebraciones.
La palabra estrategia tiene un origen castrense. Deriva del nombre que los griegos daban al responsable de dirigir panor¨¢micamente la guerra: el estratega. En castellano ese mismo cargo es el general, es decir, el que re¨²ne el general de los poderes para orquestar la guerra. En su versi¨®n estatutaria, la palabra valenciana Generalitat designa tambi¨¦n el conjunto general de las instituciones y los poderes de autogobierno del pueblo valenciano. Etimol¨®gicamente, lo que los valencianos entendemos en el ¨¢mbito civil por Generalitat, es lo que los griegos llamaban en lo militar estrategia.
Donde hay sentido de la generalidad hay estrategia. Pero donde, adem¨¢s de un individualismo de los individuos, campa tambi¨¦n un individualismo de las organizaciones, pues cada uno hace la guerra por su cuenta. Y as¨ª nos ha cogido otro 9 d'Octubre m¨¢s. Y esto es lo que habr¨ªa que pactar que no pasase, porque no hay m¨¢s pacto filosofal que pactar una estrategia.
Ingredientes para el optimismo no existen demasiados. Pero siempre ser¨¢ posible que por alguna causa se unan los valencianos j¨®venes de todas las edades. Que por alguna contingencia fortuita, nos entre un episodio colectivo de lucidez. O qui¨¦n sabe, hasta que el Papa vuelva a Valencia otra vez. ?Se imaginan?
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