Fracturas generacionales
Si ellos no tienen empleo, nada ni nadie puede garantizar el nuestro
Hablar de la juventud siempre es un problema (o varios): d¨®nde comienza, d¨®nde acaba, en qu¨¦ consiste ser joven. En los tiempos presentes sus fronteras se han vuelto brumosas, vol¨¢tiles incluso. Siendo conscientes de ello, aqu¨ª hablaremos de las personas que tienen entre 15 y 34 a?os, en la Comunidad Valenciana. ?Cu¨¢ntas hay en estas edades? 1.250.000 (640.000 hombres y 610.000 mujeres). La caracter¨ªstica que les define es que se encuentran en la edad de la Gran Promesa: la emancipaci¨®n personal, el tiempo de las elecciones decisivas, la b¨²squeda de una forma propia, singular, individualizada, de organizar una vida independiente, mediante recursos como la educaci¨®n, el empleo y la vivienda.
Esta Gran Promesa no ven¨ªa sola: para unos, si alargaban el tiempo de estudios se podr¨ªan subir al ascensor social; para otros, el mercado de trabajo siempre ofrecer¨ªa oportunidades fuera de los muros escolares (y a veces en generoso dinero negro). El pegaso de la modernizaci¨®n y del consumo beneficiar¨ªa a toda la sociedad.
Cuando hurgamos en el interior de esta categor¨ªa ¡ªla juventud¡ª, encontramos una gran diversidad interna: adolescentes y j¨®venes adultos, estudiantes, parados, subempleados, sobrecualificados, cuadros medios y acomodados, trabajadores en blanco, en gris y en negro, extranjeros, ap¨¢tridas y aut¨®ctonos¡ Sus estilos de vida y sus pautas de valor son igualmente muy distintas.
Diversos, s¨ª, pero tambi¨¦n con un importante rasgo generacional compartido, puesto que un porcentaje muy elevado est¨¢ viendo que la Gran Promesa y las peque?as esperanzas asociadas a ella, se han arruinado como cajas de ahorros vampirizadas por el tsunami financiero. Seg¨²n los datos del Observatorio de la Emancipaci¨®n, a comienzos de 2013, s¨®lo un 22,5% de las personas j¨®venes entre 16 y 29 a?os viven de forma independiente y esta tasa se halla en claro retroceso; por su parte, la tasa de paro de quienes tienen entre 16 y 24 a?os es del 55,7%, para quienes se sit¨²an entre los 25 y los 29 a?os, del 38%; y para la cohorte de 30 a 34, del 27,4%; los porcentajes de poblaci¨®n subempleada son mayores que los de la poblaci¨®n espa?ola de la misma edad; y lo mismo sucede con los empleos temporales. De los salarios, mejor no hablar.
La gran mayor¨ªa de ellos califican su situaci¨®n econ¨®mica actual y futura como regular, mala y muy mala. El estado de ¨¢nimo que producen todos estos hechos y otros que abundan en la precariedad econ¨®mica, la exclusi¨®n social, la irrelevancia y la marginaci¨®n pol¨ªtica, es de desesperanza, de ansiedad y de miedo. M¨¢s de rabia y resentimiento internos, que de protestas y proyectos colectivos. Ensayan salidas al extranjero, que a bastantes les deparan nuevas humillaciones. Viven en un presente sin brotes verdes y ante un futuro incierto e improbable. Han sido estafados: hab¨ªa que estudiar y estudiaron; hacer actividades extraescolares y las hicieron; cursos del Inem y se apuntaron a uno tras otro, a cursillos, diplomas y m¨¢steres. Las reglas de juego cambiaron sin previo aviso y sin haber podido incorporarse a la partida. Aunque a algunos, no m¨¢s de un 30%, les vaya relativamente bien, generacionalmente han fracasado. Les llaman Generaci¨®n Perdida.
?Qu¨¦ gran paradoja! Nunca antes se hicieron tantas promesas a una categor¨ªa de edad; nunca antes un grupo generacional fue tan agasajado y adulado (?La cuna del hombre la mecen con cuentos! dec¨ªa Le¨®n Felipe). Pero ahora, este fracaso hist¨®rico les cae sobre sus mochilas como una losa culpable y se descarga sobre sus espaldas la responsabilidad de cuanto acontece.
Para la inmensa mayor¨ªa, el camino de acceso a la lejana vida adulta se llama precariedad; mientras tanto, observan que a los pol¨ªticos les preocupa m¨¢s el perdurar, que el dirigir; que los empleos se encuentran m¨¢s pronto por los conocidos que por los conocimientos; que la mentira, las trampas, la rapi?a, la falsedad, la corrupci¨®n, medran y salen impunes. Hasta el d¨ªa de hoy, pod¨ªan resguardarse de este vendaval en las aulas, pero tambi¨¦n eso les ha sido robado con la subida de los precios de matr¨ªcula y los obst¨¢culos para obtener becas. Efectivamente, son lo generaci¨®n Ni-Ni: el mercado y la pol¨ªtica les han cerrado sus puertas.
Si las cosas siguen as¨ª y las fracturas generacionales siguen creciendo, podr¨ªan ser la generaci¨®n ¡°Se acab¨®¡± y ¡°Nunca Jam¨¢s¡±. Conviene no enga?arse, lo que estamos viviendo y sufriendo ahora viene de lejos y tiene un recorrido m¨¢s largo que el de esta brutal crisis: la concentraci¨®n de la riqueza, el desempleo de masas, las dificultades del mercado en Espa?a para integrar a los j¨®venes, no han nacido en 2008. Revelan ahora su naturaleza: un nuevo capitalismo quiebra todos los pactos y conciertos sobre los que se sustentaban un bienestar insuficiente y una democracia inacabada, pero que actuaban de amortiguadores de las m¨¢s grandes desigualdades.
Si se pierde esta generaci¨®n, nos perdemos nosotros; si ellos no tienen empleo, nada ni nadie garantiza el nuestro. Es tiempo de otra pol¨ªtica, de una pol¨ªtica que ya no cabe en muchas de las actuales instituciones.
Antonio Ari?o es catedr¨¢tico de Sociolog¨ªa de la Universitat de Val¨¨ncia
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