La felicidad tiene los ojos cerrados

¡°Esta es mi casa, solo le faltas t¨². Tiene un sal¨®n otomano, uno ingl¨¦s, uno vien¨¦s 1900¡­ y 28 habitaciones. Ahora te parece grande, pero pronto se te har¨¢ escasa. Solo te pido que no subas al cuartito que hay al fondo del pasillo angosto, al final de la escalera¡±. All¨ª, ante la puerta prohibida, dilucidando si colarse o no, est¨¢ Gracia al comienzo de esta obra fascinante sobre el secreto en que se tienen las cosas que mueven el mundo, el da?o que se inflige para amasar riquezas y la disyuntiva entre asumir una ignorancia c¨®mplice o levantar el velo, asumiendo las consecuencias.

En El cuartito al final de la escalera, Carole Fr¨¦chette podr¨ªa haberse contentado con llevar a t¨¦rmino el relato de un descubrimiento espantoso hecho con ojos inocentes (tal y como Caryl Churchill en el primer acto de Far Away); o haber escrito la peripecia de una mujer que se despierta desposada con un barbazul, o la historia de c¨®mo una criada va apropi¨¢ndose del lugar de su se?ora, pero estos tres escenarios por los que su obra avanza simult¨¢neamente desembocan en otro de mayor alcance, donde asistimos al hallazgo del lugar del alma donde Gracia guarda sin saberlo su versi¨®n de una realidad doliente universal de la que siempre se mantuvo ignorante y a salvo, excepto por esas l¨¢grimas que derrama cada noche desde ni?a.

Fr¨¦chette conduce con aliento m¨¢gico el relato en primera persona de la protagonista, lo muta en di¨¢logo interior con su madre y en acotaci¨®n que torna innecesario el uso de escenograf¨ªa y utiler¨ªa, lo lleva con arrojo siempre m¨¢s all¨¢ de lo que el espectador imaginativo es capaz de anticipar y lo vierte a ritmo de thriller en un final alucinado donde a cuantos puntos de vista se ofrecen se impone el de Gracia, por ser ella el ¨²nico personaje que obra en contra de lo que su inter¨¦s le dicta y por la convicci¨®n kamikaze con que Karina Gidi, actriz que ante nuestros ojos asombrados va de cris¨¢lida a mariposa en hora y cuarenta minutos, asume el reto inmenso de desvelar lo oculto.

La puesta en escena de Mauricio Garc¨ªa Lozano est¨¢ a la altura del envite: es limpia y seca como tajo de alfanje, y deja millas a la imaginaci¨®n del p¨²blico. Prominentes tambi¨¦n, las actuaciones de Carlos Corona (el financiero seductor con cara B); Ver¨®nica Langer, cuya agrisada f¨¢mula va adquiriendo una sensualidad inimaginable a medida que Gracia le dona sortijas y pulseras; Gabriela P¨¦rez Negrete (Ana, la hermana, pedernal del que Gracia saca la chispa decisiva) y Paloma Woolrich, que ha asumido el papel de la madre sobre la marcha como si viniera haci¨¦ndolo desde siempre. Punzante, el espacio sonoro que Ra¨²l Zambrano crea con una sencilla guitarra.