La cr¨®nica del saqueo
El periodista Sergi Castillo publica un libro sobre G¨¹rtel y otros casos de corrupci¨®n
En un genuino ejercicio period¨ªstico, Sergi Castillo ha publicado un libro, Tierra de Saqueo. La trama valenciana del caso G¨¹rtel (Ediciones Lectio), que estructura y desentra?a el fen¨®meno de la corrupci¨®n, una especie de epidemia que ha contagiado a las instituciones valencianas con especial virulencia a lo largo de los ¨²ltimos a?os y que cada d¨ªa salpica la actualidad pol¨ªtica.
Con el argumento central de la ca¨ªda de Francisco Camps por su implicaci¨®n en el caso G¨¹rtel, el libro ilumina un conjunto de tramas que se extienden en algunos casos al ¨¢mbito de la pol¨ªtica general espa?ola y en otros adquieren coloraciones m¨¢s locales. De G¨¹rtel a N¨®os, pasando por Emarsa, Fabra, Cooperaci¨®n o Terra M¨ªtica, los casos son revisados con el detalle necesario para no perder el hilo de la ignominia que representan en su conjunto.
Sergi Castillo (Cocentaina, 1978) , que ha trabajado a lo largo de su carrera, entre otros, para medios como EL PA?S, exhibe su oficio de periodista al construir una cr¨®nica de los hechos y las condiciones que han propiciado, coincidiendo con la hegemon¨ªa absoluta del PP en las instituciones,? el ascenso del problema de la corrupci¨®n pol¨ªtica a los primeros puestos en las inquietudes de la opini¨®n p¨²blica.
Tierra de saqueo. La trama valenciana de G¨¹rtel sale esta semana a las librer¨ªas y se presentar¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 22 en Valencia. Con un pr¨®logo de Jos¨¦ Luis Pe?as, el exconcejal del PP en Majadahonda (Madrid) que llev¨® a la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n las primeras pruebas del caso G¨¹rtel, ha contado con testimonios de pol¨ªticos, periodistas y profesores universitarios que analizan el fen¨®meno de la corrupci¨®n y sus consecuencias.
Por su inter¨¦s, y como avance editorial, EL PA?S publica uno de los cap¨ªtulos del libro, precisamente el que narra la dimisi¨®n de Camps, el 20 de julio de 2011, en el momento en que se vio a las puertas del juicio por los famosos "trajes" recibidos de la trama de Francisco Correa y ?lvaro P¨¦rez El Bigotes, un juicio en el que finalmente ser¨ªa absuelto pero que le oblig¨® a dejar el cargo de presidente de la Generalitat de forma poco edificante.
9. La dimisi¨®n
?Este es un peque?o paso para el hombre y un gran salto para la humanidad.? El 20 de julio de 1969, el astronauta Neil Armstrong pronunciaba aquellas palabras en la Luna en una gesta retransmitida para todo el mundo y ocupaba un lugar en la historia de la humanidad. Richard Nixon era el flamante presidente de Estados Unidos, que as¨ª iniciaba su mandato con un momento de gloria. Camps era entonces un inocente ni?o de seis a?os y, si su admirado Winston Churchill continuara vivo, habr¨ªa cumplido noventa y cuatro. Juntos sumaban un siglo. M¨¢s de cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, concretamente el mi¨¦rcoles 20 de julio de 2011, el presidente de la Generalitat Valenciana ten¨ªa que tomar una decisi¨®n. Un peque?o paso pero decisivo en su vida, para su gente y para su tierra. Aqu¨¦l no era uno de esos sue?os de juventud expresado en una de sus tertulias de El Agujero.
Camps estaba acosado y rodeado. Su partido le hab¨ªa dado un ultim¨¢tum. La oposici¨®n no cesaba de martillear exigi¨¦ndole la dimisi¨®n. Si admit¨ªa la culpa para no ir a juicio, Camps asum¨ªa que se hab¨ªa dejado sobornar por una trama de corrupci¨®n, algo que hab¨ªa negado p¨²blicamente desde que en febrero de 2009 saltara el esc¨¢ndalo. Si admit¨ªa todo, ¨¦l mismo se pondr¨ªa la etiqueta de delincuente. Pero si iba a juicio, empezaba otro calvario y su situaci¨®n y la de su partido ser¨ªa insostenible. El tiempo se le acababa. Camps estaba derrumbado y sin m¨¢s fuerzas para luchar.
V¨ªctor Campos y Rafael Betoret aceptaron el trato. Quer¨ªan acabar cuanto antes con el asunto. La direcci¨®n del Partido Popular les asegur¨® que Camps y Costa tambi¨¦n admitir¨ªan su culpabilidad y que no ten¨ªan motivos por los que dudar. El m¨¢s reacio de los cuatro a declararse culpable era Ricardo Costa, ya que si aceptaba esa condena, ya tendr¨ªa antecedentes en caso de ser condenado por financiaci¨®n ilegal, una causa que hab¨ªa cogido fuerza en el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, y ya no se trataba de una multa sino de posibles penas de c¨¢rcel.
La v¨ªspera de aquel 20 de julio, Mar¨ªa Dolores de Cospedal convenci¨® a Costa y le garantiz¨® una compensaci¨®n: un reconocimiento y buen trato pol¨ªtico en el futuro. Contra el criterio de su abogado, Costa acept¨® a rega?adientes. Solo puso una condici¨®n: no firmar¨ªa antes que Camps. No se fiaba. Un Nou d'Octubre ya se la hab¨ªa jugado.
A primera hora de la ma?ana todo marchaba seg¨²n lo previsto en la calle G¨¦nova y los abogados de tres de los cuatro imputados ¡ªCamps, Campos y Betoret¡ª llegaban al Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana con sus documentos para ?conformarse?, el t¨¦rmino t¨¦cnico para reconocer el delito. Estaba previsto que el abogado de Costa se sumara a ellos. El abogado de Camps hizo lo propio: present¨® en el tribunal el escrito en el que reconoc¨ªa el delito y anunci¨® que estaba a la espera de que su cliente fuera a firmarlo, la ¨²nica forma de que dicho documento tuviera validez. Primero lleg¨® Campos, despu¨¦s Betoret¡ La expectaci¨®n era m¨¢xima a las puertas del Palacio de Justicia, donde todos esperaban ver a Francisco Camps y Ricardo Costa reconociendo su culpabilidad. Las radios retransmit¨ªan en directo. Los equipos especiales de las televisiones ten¨ªan preparada la conexi¨®n por sat¨¦lite. Pasaban los minutos, las horas, pero, en contra de lo anunciado, ni el uno ni el otro daban ning¨²n tipo de se?al. Los funcionarios del Palacio de Justicia anunciaron el fin de su jornada laboral. La puerta del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana se cerr¨®, como todos los d¨ªas, a las dos y media de la tarde.
Entonces se produjo el esperpento. De repente alguien anunci¨® que el abogado de Camps hab¨ªa comunicado oficialmente que el presidente se dispon¨ªa a acudir para firmar el documento que hab¨ªa presentado su abogado ya hac¨ªa un ratito, esto es, para reconocerse culpable. Pidi¨® as¨ª el favor de que ampliaran el horario de cierre. Le hab¨ªa costado mucho, pero parec¨ªa decidido. Y la puerta principal que se hab¨ªa cerrado a las dos y media de la tarde volvi¨® a abrirse unos minutos despu¨¦s. El inter¨¦s de los medios de comunicaci¨®n se multiplic¨®.
El juzgado acept¨® romper sus reglas de funcionamiento y esperar nada m¨¢s y nada menos que para recibir al presidente de la Generalitat Valenciana, que segu¨ªa refugiado en el palacio presidencial con Trillo y Juan Cotino, dos hombres religiosos como ¨¦l, pertenecientes al Opus Dei, que lo acompa?aron los d¨ªas m¨¢s duros. Se especul¨® mucho sobre el hecho de que Camps se hubiera tomado el caso como una especie de martirio, como una prueba de Dios, y se dijo que se hab¨ªa refugiado en la fe para resistir. Algunos incluso se?alaban que realmente estaba al l¨ªmite de la resistencia ps¨ªquica. Meses despu¨¦s, el propio Camps reconoc¨ªa que ?durante el proceso se ha apoyado en la oraci¨®n para seguir adelante con m¨¢s fuerza. Saber que Dios te ayuda te hace m¨¢s poderoso?.
Nunca lleg¨® al Palacio de Justicia. Opt¨® por dimitir y enfrentarse al juicio.
?Camps se rindi¨® al ver que ten¨ªa que declararse culpable y hacer el pase¨ªllo rodeado de c¨¢maras, admitir su falta, pagar la multa y explicarlo ante los ciudadanos. Acorralado, consciente de que casi todo el partido quer¨ªa que se marchara hace mucho tiempo, se derrumb¨®. Decidi¨® dimitir para no declararse culpable, para seguir con el juicio y tratar de defenderse. Para no admitir ante todos lo que ya todos reconocen incluso en p¨²blico: que minti¨®, ante el juez, el Parlamento y los ciudadanos?, relataba Carlos E. Cu¨¦ para El Pa¨ªs.
En realidad, si se declaraba culpable, tampoco garantizaba estabilidad y tranquilidad. Un presidente condenado por corrupci¨®n era dif¨ªcilmente sostenible.
Aquel fue sin duda el momento m¨¢s dif¨ªcil de su vida.
Adolf Beltran opina que Camps ?pretendi¨® algo tan alucinante como que un presidente de la Generalitat se sentara?como acusado en un juicio en pleno ejercicio. Hasta ese punto quiso llevar las cosas, pero lo hizo probablemente, estoy convencido de ello, porque era un tema que afectaba a todo el PP, como se est¨¢ viendo con los papeles de B¨¢rcenas y la contabilidad irregular. Si no, no se explica. El tema valenciano, por tanto, solo era una parte que emerg¨ªa de una pieza m¨¢s grande que poco a poco se est¨¢ viendo, que es la que afecta a la corrupci¨®n pol¨ªtica en el conjunto de Espa?a?.
Desde su punto de vista, est¨¢bamos ante un caso ?de ¨¢mbito general, no menor?. G¨¹rtel ?era un hilo del que estaban tirando los jueces y todav¨ªa no sabemos hasta donde llega. Temporalmente sabemos que llega, como m¨ªnimo, hasta la transici¨®n pol¨ªtica y el caso Naseiro. Y geogr¨¢ficamente es cada vez m¨¢s extenso, porque se superponen casos, no es solo el caso G¨¹rtel sino otros que emergen como paralelos al que inici¨® Garz¨®n?.
En la entrevista que public¨® Telva, Camps explic¨® aquel momento crucial de su vida de esta manera: ?Nos reunimos en este mismo despacho [en su casa] la alcaldesa Rita Barber¨¢, Federico Trillo y su asistente Julieta, el presidente de las Cortes Valencianas Juan Cotino, el consejero de Justicia de la Comunidad Valenciana Jorge Cabr¨¦, mi mujer Isabel y, por tel¨¦fono, Mariano Rajoy. Era el cuarto o quinto d¨ªa despu¨¦s de la apertura del auto judicial. Fue una reuni¨®n complicada, pero me di cuenta de que quer¨ªa defenderme como un ciudadano m¨¢s?.
Carlos E. Cu¨¦ realiz¨® este an¨¢lisis: ?Rajoy lo apoy¨® por delante, por detr¨¢s, al lado, se trag¨® todos los sapos por ¨¦l, vincul¨® el futuro pol¨ªtico de ambos, lo aclam¨® en plazas de toros cuando todo el mundo sab¨ªa que lo quer¨ªa ver dimitido. Nunca le pidi¨® que se fuera. Esper¨® y esper¨®, confiado en que alg¨²n momento la presi¨®n lo reventar¨ªa. En que morir¨ªa sin que nadie lo matase. Y sobre todo sin que ¨¦l se manchase las manos. Tuvo que esperar dos a?os, cuatro meses y un d¨ªa, pero Mariano Rajoy, sin mover un m¨²sculo, vio ayer c¨®mo ca¨ªa por su propio peso y sin hacer ¨¦l nada?.
Le Figaro titulaba ?La derecha espa?ola hace limpieza en sus filas?. Le Monde destacaba ?En Espa?a, impactante dimisi¨®n con la corrupci¨®n como fondo?. El peri¨®dico Frankfurter Allegemaine Zeitung subrayaba que ?el PP contaba con que el jefe de gobierno de la regi¨®n de Valencia reconociera haber aceptado prendas valiosas como regalo, sin embargo, ahora ha preferido dimitir?. El peri¨®dico argentino La Naci¨®n se hac¨ªa eco de que ?una figura prominente de la fuerza que aspira a llegar al Palacio de la Moncloa el a?o pr¨®ximo anunci¨® su sorpresiva dimisi¨®n luego de manifestarse inocente?.
El espionaje en la sede del Partido Dem¨®crata de Estados Unidos por parte de antiguos colaboradores de la CIA, cuyo conocimiento supuso la punta del iceberg del caso Watergate, sucedi¨® en junio de 1972. Tan solo cinco meses m¨¢s tarde, Richard Nixon fue elegido presidente por abrumadora mayor¨ªa y logr¨® el 60 por cien de los votos. Gan¨® en todos los Estados salvo en Massachusetts. Pero la acusaci¨®n formal de los implicados en Watergate, en marzo de 1974, fue el inicio de una concatenaci¨®n de eventos que hicieron la situaci¨®n absolutamente incontrolable. Nixon dimiti¨® en agosto, menos de dos a?os despu¨¦s de su estruendosa victoria.
Como a ¨¦l, a Camps de nada le sirvi¨® la victoria electoral por no poder hacer frente a la realidad.
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