El retorno de la pol¨ªtica
Ya no hay inter¨¦s electoral ni ciudadano por grandilocuentes relatos de futuro, sea ¨¦ste dorado o esforzado
Esta reflexi¨®n ha de comenzar necesariamente por enunciar una obviedad: el Acuerdo de la Sociedad Civil por la Comunitat Valenciana es un brindis al sol. Durante seis p¨¢ginas deambula sin rumbo de Jaume I a nuestro modelo productivo, de equidad a ra¨ªces culturales, de naranjas a Universidades, para no aportar ni un solo elemento nuevo al debate p¨²blico, ni una sola soluci¨®n a la crisis que atravesamos. Solo viene a decir que tenemos que trabajar juntos por encontrarla. Nuestro presidente, Alberto Fabra, ha dicho que quien no suscriba este acuerdo tendr¨¢ que explicar por qu¨¦ no lo hace. Yo, como valenciano, soci¨®logo y miembro de la sociedad civil (como usted, como todos) lo que pienso es que es ¨¦l quien nos deber¨ªa explicar por qu¨¦ este acuerdo, un texto in¨²til en tanto que vac¨ªo de contenido, est¨¢ sobre la mesa. En mi opini¨®n, la respuesta es cruda y simple: la pol¨ªtica (la de verdad, la del conflicto y las ideas en liza) vuelve, poco a poco, a ser importante aqu¨ª. Esto ni gusta ni conviene al PPCV, y lo ¨²nico que le queda son ejercicios ret¨®ricos de falsa uni¨®n.
Desde mediados de los a?os noventa hasta finales de la d¨¦cada siguiente el PPCV consigui¨® forjar y mantener un consenso significativo entre los ciudadanos a favor de su gesti¨®n. Este consenso estaba respaldado por un crecimiento econ¨®mico importante y una creaci¨®n de empleo sin precedentes. La gente apoyaba al partido gobernante porque las cosas iban bien. Los populares se identificaron completamente con un modelo determinado de crecimiento y lo at¨® a la Comunitat, creando la ecuaci¨®n ¡°PPCV = Comunitat Valenciana = ¨¦xito¡±. Cualquier otra opci¨®n era presentada de manera impl¨ªcita como un suicidio econ¨®mico. Dado que la oposici¨®n apenas exist¨ªa result¨® f¨¢cil estructurar esta l¨®gica e implantarla en la percepci¨®n del electorado.
Despu¨¦s de 2008 las bases del modelo comenzaron a quedar en evidencia: la construcci¨®n, el turismo residencial, los grandes eventos y los servicios personales no iban a poder capear el temporal. El paro se dispar¨® y el PIB se fue al infierno. Durante los a?os siguientes, de manera lenta pero inexorable la ecuaci¨®n perdi¨® su componente de ¡°¨¦xito¡± y fue sustituido por la palabra ¡°corrupci¨®n¡±. En los sondeos el PPCV ya no suma mayor¨ªa de gobierno. Y la ¨²ltima encuesta de Metroscopia para esta casa ofrece un dato clave: para el 89% de los valencianos la crisis tiene bastante o mucho que ver con la corrupci¨®n en nuestra tierra. Es decir: nueve de cada diez ciudadanos piensan que quienes nos gobiernan son quienes nos han llevado m¨¢s all¨¢ del abismo.
He aqu¨ª la trampa que el PPCV se tendi¨® a s¨ª mismo sin saberlo dos d¨¦cadas atr¨¢s: al atar su destino electoral a la marcha de la econom¨ªa renunciaron en gran medida al componente ideol¨®gico y de lucha partidista inherente a la democracia. Dijeron que la Comunitat era una y que ellos eran la Comunitat. Esto daba una ventaja mientras todo iba viento en popa, pero se est¨¢ tornando en inconveniente a medida que la crisis se hace m¨¢s larga y el futuro es m¨¢s incierto.
Este acuerdo y la ret¨®rica con que lo acompa?an personalidades afines no es sino un (vano) intento por detener lo imparable, estableciendo que si nos sigue yendo mal a partir de ahora ser¨¢ por culpa de quienes quieren hundir el barco en lugar de remar juntos. Pero ya no estamos en 2005. Ni siquiera en 2009. Hoy todos, incluso sus votantes m¨¢s fieles, son conscientes de la parte de culpa que los populares cargan en sus espaldas. Ahora muchos comienzan a entrever que en realidad la hegemon¨ªa ni es beneficiosa ni es sostenible a largo plazo. Que si el PPCV es la Comunitat y Comunitat es ellos quiz¨¢s esta no es la Valencia que el votante medio quiere. Quiz¨¢s quiere otra distinta. Esto es lo que provoca el v¨¦rtigo de los populares, pero es tambi¨¦n lo que no les queda sino afrontar. Porque es en esta demanda naciente donde el espacio se abre de nuevo a la lucha pol¨ªtica genuina. Ya no hay inter¨¦s electoral ni ciudadano por grandilocuentes relatos de futuro, sea ¨¦ste dorado o esforzado. Ahora se buscan soluciones y se presta atenci¨®n a posibles alternativas. De hecho, la situaci¨®n an¨®mala era la anterior. La normal es el conflicto dentro de los par¨¢metros democr¨¢ticos, el debate y la existencia de una oposici¨®n capaz de plantarle cara al Gobierno.
Salir de la crisis no es una cuesti¨®n de remar todos juntos, es una cuesti¨®n de decidir hacia d¨®nde remar. Y en el texto del Acuerdo no se indica, ni por asomo, una direcci¨®n. Adam Przeworski, un polit¨®logo infinitamente sabio, defini¨® democracia como un sistema en el cual los partidos pierden elecciones; los votantes sancionan de manera positiva o negativa las propuestas y las acciones de cada lado del espectro pol¨ªtico. Es hora de que el PPCV acepte jugar a este juego de nuevo. Los absolutos ya no sirven. As¨ª que como soci¨®logo aconsejar¨ªa a Fabra que dejase de pedir explicaciones y pasase a darlas junto a propuestas diferenciadas y tangibles. Como valenciano y miembro de la sociedad civil (como usted, como todos), se lo exijo.
Jorge Galindo es soci¨®logo e investigador en la Universidad de Ginebra
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