Objetivando, que es gerundio
La cualidad que marca el l¨ªmite entre el ¨¦xito o el fracaso de una organizaci¨®n es su capacidad de anticipaci¨®n y adaptaci¨®n a los cambios previsibles
Bien mirado, la revisi¨®n cr¨ªtica a que se ven sometidas todas las estructuras organizativas y productivas durante los periodos de crisis econ¨®mica no constituye ning¨²n m¨¦rito; es mera supervivencia. El aut¨¦ntico m¨¦rito deviene en acometer estas revisiones cuando las cosas van bien. Pero en ese momento, ocupados habitualmente en surcar la espuma del ¨¦xito, dejamos en dique seco el esp¨ªritu cr¨ªtico necesario para introducir reformas que permitan seguir a flote cuando arrecie el temporal. Esta pauta, com¨²n a todos los ¨¢mbitos, se reproduce con mayor intensidad en el sector p¨²blico que en el privado. Expresado en otras palabras, la cualidad que marca el l¨ªmite entre el ¨¦xito o el fracaso de una organizaci¨®n es su capacidad de anticipaci¨®n y adaptaci¨®n a los cambios previsibles. Y aunque pueda parecer un aspecto nimio, es uno de los puntos b¨¢sicos que diferencia a un pa¨ªs de primera de un pa¨ªs de tercera.
Descartada la acci¨®n preventiva, nuestra posici¨®n en el ranking se consolida cuando nos vemos metidos de hoz y coz en toda suerte de reestructuraciones, privatizaciones y liberalizaciones. Se supone que todos estos procesos se ejecutan en aras de alcanzar la m¨¢xima eficiencia, que es la que suministra el ox¨ªgeno necesario para poder salir del agujero. Sin embargo, es chocante que en muchos de ellos la primera sacrificada sea la informaci¨®n, que se supone fundamental para tomar las decisiones acertadas.
Consecuentemente la opacidad reinante va asentando la opini¨®n de que en muchos casos todas estas transformaciones responden m¨¢s a prejuicios ideol¨®gicos o a intereses no declarados que a criterios estrictamente econ¨®micos, hasta el punto de utilizar la crisis econ¨®mica como el chivo expiatorio o la excusa para todas las actuaciones, est¨¦n o no justificadas. En el caso de los organismos o empresas del sector p¨²blico la cuesti¨®n puede volverse lacerante, puesto que se trata del dinero de todos y las acciones a emprender siempre juegan en contra del empleo o de la propiedad p¨²blica de los medios de producci¨®n.
Ejemplos los hay de todos los colores. Uno de los m¨¢s llamativos y recientes ha sido el informe de la Sindicatura de Comptes en relaci¨®n a las resonancias magn¨¦ticas en la Comunidad Valenciana, publicado en este mismo peri¨®dico, seg¨²n el cual la resonancia sanitaria p¨²blica es m¨¢s barata que la privada. Es llamativo por el hecho de que haya tenido que ser la Sindicatura quien advirtiera la cuesti¨®n a partir de una auditor¨ªa operativa. Al parecer, la contabilidad de costes en los hospitales queda reservada ¨²nicamente para hacernos saber el importe con que gravamos a la sociedad cuando pasamos por quir¨®fano. Si es as¨ª, no es de extra?ar que lluevan las cr¨ªticas y se justifiquen las opiniones m¨¢s tendenciosas cuando se lanzan a externalizar servicios p¨²blicos, sin haber aclarado previamente si el coste p¨²blico es superior o no al coste privado m¨¢s su correspondiente beneficio operativo, claro est¨¢.
Pero tambi¨¦n en el sector privado cuecen habas. En una rama tan sensible para nuestros bolsillos y para la competitividad econ¨®mica como es el oligopolio el¨¦ctrico, no hay manera de saber para cada gran compa?¨ªa el coste del megavatio/hora en cada una de sus fuentes energ¨¦ticas: hidr¨¢ulica, nuclear, e¨®lica, fotovoltaica, etc. Existen aproximaciones varias, muchas de ellas interesadas, pero ninguna que yo sepa toma como base la contabilidad oficial de las empresas. Con lo sencillo que ser¨ªa obligarles a llevar una contabilidad de costes. Ser¨ªa un buen primer paso para objetivar la discusi¨®n sobre su pol¨¦mico sistema de retribuciones.
Juan Usach es doctor en Econom¨ªa
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