Ramiro Pinilla termina la tercera entrega de su serie del detective Esparta
El autor traslada la acci¨®n de la novela al tardofranquismo
![Ramiro Pinilla, en su domicilio en Getxo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XSVKSRRWRUHUAY6VCOF64JYODA.jpg?auth=a061b9e08cbbb960dfb65c09323679f81331d16a69d3238369a68c7c046dbc09&width=414)
El escritor Ramiro Pinilla (Bilbao, 1923), quien esta misma semana ha logrado por segunda vez el Premio Euskadi de Literatua en Castellano por Aquella edad inolvidable, ha rematado ya la tercera entrega de su personaje el detective y librero Samuel Esparta, ambientada en los a?os setenta, y ahora est¨¢ ultimando las correcciones del original.
Pinilla, premio Nadal en 1960 con Las ciegas hormigas, quien luego estuvo cuarenta a?os en el ostracismo hasta la gran obra de su vida, la trilog¨ªa Verdes valles, colinas rojas, se divierte en los ¨²ltimos a?os con la serie negra.
Su protagonista es el librero Sancho Bordaberri, escritor polic¨ªaco frustrado que se convierte en Samuel Esparta, un gui?o de Pinilla a su admirado Sam Spade, de Dashiell Hammet. En la primera novela de la serie, Solo un muerto m¨¢s (2009) investiga un crimen ocurrido en 1935 que qued¨® sin resolver en su trilog¨ªa. En la segunda El cementerio vac¨ªo, publicada el pasado marzo, investiga la muerte de una joven en una romer¨ªa, ali?ada con un leyenda popular, seg¨²n la cual las tumbas de los enamorados en los cementerios costeros se vac¨ªan por el fondo y vierten sus cad¨¢veres al mar, donde tal vez los amantes vivan juntos para siempre.
Las dos, situadas en 1945 y 1947, le sirven a Pinilla para examinar el primer franquismo y la sociedad de entonces de Getxo, la localidad donde reside desde joven, entonces una zona rural y hoy residencia de burgues¨ªa.
En esta tercera novela Esparta da un salto y ha madurado mucho, porque la acci¨®n se sit¨²a en el tardofranquismo, en 1973, por "necesidades anecd¨®ticas" para la acci¨®n de la novela, ha contado Pinilla. El escritor no ha querido soltar m¨¢s prenda de la nueva obra; solo que la est¨¢ corrigiendo con la ayuda de su compa?era, Mar¨ªa Bengoa, quien releer el original. "Las correcciones son necesarias pero aburridas, el autor llega a decir basta, y alguien a su lado tiene que decirle que hay que leerlo m¨¢s", declara Pinilla.
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