Si a los ricos les va bien...
El optimismo de estos d¨ªas es tan irresponsable como aterrador, porque no aprendemos de los errores y volvemos a las teor¨ªas fallidas
Desde hace unas semanas algunos datos econ¨®micos de Espa?a parecen querer dibujar luz al final del t¨²nel. Entre las desoladoras previsiones en relaci¨®n con el paro, la emigraci¨®n, el acceso a la vivienda, la pobreza, etc¨¦tera, algunos datos han sido presentados como brillantes destellos de esperanza: el PIB del tercer trimestre, con un crecimiento del 0,1% despu¨¦s de nueve trimestres en negativo, la compra por parte de Bill Gates del 6% de Fomento de Construcciones y Contratas, y la declaraci¨®n de Emilio Bot¨ªn de que ¡°nos llueve dinero de todas partes del planeta¡±. A pesar de que es dif¨ªcil ser optimista, parece que se ha instalado la creencia (o como m¨ªnimo la consigna) de que estamos saliendo de la crisis.
Pero vincular los datos del PIB y la suerte de de los ricos a la posibilidad de que dejemos atr¨¢s el paro, la precariedad y la austeridad reproduce una mentira que se convirti¨® en mantra en los a?os ochenta y en los noventa: que cuando a los ricos les va bien, que les vaya bien a los dem¨¢s es solo cuesti¨®n de tiempo, puesto que son los ricos los que crean puestos de trabajo e invierten en la econom¨ªa productiva. Es lo que el reaganismo teoriz¨® como el trickle-down effect o teor¨ªa del derrame, y que inaugur¨® en todo el mundo la carrera para eliminar impuestos a las grandes empresas y a las rentas del capital.
Vincular los datos del PIB y la suerte de Bot¨ªn a que dejemos atr¨¢s el paro, la precariedad y la austeridad reproduce una mentira que se convirti¨® en mantra en los a?os ochenta y en los noventa
La teor¨ªa dec¨ªa que si se dejaba de limitar la riqueza personal con impuestos y grav¨¢menes, esta se ir¨ªa filtrando (derram¨¢ndose) poco a poco sobre el resto de la sociedad. La lluvia de dinero a los ricos deb¨ªa convertirse en goteo de trabajo para el resto.
Esta creencia, que se repite ahora en muchos foros, fue la responsable de que en muchos pa¨ªses occidentales se redujeran en ese periodo los tipos impositivos sobre las grandes fortunas y grandes empresas y se crearan numerosas excepciones y v¨ªas para la evasi¨®n fiscal. El resultado son las cifras actuales de recaudaci¨®n y fraude en esos tramos, y la normalizaci¨®n de los ejercicios de ingenier¨ªa financiera que permiten que las grandes empresas concentren sus beneficios en para¨ªsos fiscales o pa¨ªses con una fiscalidad d¨¦bil, y que las grandes fortunas creen entramados societarios con tasas efectivas que se sit¨²an muy por debajo de las que soportan las rentas del trabajo.
La primera parte de la teor¨ªa, pues, se cumpli¨®: hace tiempo que llueve dinero en esos sectores. Sin embargo, la lluvia no se convirti¨® en filtraci¨®n hacia abajo, sino que se filtr¨® hacia arriba. El aumento de la renta disponible entre los sectores m¨¢s ricos fue lo que aliment¨® la financiarizaci¨®n: la paulatina sustituci¨®n de la econom¨ªa industrial y agr¨ªcola por el capitalismo financiero y burbujista.
La promesa de puestos de trabajo e inversi¨®n productiva se convirti¨® en todo lo contrario, en un trasvase de dinero de la econom¨ªa productiva a los mercados financieros, responsables a su vez de la crisis actual y de la presi¨®n a la baja sobre los salarios. El trickle-down, en realidad, fue trickle-up. Lo que deb¨ªa ser derrame es succi¨®n desde arriba.
Hemos tenido, pues, 30 a?os y una crisis devastadora para experimentar en carne propia que cuando a Bot¨ªn le va bien, quien sigue no somos todos los dem¨¢s, sino los mercados financieros que, a su vez, presionan a la baja los salarios y exigen que los servicios y prestaciones p¨²blicas entren en la gran ruleta rusa de la financiarizaci¨®n. Cuando a los millonarios les va bien, lo que parece seguir es que a los dem¨¢s nos vaya peor.
Por eso el optimismo de estos d¨ªas es tan irresponsable como aterrador. En lugar de aprender de los errores, en lugar de buscar responsabilidades entre los culpables de la crisis, en lugar de poner las bases de un sistema productivo s¨®lido que constituya las bases de una fiscalidad justa y basada en la redistribuci¨®n, algunos se limitan a desempolvar el libro gordo de las teor¨ªas fallidas, y a pedir un poco m¨¢s de paciencia. Un poco menos de impuestos. Un poco m¨¢s de amnist¨ªa fiscal.
Pero parece dif¨ªcil ser paciente cuando el cuento es viejo y ya sabemos el final. Es dif¨ªcil ser paciente ante el espect¨¢culo indecente de ver c¨®mo la lluvia que cae sobre Bot¨ªn es la lluvia de los salarios recortados, de los hospitales cerrados y de los bancos rescatados. Redistribuci¨®n hacia arriba de manual. Ante este panorama, sentarse a esperar que caigan gotas, que la bonanza de arriba se filtre hacia abajo, parece tan in¨²til como temerario. Y m¨¢s cuando hay alternativas.
Gemma Galdon Clavell es doctora en Pol¨ªticas P¨²blicas.
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