Los apestados de Septfonds
Vidal Casta?o reconstruye el ¨¦xodo de republicanos en el campo de concentraci¨®n franc¨¦s
Engull¨ªan entre ocho un pan petrificado de 25 cent¨ªmetros. Aguardaban desnudos en el g¨¦lido cuadril¨¢tero de castigo. Acumulaban mugre, tifus y tuberculosis. El campo de Judes en Septfonds, un recinto infecto con 30 barracones al suroeste de Francia, no fue un refugio agradable para sus 15.000 inquilinos, en su mayor¨ªa republicanos valencianos y catalanes. Ellos cruzaron la frontera de los Pirineos en 1939 tras la retirada, huyendo del fascismo.
El Estado galo, emblema te¨®rico de la fraternidad y el derecho de asilo, trat¨® a los perdedores espa?oles como una legi¨®n sospechosa de indigentes. El historiador Jos¨¦ Antonio Vidal Casta?o reconstruye en Exiliados republicanos en Septfonds (Catarata, 2013) las penurias de los desgraciados. Una jaur¨ªa humana que pronto pens¨® en escapar de un anfitri¨®n que, pese a la aparente sinton¨ªa republicana de su primer ministro, el radical socialista ?douard Daladier,antepon¨ªa las alianzas ante la Segunda Guerra Mundial a la solidaridad.
El ensayo recorre la fugaz vida de personajes secundarios como el soldado Salvador Broseta Domingo (1918-1943). Durante un a?o y seis meses, el militar natural de Benicalap transit¨® por la guerra, el exilio y el cautiverio franc¨¦s. Gracias a la documentaci¨®n facilitada por la familia, una caja de 66 cartas, poemas y fotograf¨ªas, se dibuja la personalidad de un joven locuaz y alegre sin acusadas motivaciones pol¨ªticas. Broseta luch¨® en 197 poblaciones antes de acabar en Septfonds, donde enferm¨® posiblemente de un c¨¢ncer. ¡°Tengo el vientre m¨¢s tostado que un pan¡±, lleg¨® a escribir en una de sus misivas de impecable caligraf¨ªa.
El soldado apenas pas¨® cuatro meses en el campo. Y fue uno de los miles de republicanos que retornaron a Espa?a, la mayor¨ªa embaucados por las falacias del Estado franquista que proclamaba la reconciliaci¨®n nacional mientras ultimaba la denominada ¡°caza de rojos¡± con la Ley de Responsabilidades Pol¨ªticas. ¡°Broseta fue un ejemplo de fuerza mayor porque estaba enfermo¡±, apunta Vidal Casta?o. ¡°Fue un h¨¦roe an¨®nimo¡±, a?ade el sobrino del soldado, el concejal del PSPV de Valencia, Salvador Broseta.
El pintor Salvador Soria consigui¨® con sus lienzos figurativos un salvoconducto para integrarse en la Francia de los artistas. Natural del Grao de Valencia, recal¨® en Septfonds en febrero de 1939, tras conocer las penalidades del campo Angel¨¨s sur Mer. Se cas¨® con una francesa y regres¨® a Valencia en 1953. Pint¨® sin alusiones a su etapa en la trinchera tricolor. Sus obras llegaron al MOMA de Nueva York. ¡°Al Franquismo le interes¨® tener controlado en Espa?a a Soria, que era un artista con prestigio internacional¡±, explica Vidal Casta?o, que se doctor¨® en historia con 71 a?os, hijo de un maestro republicano represaliado y militante durante la Transici¨®n del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP).
Otro valenciano que acab¨® en Septfonds fue el estudiante de Medicina Juan Mar¨ªn, que durante la contienda defendi¨® la Universitat de Val¨¨ncia a petici¨®n de su rector. El soldado, que se alist¨® como voluntario al bando republicano, retrato la ferocidad de la batalla. ¡°Una bomba cay¨® en la calle Poeta Querol, ante el hotel Ingl¨¦s. Los caballos se desbocaron¡±, relat¨® hace tres a?os al autor del libro. Mar¨ªn es el ¨²nico excombatiente que est¨¢ vivo .
El libro retrata secuencias que revelan c¨®mo la solidaridad aflora en medio de la barbarie. En el campo de Septfonds unos excombatientes lavaban la ropa a cambio de comida. Otros, manten¨ªan en secreto las excursiones a la cocina para robar a hurtadillas las peladuras de patatas. Los amigos de Juan Mar¨ªn le regalaron ropa para salir con la hija de un oficial franc¨¦s.
Si en algo insiste Vidal Casta?o en su ensayo es que el recinto franc¨¦s fue un campo de concentraci¨®n, con sus espacios de castigo, torres militarizadas, focos y vigilancia. En sus 30 hect¨¢reas murieron 84 refugiados en tres a?os. Sus huesos fueron a parar al cementerio de espa?oles, a las afueras deSeptfonds. Un espacio presidido por una frase de Rafael Alberti. ¡°Vosotros no ca¨ªsteis¡±.
Hoy, la memoria de Septfonds se reduce a una leve referencia en forma de placa en un lugar desprovisto de gui?os al pasado. Y, desde esta semana, a un ensayo que se presenta este jueves en la Casa del libro de Valencia.
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