Un embrollo descomunal
Hace 24 a?os el presidente socialista Joan Lerma puso en marcha RTVV. Naci¨® sin mucho entusiasmo por la libertad de expresi¨®n, dig¨¢moslo todo
Breve historia de una desdicha. Hace 24 a?os el presidente socialista Joan Lerma puso en marcha RTVV. Era entonces una TV sometida a la austeridad econ¨®mica de aquellos tiempos y naci¨® sin mucho entusiasmo por la libertad de expresi¨®n, dig¨¢moslo todo. En 1995, su sucesor en la poltrona, el popular Eduardo Zaplana, sacudi¨® la modestia del invento y, sin reparar en gastos, lo inund¨® con personal de su confianza, abonando el clientelismo y la manipulaci¨®n informativa. Su apadrinado Francisco Camps no hizo despu¨¦s otra cosa que, en un palmario ejercicio de irresponsabilidad, insistir en estas pr¨¢cticas, abocando el ente al l¨ªmite de lo imposible e inviable. Alberto Fabra, que lo relev¨®, ha tenido que afrontar, desde la actual insolvencia de las finanzas p¨²blicas, el problema que supone el escandaloso desmadre econ¨®mico de este medio, por no hablar de su mis¨¦rrima audiencia. Soslayemos los episodios de saqueo, abusos y despilfarro.
?Ten¨ªa el presidente otra alternativa? ?Podr¨ªa haber recurrido a la cirug¨ªa o a la negociaci¨®n con las partes implicadas, plantilla e incluso la oposici¨®n? Lo bien cierto es que, declarada la nulidad judicial del ERE, que conllevaba como se sabe el despido de casi un millar de trabajadores, se determin¨® el final de las emisiones sin el menor intento de salvar lo salvable. A partir de ese momento la liquidaci¨®n del ente se ha convertido en un embrollo descomunal y ha dado la impresi¨®n de que, a pesar de los eminentes y bien pagados asesoramientos jur¨ªdicos del Consell, ¨¦ste se hab¨ªa lanzado a la piscina sin saber nadar. Todo el proceso liquidador parece desarrollarse bajo el signo de la improvisaci¨®n, lo que abona la frivolidad e incompetencia de los gestores. Hubo momentos en que RTVV pudo estar gobernada hasta por un soviet de trabajadores, tan era el vac¨ªo de poder.
No vamos a romper una lanza por esta TV. Rescatable o no, estaba moribunda y, en realidad, sus mayores beneficiarios eran los pol¨ªticos del PP con mando en plaza, los principales festejos del pa¨ªs, digamos gaiates,falles i fogueres, y los no pocos subvencionados ¡ªf¨²tbol, motor, estrellas invitadas¡ª que minaban sin recato los dineros del presupuesto. Como medio informativo bajo el imperio del PP, la TVV ha sido el emporio de la mentira o la falsificaci¨®n. Su obituario no merece una sola l¨¢grima, excepci¨®n hecha del holocausto laboral que su cierre ha causado. Pero aun en este cap¨ªtulo procede matizar que alguna culpa incumbe a esa plantilla que, salvada una intr¨¦pida y honorable minor¨ªa, ha callado a?o tras a?o ante los desmanes evidentes y su propia hinchaz¨®n. No merecen este castigo, pero lo han abonado.
?Vamos, pues, a quedarnos sin televisi¨®n, siendo como somos una singularidad idiom¨¢tica y cultural, adem¨¢s de un mercado publicitario apetecible a poco que se tonifique la econom¨ªa? Pues no. Apostamos que m¨¢s pronto que tarde tendremos televisi¨®n auton¨®mica. El PP, cojitranco como anda, presentimos que no se arriesgar¨¢ a concurrir a las pr¨®ximas elecciones sin este amparo. Algunos de sus notables ya apuntan tal riesgo. Por eso fletar¨¢ f¨®rmulas y hallar¨¢ cofrades para sacarle las casta?as del fuego en el que ya arde. En todo caso, producido el relevo en el gobierno de la Comunidad, la izquierda tiene la obligaci¨®n pol¨ªtica de dotarnos por fin de una TV p¨²blica, plural y de calidad. La experiencia padecida con Canal Nou, que glosamos, ha sido lo bastante aleccionadora como para no cometer los mismos o perecidos errores.
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