Fabra en el Infierno
El mundo puede arregl¨¢rselas muy bien sin la tele. Pronto podremos arregl¨¢rnoslas sin Fabra.
Imaginemos un di¨¢logo entre dos fil¨®sofos: las ideas que expresan son ciertas, pero el episodio es ap¨®crifo, como si de una comedia televisiva se tratara. Me lo he inventado, eso s¨ª: con fines morales. No sabemos si dichos pensadores est¨¢n en el Infierno: uno por su ate¨ªsmo militante; otro por sus dudas religiosas. Sentados a una misma mesa, en el plat¨®, ambos fil¨®sofos discuten sobre la cultura. En uno de ellos se aprecia el desali?o indumentario; en el otro la gravedad de sus ropas.
Con cruel sinceridad, Jean-Paul Sartre, el primero de esos pensadores, dice: ¡°El mundo puede arregl¨¢rselas muy bien sin literatura¡±, sin teatro, sin cultura. Si es un mecanismo que funciona por s¨ª solo, sugiere, la vida no precisa las ficciones que salvan a los que las escriben y a los que las leen o las ven representadas. El otro fil¨®sofo asiente. No parece oponer resistencia a dichos argumentos.
Si asumimos el dictamen de Sartre, nosotros, los espectadores, podr¨ªamos a?adir por nuestra parte que el mundo tambi¨¦n puede arregl¨¢rselas muy bien sin la televisi¨®n. En efecto, si la televisi¨®n es cultura, de la cultura igualmente podemos prescindir. Una obra literaria, pregunta Miguel de Unamuno, ?qu¨¦ es sino? ¡°Es, despu¨¦s de todo y pese a los mo?os que los literatos nos ponemos y a nuestras ¨ªnfulas, un art¨ªculo de comercio¡±.
Por muchos mo?os que se pongan los periodistas, por muchas ¨ªnfulas culturales que se den, los productos cinematogr¨¢ficos o televisivos ¨²nicamente son art¨ªculos de comercio: parafraseamos a Miguel de Unamuno, que siendo ¨¦l mismo escritor elevado, no dudaba del aspecto puramente mercantil de la literatura: seguramente por la gravedad impostada de tantos mequetrefes de la cultura. Bien, admitamos que esta ¨²ltima s¨®lo sea un variado muestrario de g¨¦neros de comercio. Pueden comprarse o no; pueden consumirse o no. ?Entonces?
Sartre, muy esc¨¦ptico y resabiado, se ajusta las antiparras respondiendo con determinaci¨®n sat¨¢nica: la Tierra, ese mismo mundo del que hemos amputado la literatura, el teatro, el cine, la televisi¨®n, ese mundo que no necesita de la imaginaci¨®n o de la fantas¨ªa, ¡°a¨²n puede arregl¨¢rselas mejor sin seres humanos¡±. Sobran la cultura y los individuos, sobra el p¨²blico y, mejor a¨²n, aquellos que escriben dramas, novelas, cuentos, poemas; aquellos que producen, que ruedan, que montan, que editan, que publican; aquellos que elevan el esp¨ªritu.
Regularmente, Canal Nou no elevaba el esp¨ªritu: ten¨ªa un perfil incluso sat¨¢nico. Como otros medios culturales. Lo normal es que en la vida nos rodeen muchos productos de baja estofa: novelas de chichinabo, teatro mediocre. Pero el ser humano no s¨®lo vive de bocados exquisitos: tambi¨¦n se nutre con cultura de segunda. RTVV no ha sido un centro de producci¨®n eximio y adem¨¢s ha manipulado y degradado numerosos art¨ªculos de comercio, esa cultura que deploraba Unamuno. Podemos prescindir de ellos. Pero, atenci¨®n, de paso podemos arregl¨¢rnoslas mejor sin los seres humanos: aquellos que ahora despiden y aquellos que se despiden de su programaci¨®n. El mundo puede arregl¨¢rselas muy bien sin la tele. Pronto podremos arregl¨¢rnoslas muy bien sin Fabra. Palabrita del Ni?o Jes¨²s: lo mandaremos al Infierno.
http://justoserna.com/
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