Cuando Maria Abradelo bailaba la balalaika (que ya es dif¨ªcil)
Igual un d¨ªa de estos tenemos las confesiones en exclusiva del ch¨®fer de 'T¨®mbola', para mi gusto mucho m¨¢s reveladoras que estos autos de fe de los damnificados de la cadena
Ante tanto acto de contrici¨®n en las ¨²ltimas semanas por parte de los trabajadores de Canal 9 confesando pecados y omisiones, no s¨¦, si es que se ha adelantado el fin del milenio -y la consiguiente destrucci¨®n del planeta- y todo el mundo quiere rendir cuentas ante el supremo. O nos encontramos ante una comedia que deber¨ªa haber firmado el dramaturgo Noel Coward, consumado escritor en las finas artes de la exhibici¨®n c¨ªnica. Ya puestos, igual un d¨ªa de estos tenemos las confesiones en exclusiva del ch¨®fer encargado de trasladar a los invitados de T¨®mbola, para mi gusto mucho m¨¢s reveladoras que estos autos de fe y masoquismo de los damnificados de la cadena.
Como antiguo trabajador de la casa en mi condici¨®n de guionista mercenario y estajanovista que igual escrib¨ªa para una estrella pop como Mar¨ªa Abradelo que realizaba un especial sobre Georges Simenon, tengo la sensaci¨®n -leyendo algunas de las declaraciones de algunos de mis excompa?eros- que han descubierto de golpe que lo que se imaginaban como una franquicia de la isla Pandora de Avatar en realidad era un gulag enclavado entre La Coma y Burjassot y con vistas al cementerio de Paterna. Lo que me extra?a es que hayan podido sobrevivir todo este tiempo, entre otros atropellos, al estilismo- por lo que respecta a presentadores y presentadoras- al que han estado sometidos.
No me vayan a juzgar mal como un exguionista fr¨ªvolo y oportunista. Nada m¨¢s lejos de sensibilidad profesional. Entre mis compromisos creativos quiero destacar mi trabajo de dramaturgia para Joan Monleon -El Show de Joan Monle¨®n supuso mi debut televisivo- aunque tengo que confesar que escribirle un gui¨®n al Rey de la Paella Rusa acababa resultando una tarea tan imposible como conseguir un poco de espontaneidad en la cara de maniqu¨ª a?ejo del presidente Alberto Fabra. Mi aportaci¨®n m¨¢s trascendental al programa consisti¨® en sugerir que los vecinos del pueblo invitado trajeran alg¨²n producto o muestra culinaria t¨ªpica de la localidad y de paso vertebr¨¢bamos ¨Cgastron¨®micamente- el pa¨ªs.
Aquello desgraciadamente acabar¨ªa convirti¨¦ndose en el caballo de Troya del inicio de la destrucci¨®n de Canal 9, cuando los dulces y otras delicatessen que se iban acumulando generosamente en el camerino de Monle¨®n atrajeron una plaga de hormigas que despu¨¦s de acabar con las existencias de coques Cristina comenzaron a socavar los cimientos de Canal 9 siguiendo el ejemplo de sus antecesoras en La humanidad en peligro.
En plena cuenta atr¨¢s para la que hab¨ªa de ser la televisi¨®n de todos los valencianos noto que mis recuerdos se amontonan y fragmentan como un calidoscopio de colores algo desva¨ªdos. Primeras visiones: El rostro de Vicente Gonz¨¢lez Lizondo desencajado ante la palabra ¡°servei¡± que ha pronunciado la periodista y presentadora debutante -con su valenciano de autoescuela o aprenda a hablar la lengua de Teodor Llorente en un mes- mientras el pol¨ªtico la amonesta y le recuerda el pacto gramatical -seg¨²n ¨¦l- forjado con el director de la cadena. Estaba claro que en Canal 9 resultaba mucho m¨¢s peligroso ser catalanista que haber militado en la Joven Guardia Roja o en un comando del FRAP.
En mi hoja de servicios profesionales a la cadena apunto algunos de los programas insignia de la casa, como la creaci¨®n de A la Babal¨¤ o el debut de N¨²ria Roca, una presentadora como dir¨ªa Dorothy Parker con un gran abanico de registros interpretativos: Exactamente de la A la B. Un apartado especial para Carta Blanca, el primer gran guirigay de la cadena auton¨®mica. Como viernes de gloria recuerdo la noche que aterriz¨® Bienvenida P¨¦rez en el plat¨® de Burjassot transformada en la ma?tresse que hab¨ªa estado a punto de derrumbar el Imperio Brit¨¢nico. Al final del programa la lady valenciana casi hab¨ªa acabado con las reservas de vodka de la cafeter¨ªa, eso s¨ª con impecable discreci¨®n british: Suministrada en una botella de agua mineral que no dejaba de rellenarse a lo largo del programa.
Un recuerdo especial para el productor del programa, Ram¨®n Fuster, que m¨¢s tarde reaparec¨ªa en los tiempos de la direcci¨®n de Pedro Garc¨ªa, que era capaz de hacer pasar a su ¨²ltima protegida por una reci¨¦n licenciada de periodismo por la Universidad de Cochabamba y plantarla como invitada en la mesa de expertos para hablar, pongamos por caso, sobre la falta de polinizaci¨®n de las abejas.
Tengo que reconocer que no he rentabilizado lo suficiente mi paso por un programa de testimonios con el pedigr¨ª de Carta Blanca y guionista arrepentido dispuesto a contar con toda clase de pelos y se?ales el alma maquiav¨¦lica en que puede llegar a transformarse un periodista caza-testimonios. Un guionista sin alma ni escr¨²pulos que no dudar¨ªa un instante a la hora de hacer pasar a su abuela por una superviviente de Auschwitz. Y ya nos le digo nada de la envidia que me producen mis antiguas compa?eras de R¨¤dio 9 Am¨¤lia Garrig¨®s y Reies Juan y ese don de la ubicuidad que Dios les ha dado desde que se han visto expulsadas al mundo exterior de su antiguo para¨ªso radiof¨®nico. Hay d¨ªas que hasta me pregunto si no tendr¨¢n una doble para repartirse la faena a la vista del calendario de actividades que les espera. Como colof¨®n de este a?o tan ajetreado igual nos sorprenden como presentadoras de las doce campanadas de Nochevieja en streaming.
En el cap¨ªtulo de fracasos profesionales consigno -entre otros- no haber conseguido que Mar¨ªa Abradelo cayera en la cuenta que la balalaika es un instrumento musical y no un baile de moda de los Urales. Cantar el Casatchok tiene estos riesgos.
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