Una orquesta sin director
Tocar sin director, como hace BandArt, no es nuevo. De hecho, hasta mediados del XIX, lo habitual
Tocar sin director, como hace BandArt, no es nuevo. De hecho, hasta mediados del XIX, lo habitual era que uno de los m¨²sicos, desde el clave o como primer viol¨ªn, realizara sus funciones. Otras veces, el llamado director marcaba el comp¨¢s de una manera ruidosa, sea golpeando el suelo con una larga varilla, sea d¨¢ndole al atril con un papel enrollado. Afortunadamente, los m¨²sicos de Bandart no recuperan estas dos ¨²ltimas formas, sino que encargan la tarea al primer viol¨ªn.
Trabajar sin director, por m¨¢s que el concertino asuma labores extras, supone una labor creativa complicada. Desaparecida la autoridad de aquel, es necesario unificar criterios t¨¦cnicos e interpretativos. Y, despu¨¦s, llevarlos a la pr¨¢ctica, algo que, por lo general, implicar¨ªa aumentar el n¨²mero de ensayos: es lo que sucede en la m¨²sica de c¨¢mara. Sin embargo, seg¨²n manifiesta Javier Eguillor, timbal de la Orquesta de Valencia y tambi¨¦n miembro de BandArt, la concentraci¨®n con que se trabaja en esta agrupaci¨®n permite alcanzar buenos resultados con poco tiempo. Habla Eguillor focalizando dicha concentraci¨®n en la energ¨ªa que les transmite el concertino, Gordan Nikolich.
Con todo, cualquier m¨²sico sabe la infinidad de aspectos que no figuran expl¨ªcitamente en la partitura, o que figuran de una manera poco precisa, y que es necesario discutir si nadie tiene la ¨²ltima palabra. Tambi¨¦n los oyentes saben lo que puede variar una obra seg¨²n la batuta que la dirija, aunque la orquesta sea la misma. Por eso la ausencia de director entra?a muchos riesgos. M¨¢xime cuando la orquesta se hace grande. El jueves se empez¨® con Arriaga y una treintena de m¨²sicos, pero se lleg¨® a la Novena de Schubert con casi cincuenta. Y coordinarlos a todos, no s¨®lo en la m¨¦trica, sino en el fraseo, los vol¨²menes, el subrayado de timbres y el esp¨ªritu de la interpretaci¨®n, es realmente dif¨ªcil. De hecho, la figura del director, al frente de una agrupaci¨®n sin tocar ning¨²n instrumento, se generaliz¨® ligada al aumento en el n¨²mero de miembros de las orquestas, aumento que tuvo lugar a lo largo del siglo XIX.
Orquesta BandArt
Concertino: Gordan Nikolich. Obras de Arriaga, Schumann y Schubert. Palau de la M¨²sica. Valencia, 28 de noviembre de 2013.
Quiz¨¢ por todas esas dificultades, la Sinfon¨ªa en Re de Arriaga, interpretada con 35 m¨²sicos, fue la obra que obtuvo un resultado m¨¢s redondo, con un sonido l¨ªmpido, un gran ajuste y, sobre todo en el ¨²ltimo movimiento, una traducci¨®n perfecta de la dram¨¢tica agitaci¨®n que late en la partitura. Para el Schumann de Manfred se a?adieron 15 instrumentistas m¨¢s, y aunque el ajuste sigui¨® siendo muy bueno, la sonoridad ya no pareci¨® tan mod¨¦lica. Empez¨® a notarse que la gama que va del mezzo forte hacia arriba no se hab¨ªa trabajado en todos sus matices y gradaciones, y es que ¨Cya se ha se?alado- no hab¨ªa al frente alguien con dos manos libres para indicarlo todo. Por otra parte, los miembros de BandArt pertenecen a diversas formaciones, y ello, a la vez que enriquece, puede tambi¨¦n dificultar la cohesi¨®n y el empaste. El jueves, adem¨¢s del mencionado Javier Eguillor (Orquesta de Valencia), tocaron miembros de la Mahler Chamber Orchestra, Orquestas de Par¨ªs y de Lucerna, London Symphony Orchestra y Orquesta de Castilla y Le¨®n.
Tras el descanso, todav¨ªa m¨¢s instrumentistas salieron a escena. Para abordar, adem¨¢s, una obra compleja. En¡°La Grande¡± de Schubert, a los problemas se?alados se une el de las numeros¨ªsimas repeticiones, donde se estrellan con frecuencia grandes figuras de la batuta. Se trata de conseguir que cada repetici¨®n aparezca con cierta luz nueva, que la acumulaci¨®n no se transforme nunca en rutina, y que se sugiera el universo soterradamente obsesivo que subyace ¨Cya est¨¢ en Gretchen am spinnrade- en tantas partituras del compositor. En cualquier caso, el proceso de poner a punto, colectivamente, una obra de tama?as dimensiones, ha debido suponer para todos los participantes una experiencia enriquecedora en alto grado. El tiempo dir¨¢ si, una vez limadas ciertas asperezas, podr¨¢ medirse la versi¨®n de BandArt con la ofrecida por una batuta importante.
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