Pintan bastos
El Gobierno se blinda frente al cabreo generalizado. No hay m¨¢s que ver al presidente valenciano Alberto Fabra convertido en un fugitivo achuchado por el descontento.
Este pa¨ªs ¨CEspa?a, la Comunidad- huele a pobreza y corrupci¨®n. En adelante, adem¨¢s, heder¨¢ a Gestapo, como ya perciben los m¨¢s viejos del lugar y pronto sabr¨¢n los m¨¢s j¨®venes de qu¨¦ hablamos. Bastar¨¢ con que entre en vigor la nueva Ley de Seguridad Ciudadana que, seg¨²n aleccionaba una vi?eta de Toni Batllori en La Vanguardia, establece que ¡°cualquier protesta que consiga ser una protesta se considerar¨¢ una infracci¨®n grave o muy grave¡±. Desmesuradamente grave, a?adimos. Pues eso, se nos quiere sumisos y amedrentados por unas sanciones disparatadas que incluso han alarmado a las autoridades europeas. Pintan bastos y, si bien parece excesivo evocar el terrorismo de Estado, la verdad es que esta norma y la misma jeta del ministro responsable aterrorizan lo suyo.
El Gobierno se blinda frente al cabreo generalizado. No hay m¨¢s que ver al presidente valenciano Alberto Fabra convertido en un fugitivo achuchado por el descontento. Vaya donde vaya se tropieza con la recepci¨®n airada de los damnificados de todo oficio y condici¨®n, que hasta un grupo de escolares setabenses ha pedido esta semana su dimisi¨®n. Cierto es que el molt honorable no ha tenido la culpa de su infortunio, ese legado de deudas, quebrantos y saqueos que est¨¢ cuestionando la misma idoneidad del r¨¦gimen auton¨®mico. Pero poco o nada puede hacer nuestra primera autoridad, m¨¢s all¨¢ de cumplir su programa amparado por la fuerza p¨²blica, confiando en que amaine la borrasca civil que, sin embargo, se engresca a medida que pasan los d¨ªas y se desvela la dimensi¨®n de los esc¨¢ndalos pol¨ªticos protagonizados en su inmensa mayor¨ªa por infaustos personajes del PPCV. Lo tiene crudo este buen hombre, inerme ante un destino que le viene grande y del que deber¨ªa liberarse convocando elecciones y devolvi¨¦ndole la voz al electorado.
La mayor¨ªa absoluta parlamentaria que nos gobierna garantiza la inminente vigencia de la mentada ley que glosamos. Pero pocos creen que tal raci¨®n de mano dura refrene la rebeld¨ªa, la indignaci¨®n y la voz de tantos condenados del sistema, ese universo de desempleados y desahuciados sin expectativas, a pesar del falsario discurso oficial. Si de nada han valido las cuchillas instaladas en la frontera de Melilla, donde los inmigrantes se dejan la piel a tiras, o la vida, tampoco parece que ese bloque de sanciones pueda frenar el alud de reivindicaciones que ha cuajado a lo largo de una crisis econ¨®mica sin fecha de caducidad. Este gobierno, como todos los autoritarios, pretende sustituir el necesario cambio pol¨ªtico con acrecidas dosis de orden p¨²blico. Puro residuo franquista. El ¨²nico resultado previsible ser¨¢ el descr¨¦dito de la polic¨ªa, motejada de nuevo, como en los viejos tiempos, de bofia, monos o pasma, entre otras delicadezas. Eso y muchas multas.
Resulta significativo que esa ley represiva se haya anticipado a la de la transparencia o a la batalla contra la corrupci¨®n. Es muy posible que si se hubiese invertido el orden no habr¨ªa hecho falta este despliegue de fuerza e inevitable violencia. Pero, claro, sin opacidad y laxitud pol¨ªtica y judicial para con los desmanes no se hubiesen a cumulado fortunas y prepotencias para la clientela del PP, la de los poderosos y ventajistas. Al caso viene aquella observaci¨®n del multimillonario Bernat Buffet. En el mundo, dec¨ªa, hay una guerra entre ricos y pobres y la estamos ganando por goleada. El PP, a su modo, est¨¢ movilizado y arrima el ascua a su sardina. Las clases medias ni se enteran.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.