La mayor¨ªa silenciosa tampoco quiere recortes
M¨¦dicos y enfermeros de Santiago muestran su temor a la privatizaci¨®n
?En el control de la segunda planta del ambulatorio Concepci¨®n Arenal (en pleno Ensanche de Santiago) una joven en pr¨¢cticas trata de organizar el departamento de pediatr¨ªa. Dos de los cuatro m¨¦dicos est¨¢n en huelga, los otros dos se encargan de los servicios m¨ªnimos. ¡°Solo se atienden urgencias¡±, explica una y otra vez la becaria a pacientes y padres. Mar¨ªa ?ngel trae a su hija ¡ªtambi¨¦n Mar¨ªa ?ngel¡ª reci¨¦n sacada del colegio. Explica los s¨ªntomas de una sinusitis: ¡°Problemas para respirar, dolor de cabeza...¡±. En el mostrador se le recuerda que puede aguardar, pero que si el m¨¦dico no lo considera una urgencia, se ir¨¢ a casa sin recetas. Se sienta en la sala de espera. Junto a otra docena de progenitores.
Dentro, en la consulta, la doctora Losada porta una pegatina de ¡°huelga¡± sobre la bata. El cartelito a boli anuncia su solidaridad con la protesta. ¡°Puedes escribir que la gente no entiende lo que es una huelga¡±, pide, a la carrera de un paciente a otro.
Doce de las 18 enfermeras de las tres plantas s¨ª han ido a trabajar, tres ellas sin estar llamadas a servicios m¨ªnimos. Dolores explica que est¨¢ en contra de los recortes, de que no se cubran plazas de jubilaciones (de las ocho compa?eras que han acabado su vida laboral, solo dos han sido sustituidas), de asumir cada d¨ªa m¨¢s trabajo, del tijeretazo a sueldo y derechos y tambi¨¦n ¡°de lo que supuestamente va a hacer la Xunta con la sanidad¡±. Se refiere a las unidades de gesti¨®n que prepara Sanidade y que est¨¢n en boca de todos. De la veintena de m¨¦dicos y enfermeras consultados para este reportaje, el rechazo es un¨¢nime. Una alerta concentra todas las quejas: ¡°Privatizaci¨®n¡±.
A las puertas del ambulatorio, tres enfermeras en servicios m¨ªnimos apuran la pausa de la ma?ana. Dos Mar¨ªas y una Esperanza. Solo una tiene previsto parar hoy como protesta. ¡°Y eso a pesar de los sindicatos, a los que me niego a dar la raz¨®n¡±, aclara. Llega la pregunta sobre la ca¨ªda del presupuesto en sanidad y las tres se enredan en un debate sobre los excesos de ¡°la burbuja, que tambi¨¦n afect¨® a los hospitales¡±. ¡°Aqu¨ª se usaron ambulancias como si fueran taxis, los pacientes abusaron y llenaron sus despensas de medicinas, algo habr¨¢ que hacer, yo apoyo el copago¡±. ¡°Eso tambi¨¦n es culpa de los gestores¡±, replica su compa?era. En la segunda planta tambi¨¦n faltan m¨¦dicos de cabecera. Pero nadie especifica cu¨¢ntos y si se pregunta demasiado, el guardia de seguridad invita amablemente al periodista a abandonar el edificio. ¡°?rdenes de la coordinadora¡±.
En las consultas externas del Hospital Cl¨ªnico de Santiago el seguimiento del paro va por especialidades. En la de reumatolog¨ªa se han presentado todos a trabajar: siete en total. Unos metros m¨¢s all¨¢, de los 11 traumat¨®logos est¨¢n dos (uno por servicios m¨ªnimos). En las colas, los pacientes se resignan. La aplastante mayor¨ªa se enciende al mentar los recortes. La excepci¨®n es Mar¨ªa: ¡°Lo entiendo, el ahorro est¨¢ llegando a todas partes... Menos a los pol¨ªticos y a los sindicatos, no hay m¨¢s que leer la prensa¡±.
Tras la puerta de oncohematolog¨ªa ¡ªtratamiento a la leucemia, en lenguaje llano¡ª las caras de pacientes y familiares se demacran. En 20 a?os ning¨²n onc¨®logo del Cl¨ªnico de Santiago se hab¨ªa sumado a una protesta. De los cinco con derecho a huelga, tres se quedaron en casa. Uno de los facultativos que no par¨® se niega a considerarse ¡°mayor¨ªa silenciosa¡±: ¡°A favor de estos recortes y de cobrar los medicamentos a los cr¨®nicos no est¨¢ nadie, que no inventen¡±. David ¡ªpongamos que se llama as¨ª este m¨¦dico con 29 a?os de experiencia en la sanidad p¨²blica¡ª tambi¨¦n est¨¢ trabajando. A su pesar. ¡°Los compa?eros de Madrid nos dieron una lecci¨®n, pero mucha gente como yo desiste, nos han castrado, nos quitan derechos y parte del sueldo. No estoy seguro de que la huelgas sirvan cuando las decisiones no se toman ni en Galicia ni en Madrid sino en Bruselas. Y lo peor est¨¢ por venir. Las unidades de gesti¨®n son un caramelo envenenado, tratan de que ejecutemos sus recortes y que hagamos algo para lo que no estamos preparados. Tengo miedo de que el prop¨®sito sea la privatizaci¨®n y de que en Galicia alguien haya utilizado una v¨ªa m¨¢s sibilina para llegar al mismo punto que en Madrid: la privatizaci¨®n¡±.
La estad¨ªstica de la Xunta cifra el seguimiento del paro en Santiago en un 11,9% por la ma?ana y un 28,8% por la tarde. Un paseo por el Cl¨ªnico y el ambulatorio siembra dudas sobre ese c¨¢lculo. Pero los datos oficiales son los de la Administraci¨®n.
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