Esp¨ªas y desprestigio democr¨¢tico
La seguridad privada junta a CiU con Rajoy, y en Catalu?a PP y PSC desairan al Parlament al no dar explicaciones por M¨¦todo 3
La fiebre privatizadora amenaza al monopolio estatal de la violencia. Esta semana tres partidos de inspiraci¨®n cristiana -PP, CiU y PNV- han decidido dar a los vigilantes privados potestad para patrullar y detener ciudadanos por las calles. Ahora que pasado y presente se funden en simposios que desdibujan las fronteras entre historia y pol¨ªtica, no est¨¢ de m¨¢s recordar que Espa?a ha sido vanguardista en este tipo de privatizaciones. El Estado cedi¨® poder represivo tanto a sus cloacas, con los pistoleros del Sindicato Libre de Mart¨ªnez Anido, en la Barcelona que despertaba al anarquismo a principios del siglo XX, como a los p¨²lpitos, con los tribunales eclesi¨¢sticos que ordenaron ejecuciones por delitos de herej¨ªa. Lo hicieron hasta 1826 y la ¨²ltima v¨ªctima fue el de¨ªsta Cayetano Ripoll, ahorcado en Valencia, con un t¨¦trico y fallero decorado de llamas dibujadas, para que no faltaran alusiones a la tradici¨®n.
La citada ley de seguridad privada ha tenido tambi¨¦n la virtud de reconciliar en un asunto ideol¨®gico-material a dos nacionalismos antag¨®nicos: el de PP y el de CiU. Los intereses han pasado por encima de antinomias aparentemente tan profundas como la que enfrenta a defensores y detractores del refer¨¦ndum de autodeterminaci¨®n de Catalu?a. Esas contradicciones en lo que al eje nacional se refiere tambi¨¦n se manifiestan en el otro eje: derecha-izquierda. El antagonismo de clase ha cedido el paso a un triste sindicato de intereses a la hora de dar explicaciones en el Parlament por el llamado caso M¨¦todo 3 de espionaje. Todo ha sucedido despu¨¦s de que la Audiencia de Barcelona diera hace unos d¨ªas carpetazo judicial, archivara y cerrara en falso la causa por la grabaci¨®n con micr¨®fono oculto de un almuerzo entre la l¨ªder del PP catal¨¢n, Alicia S¨¢nchez Camacho, y Victoria ?lvarez, ex novia de Jordi Pujol Ferrusola en el restaurante la Camarga de Barcelona.
La forma en que PP y PSC han dado esquinazo a las peticiones de comparecencia en el Parlament por el caso M¨¦todo 3 son dignas de figurar en los manuales de desprestigio de las instituciones democr¨¢ticas. Estamos ante una pr¨¢ctica m¨¢s que generalizada entre quienes frecuentan los c¨ªrculos de poder para mantener su impunidad a base de crear frustraci¨®n entre los ciudadanos. La C¨¢mara legislativa catalana a la que tanto aseguran respetar no dispone de ning¨²n mecanismo legal que obligue a comparecer a sus propios miembros aunque lo apruebe la mayor¨ªa absoluta, como sucede en el caso de S¨¢nchez Camacho. Y tampoco puede hacer dar explicaciones a Jos¨¦ Zaragoza, ex secretario de organizaci¨®n del PSC y, por cierto, diputado en el Congreso, a quien apuntaban los indicios como responsable de haber encargado la grabaci¨®n.
La conducta de ambos partidos act¨²a en detrimento del prestigio de las instituciones de las que forman parte de ellas y, por tanto, deber¨ªan estar m¨¢s que interesados en defender. Pero la fuerza del sindicato de intereses mueve a sus integrantes a taparse mutuamente las verg¨¹enzas, sobre todo cuando pueden argumentar que hay de por medio un carpetazo judicial tan sorprendente como y el perd¨®n previo de la l¨ªder del PP a los esp¨ªas de M¨¦todo 3.
No es poco habitual, aunque no por ello menos decepcionante que los grandes principios cuando chocan con la realidad queden liberados de sus l¨ªmites ¨¦ticos. M¨¦todo 3, adem¨¢s de ser una agencia de detectives en liquidaci¨®n, da la medida de buena parte de la clase pol¨ªtica catalana. Adem¨¢s de grabar un almuerzo que pod¨ªa ser de utilidad electoral para socialistas y populares -el de la ex amante de Jordi Pujol Ferrusola-, la agencia de detectives ha actuado durante los a?os de la hegemon¨ªa pol¨ªtico-electoral de CiU y PSC como una central de esp¨ªas dobles al servicio tanto de la calle Nicaragua como de la calle C¨°rsega, donde se hallan respectivamente la sedes socialista y de Converg¨¨ncia. La irrupci¨®n de la polic¨ªa en el local de M¨¦todo 3 tras estallar el caso Camarga provoc¨® la dimisi¨®n de Xavier Martorell como director general de Prisiones de la Generalitat a finales de la pasada primavera, al ponerse de relieve que hab¨ªa encargado espiar a dirigentes pol¨ªticos catalanes y a jugadores de Bar?a mientras estuvo en la junta del club.
El espionaje de medio pelo al que se ha dado alas durante a?os queda lejos del glamour de los grandes protagonistas del g¨¦nero durante la guerra fr¨ªa, aquellos agentes dobles brit¨¢nicos intelectualmente brillantes, mayoritariamente cat¨®licos, homosexuales y comunistas.
Inexplicablemente, el impulso de M¨¦todo 3 no ha sido canalizado para lanzar el Centro Nacional de Inteligencia catal¨¢n -la Agencia de Seguridad Nacional- y as¨ª aprovechar una vez m¨¢s las sinergias entre lo p¨²blico y lo privado.
En Catalu?a todo ha quedado reducido al tama?o de su emprendedora menestral¨ªa, mientras el pragmatismo y el sindicato de intereses se encargaban de pulverizar los principios.
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