Futuro imperfecto
Los pueblos que no conocen su historia est¨¢n condenados a repetirla. Por si acaso voy a contarles un episodio ocurrido durante la Rep¨²blica que parece sacado del peri¨®dico de hoy
Uno de los mayores lugares comunes sobre el pasado es aquella m¨¢xima que dice que los pueblos que no conocen su historia est¨¢n condenados a repetirla. Es posible. No lo s¨¦. Por si acaso voy a contarles un episodio ocurrido durante la Rep¨²blica que parece sacado del peri¨®dico de hoy.
Resulta que en 1935 aterriz¨® por Madrid un caim¨¢n con pintas, llamado Daniel Strauss. Era un jud¨ªo de origen holand¨¦s y de nacionalidad mexicana que hablaba perfectamente espa?ol y conoc¨ªa el percal. Este individuo hab¨ªa patentado una ruleta a la que bautiz¨® con el nombre de Estraperlo, juntando las s¨ªlabas iniciales de su apellido con las de su socio, Perlowitz. A lo mejor la palabra les suena de algo. Durante la posguerra se utiliz¨® por analog¨ªa para designar al mercado negro como sin¨®nimo de corrupci¨®n por antonomasia. Por supuesto la ruleta de Strauss estaba trucada. Su intenci¨®n era sobornar al gobierno para que autorizara el invento en todos los casinos de Espa?a y forrarse, igual que Adelson en Eurovegas. Pero la cosa no pintaba f¨¢cil, porque la legislaci¨®n espa?ola de la ¨¦poca prohib¨ªa los juegos de azar. Cuando alg¨²n funcionario escrupuloso le recordaba las leyes, ¨¦l alegaba con socarroner¨ªa:
¡ª ?Por favor! ?Por qui¨¦n me ha tomado usted! Mi ruleta no tiene nada de juego de azar. Con ella siempre se sabe de antemano el n¨²mero que va a salir.
El tipo sab¨ªa bien qu¨¦ terreno pisaba. Ide¨® una red perfectamente articulada que iba desde los bajos fondos hasta la presidencia del gobierno con sobornos, sobres en negro, comisiones ilegales y todo eso. Un B¨¢rcenas de la vida. Cre¨® un entramado perfecto, pero cometi¨® un error. El resultado fue el mayor esc¨¢ndalo pol¨ªtico de la Rep¨²blica, que no dej¨® t¨ªtere con cabeza y provoc¨® la ca¨ªda inminente del gobierno. Con semejante descr¨¦dito de las instituciones el fr¨¢gil edificio de la Rep¨²blica no iba a poder mantenerse en pie mucho m¨¢s tiempo. La guerra estaba al caer.
No deja de resultar curioso que un asunto de consecuencias tan arrolladoras sea casi desconocido. Ni siquiera se menciona en los libros de texto. Todo esto ven¨ªa a cuento de si los pueblos que no conocen su Historia est¨¢n condenados a repetirla. Echen cuenta de todos los Daniel Strauss que han pasado por aqu¨ª desde entonces. El ¨²ltimo ese magnate de los casinos con pinta de g¨¢nster que jug¨® de farol para calentar el mercado con una pandilla de aprendices de Al Capone que no sab¨ªan con qui¨¦n se jugaban los cuartos. Y eso que tenemos una de las mejores y m¨¢s antiguas escuelas de caimanes del mundo. Somos el segundo pa¨ªs, s¨®lo por detr¨¢s de Siria, d¨®nde m¨¢s ha aumentado la corrupci¨®n. En la Comunidad Valenciana, tierra de saqueo, hay 13 alcaldes imputados que siguen en sus cargos. En las Cortes Valencianas, uno de cada cinco diputados del PP tiene cuentas pendientes con la Justicia sin que eso les impida seguir ejerciendo y cobrando del erario p¨²blico. El mayor palmar¨¦s de pol¨ªticos corruptos en activo de toda Europa.
Como ven el patio de la Historia se parece al patio de la vida. La gente que no es de fiar suele situarse siempre a la sombra de un mat¨®n. Se trata de una cuesti¨®n de orden moral, no ideol¨®gico. De todos los presidentes de gobierno que yo he conocido s¨®lo me he fiado de uno, y curiosamente no era de los m¨ªos. Sin embargo, era una tipo valiente que aguant¨® de pie cuando el salvapatrias de turno le exig¨ªa que se arrodillara a punta de pistola.
Y volviendo a la pregunta del principio. No s¨¦ si conocer el pasado sirve para no repetirlo. Del futuro se dicen siempre demasiadas cosas, todas ellas aventuradas, discutibles y algunas peligrosas. A d¨ªa de hoy la ¨²nica que puedo suscribir sin temor a equivocarme es la del viejo maestro de historiadores, Josep Fontana: El futuro es un pa¨ªs extra?o.
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