¡°Lavapi¨¦s es Montmartre¡±
El escritor considera el barrio en el que vive desde hace nueve a?os "la capital del mundo"
Ian Gibson es irland¨¦s y en los a?os cincuenta fue picado en lo m¨¢s hondo por Lorca. Desde entonces no solo es devoto de la vida y la obra del poeta de Fuentevaqueros, sino que es espa?ol como Federico. Y como muchos de los numerosos vecinos que lo saludan cuando sale a pasear por Lavapi¨¦s, su barrio de Madrid. Aqu¨ª vive desde hace nueve a?os; estuvo 14 en Granada.
Naci¨® en 1939, tres a?os despu¨¦s del asesinato del poeta de su vida; ten¨ªa apenas 20 cuando se encontr¨® con sus huellas en Granada, escribi¨® El asesinato de Lorca y luego rebusc¨® en torno a ese universo que se cre¨® alrededor de la pasi¨®n vital del poeta y ha escrito de Dal¨ª y de Bu?uel (la primera parte de la biograf¨ªa del cineasta acaba de ser publicada, por Aguilar). No extra?ar¨ªa que un d¨ªa este bi¨®grafo que lleg¨® a Madrid, al principio de la democracia, con una mano delante y otra detr¨¢s (y unas mantas, por cierto) escriba la biogr¨¢fica de Lavapi¨¦s.
Pregunta. ?Y aqu¨ª c¨®mo est¨¢, en esta ciudad de ruidos y de c¨¢scaras?
Respuesta. Bueno, este bar es muy c¨¢lido... Aqu¨ª estoy como en casa. Madrid es mi vida, es donde mejor me siento en el mundo. Sobre todo, en Lavapi¨¦s.
P. ?Y eso?
R. Porque yo soy capitalino de ciudades peque?as; no vivo bien en lugares gigantescos, como Londres o Par¨ªs. Y aqu¨ª puedes vivir en un barrio y tener de todo. Dec¨ªa Brendan Behan, el dramaturgo dublin¨¦s, que Dubl¨ªn era una maravilla: te emborrachas, dec¨ªa, y pod¨ªas volver a casa de noche agarr¨¢ndote a las verjas. Claro, Dubl¨ªn ten¨ªa un mill¨®n de habitantes y las distancias eran las de un barrio.
P. Pero Lavapi¨¦s es Madrid...
R. Pero es un pueblo... Es el Montmartre de Madrid. Est¨¢ en un monte y est¨¢ en el centro. Como Montmartre. Y aqu¨ª, adem¨¢s, vive una pila de artistas; adem¨¢s de la Sala Valle Incl¨¢n, est¨¢n proliferando teatros de gente muy joven. Vive gente muy creativa. Mi mujer me dice: ¡°A ver si salimos al centro¡±. Pero si aqu¨ª est¨¢ todo... Sales y en siete minutos, caminando, est¨¢s en el Madrid propiamente dicho. Llegas a Atocha, al barrio de Las Letras. Lavapi¨¦s es la capital del mundo.
P. Exagerado.
R. Lo es. Pero la alcaldesa no nos hace ni puto caso.
P. Por las basuras, por ejemplo. Madrid tiene mucha basura. Tambi¨¦n en los bares.
R. Yo soy puritano, metodista, y por tanto protestante. Y no creo que el problema sea por falta de basureros. El problema es el madrile?o, al que el espacio p¨²blico le importa poco. Dejan las colillas en el suelo, los papeles... La¨ªn Entralgo me dijo una vez que jam¨¢s hab¨ªa visto a un espa?ol recoger un papel del suelo.
P. Y eso pasa tambi¨¦n en Lavapi¨¦s, donde hay tambi¨¦n tanto extranjero...
R. Eso se contagia. Aqu¨ª, en Lavapi¨¦s, una casa sin portero es un desastre porque ning¨²n vecino limpia su trozo de acera. ?l no se siente responsable... En la escalera de mi casa veo a veces manchas de aceite, colillas, y yo me siento como un gilipollas recogiendo toda la basura que van dejando en el ascensor. Soy el guiri que recoge. Hace falta ciudadan¨ªa, algo que los padres deben ense?ar a los hijos. Pero si los padres son descuidados, qu¨¦ van a ense?arle a los muchachos...
P. Parece mentira, pero la basura est¨¢ en el horno de la democracia...
R. Lo est¨¢. El descuido es antidemocr¨¢tico. La democracia hay que aprenderla, como a lavarse los dientes. Nac¨ª en un lugar donde la calle es de la gente. Fernando de los R¨ªos dec¨ªa que hab¨ªa que ir a la ¨¦tica por la est¨¦tica, esa era la base de su educaci¨®n republicana. Esta acera llena de mierda convoca a una reflexi¨®n: ?c¨®mo es posible que en un pa¨ªs que tanto la necesita se haya suprimido la asignatura de Educaci¨®n para la Ciudadan¨ªa?
P. No es el peor peligro de la democracia. Cuando el golpe de Estado de 1981, usted vio peligrar este pa¨ªs, y juzgaba que gracias al Rey esto no se fue al garete...
R. ?Tendr¨ªa que releer el libro! Tengo la sensaci¨®n de que si no estuvi¨¦ramos en Europa aqu¨ª no habr¨ªa garant¨ªa de estabilidad. Este pa¨ªs da la sensaci¨®n de que se puede deshacer en cualquier momento. Si no hubiera sido por Europa, no hubiera sido tan democr¨¢tico. Porque la derecha espa?ola es la peor del continente: no perdona, no acepta responsabilidades, no admite errores, expresa desd¨¦n hacia los otros...
P. Algo habr¨¢ cambiado...
R. Algo. Pas¨® la transici¨®n y estamos en Europa, los militares aprendieron estando en la OTAN, congeniando con otros, aprendiendo maneras e idiomas. Todo eso es una garant¨ªa.
P. ?Y el Rey? Tras el golpe usted dijo que era una garant¨ªa.
R. Mejor le preguntas a mi amigo Paul Preston, que es un especialista. Yo no lo soy... Pero, ya que lo dices: hacen falta cambios en la Constituci¨®n. Ya el Rey hizo su papel. ?Espa?a necesita ser mon¨¢rquica? No. Yo preferir¨ªa que fuera una Rep¨²blica Federal Ib¨¦rica...
P. ?Con capital en...?
R. Entre Lisboa y Madrid.
P. Madrid, de nuevo. En su libro sobre Bu?uel usted cuenta las huellas atroces de la guerra en Madrid... ?Cicatriz¨® la herida?
R. Dif¨ªcil que cicatrice mientras este pa¨ªs no resuelva el problema de los asesinatos en las cunetas, esos cad¨¢veres que nunca fueron hallados ni honrados. Una atrocidad. Hasta que eso no se resuelva razonablemente este pa¨ªs no podr¨¢ arrancar hacia el porvenir, sobre una base democr¨¢tica firme.
P. A¨²n as¨ª, no me negar¨¢ que esta es una ciudad alegre...
R. Lo es. Otros pa¨ªses (Alemania, por ejemplo) hicieron sus deberes. Madrid ser¨ªa m¨¢s alegre si se resuelve este olvido. Y lo m¨¢s alegre siempre ser¨¢ este Montmartre en el que vivo.
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