As¨ª cay¨® la flota m¨¢s veloz de la r¨ªa
El juicio a la banda de Patoco pone al descubierto c¨®mo se construy¨® desde Italia y se ocult¨® en Galicia la mayor planeadora usada nunca por los narcos
El macroproceso abierto contra la organizaci¨®n que lider¨® el mayor capo del transporte de coca¨ªna en Espa?a, el difunto Manuel Abal Feij¨®o, Patoco, ha puesto al descubierto los entresijos de la gran infraestructura demandada por las redes del narcotr¨¢fico en Galicia para competir en el negocio. La muerte, en noviembre de 2008, de este avezado piloto de planeadoras que, con 38 a?os, lleg¨® a ser el n¨²mero unoen el desembarco de cargamentos, abri¨® una guerra por la sucesi¨®n. Adem¨¢s de sus contactos y la confianza de los carteles sudamericanos, Patoco dej¨® una herencia envenenada: la mayor narcolanzadera intervenida en Espa?a, que acab¨® con el procesamiento de toda la banda, incluidos subgrupos de lancheros que asumieron la descarga de los alijos que Abal hab¨ªa concertado antes de morir.
La operaci¨®n policial que se desat¨® para neutralizar a Os Patocos tuvo otros da?os colaterales, cuando jueces y fiscales decidieron, por primera vez, procesar a los vendedores de lanchas, de tel¨¦fonos por sat¨¦lite y de todo tipo de pertrechos y provisiones que requer¨ªa el grupo. Todos ellos se encuentran entre las 26 personas que ser¨¢n juzgadas en la Audiencia Nacional por narcotr¨¢fico. Ahora se ha sabido c¨®mo aquel aspirante a capo que logr¨® enternecer al tribunal de la Operaci¨®n N¨¦cora con sus rocambolescas historias comenz¨® su conquista en el narcotr¨¢fico con la adquisici¨®n de la lancha m¨¢s costosa y mejor equipada de la historia del crimen organizado en Espa?a. Una impecable investigaci¨®n policial del Greco de Galicia que servir¨¢ de principal prueba de acusaci¨®n del fiscal antidroga de la Audiencia Nacional, Javier Redondo, contra esta potente organizaci¨®n de transportistas.
En su af¨¢n por seguir revalidando su primer puesto en el gremio de lancheros, Abal se propuso alcanzar el Atl¨¢ntico en tiempo r¨¦cord. En oto?o de 2007, hab¨ªa dise?ado la embarcaci¨®n que necesitaba y que le fabricaron a la carta en los astilleros Sacs de Mil¨¢n: 18 metros de eslora por siete de ancho y otros tantos motores con arranque independiente de 300 caballos de potencia cada uno. Su intermediario fue el representante de la empresa italiana en Espa?a y tambi¨¦n procesado, Jos¨¦ Campos, que continuamente le enviaba fotos del proceso de construcci¨®n. Abal se desplaz¨® a Palma de Mallorca el 19 de noviembre y se reuni¨® con el empresario para viajar a Italia y cerrar el contrato de compra con la entrega de un adelanto: 70.000 euros en efectivo que llevaba escondidos entre su ropa, tal y como le hab¨ªa indicado por tel¨¦fono el intermediario. Otros 60.000 euros ya estaban adelantados para la compra de los motores. Paralelamente, Abal dispuso que se construyera una rampa de acceso al r¨ªo Ulla en una finca de Dodro (A Coru?a), para facilitar la entrada y salida de la enorme lancha y de las cinco planeadoras almacenadas all¨ª. La situaci¨®n de la nave fue uno de los secretos mejor guardados de la organizaci¨®n, que acced¨ªa a ella con grandes medidas de seguridad, como realizar giros en las rotondas varias veces, detenerse en los arcenes sin motivo aparente o conducir a escasa velocidad. Pero los narcos no sab¨ªan que la polic¨ªa ya les estaba pisando los talones y hab¨ªa pinchado sus tel¨¦fonos.
En la madrugada del 23 de febrero de 2008, la lancha sali¨® del astillero con una comitiva controlada por la polic¨ªa hasta Porri?o. De all¨ª se traslad¨® hasta una nave del pol¨ªgono de Picusa, en Padr¨®n, como almac¨¦n de seguridad donde acabaron de incorporarle todos los componentes electr¨®nicos para la navegaci¨®n. Patoco viaj¨® a Madrid el 6 de marzo con su lugarteniente, Jos¨¦ ?ngel V¨¢zquez Agra, para ultimar los detalles de un cargamento de coca¨ªna en el aeropuerto de Barajas con un intermediario colombiano.
Pero los problemas comenzaron para la banda cuando el due?o de la nave se present¨® all¨ª y al ver la lanzadera amenaz¨® a los empleados de Patoco con llamar a la Guardia Civil si no desalojaban inmediatamente. Ante ello, Patoco alert¨® a todos sus subordinados sobre el inminente traslado de la lancha y avis¨® a Jos¨¦ Campos para que le mandara urgentemente v¨ªa fax la factura del barco, por si ten¨ªa que mostr¨¢rsela a la Guardia Civil. Despu¨¦s orden¨® trasladar la lancha desde Padr¨®n a otro lugar r¨ªo arriba, remolcada por otra embarcaci¨®n y una gr¨²a.
Mientras la lancha buscaba otro escondite, se person¨® en la nave la Guardia Civil, que identific¨® e interrog¨® a todos los operarios que todav¨ªa permanec¨ªan all¨ª recogiendo los enseres. Patoco fue informado de que el instituto armado hab¨ªa avisado a sus medios mar¨ªtimos y a los de Vigilancia Aduanera para que fueran en su b¨²squeda. Desde los tel¨¦fonos intervenidos, el jefe lleg¨® a plantearse la posibilidad de prender fuego a la lancha y abandonarla como ¨²ltimo recurso, mientras ordenaba a sus hombres que permanecieran en sus puestos y siguieran vigilando. A duras penas lograron alcanzar otra de las naves ¡ªten¨ªa dos m¨¢s en Cambados y Ribadumia¡ª, situada tambi¨¦n en la desembocadura del r¨ªo.
El 6 de junio de 2008, Abal se reuni¨® en el bar Senra de Ribadumia con el procesado Baltasar Vilar Dur¨¢n, que iba a pilotar la lancha cuando saliera a recoger la droga en el Atl¨¢ntico, un mes despu¨¦s. Todo estaba preparado. El lanchero Ram¨®n Fabeiro le contaba a su novia por tel¨¦fono que tendr¨ªa que ¡°desaparecer una semana o algo m¨¢s¡±, al igual que su hermano Gabriel, quien dijo a trav¨¦s de su m¨®vil: ¡°Est¨¢ todo listo y cuando avisen hay que trabajar¡±.
La polic¨ªa, que estaba a punto de desplegar la operaci¨®n, intercept¨® otras conversaciones como los comentarios de los mec¨¢nicos encargados de instalar los motores y los aparatos de navegaci¨®n, adquiridos en Galicia: ¡°Vinieron los mafiosos de ayer y compraron los motores, me qued¨¦ ah¨ª hasta las tres de la tarde. Ellos tantean, y hoy vienen y compran. Traen una bolsa con 10 millones de pesetas, y a contar billetes¡±.
La ¨²ltima gran operaci¨®n
Cuando la gran lanzadera estaba a punto de salir a por un cargamento de droga, Jos¨¦ V¨¢zquez Pereira, Nando, se dispuso a controlar los medios navales de Aduanas en su lugar de atraque y comunic¨¢rselo a Patoco por tel¨¦fono. Sobre las 6 de la madrugada del 19 de agosto de 2008, Nando y su hermano Ram¨®n, junto con los tambi¨¦n hermanos Gabriel y Ram¨®n Fabeiro, botaron la lancha y partieron rumbo hacia las coordenadas pactadas en busca del buque nodriza que les proporcionar¨ªa en el lugar convenido el alijo de coca¨ªna para desembarcar en la costa.
La droga no se lleg¨® a cargar en la lancha porque no logr¨® encontrarse con el barco nodriza enviado por el cartel en las coordenadas pactadas. Lo intentar¨ªan cuatro d¨ªas despu¨¦s. ¡°Mi novia est¨¢ a cuatro horas¡±, dec¨ªa un mensaje interceptado desde un m¨®vil. La nave volvi¨® a su refugio, pero una patrulla de la Guardia Civil la logr¨® interceptar por lo que fue precintada en el almac¨¦n.
Patoco rompi¨® los precintos y se llev¨® el barco a otro de sus escondites, aunque desisti¨® de ir a por el cargamento. Cuando ven¨ªa de ultimar el segundo intento de alijar la droga, el 8 de noviembre, muri¨® en un accidente de moto. Ante la incertidumbre de qui¨¦n le suceder¨ªa al frente de la organizaci¨®n, Gregorio Garc¨ªa, Yoyo, tom¨® las riendas. Entre enero y febrero de 2009 cargaron ocho toneladas de coca¨ªna en dos operaciones que terminaron en manos de la polic¨ªa. La lanzadera, que hab¨ªa costado m¨¢s de medio mill¨®n de euros, aparec¨ªa varada en una playa de Nigr¨¢n, con los motores estropeados y todos los c¨®digos de navegaci¨®n a bordo. Del uno al 22, cada n¨²mero ten¨ªa un significado: no est¨¢n, ya cargamos, c¨®mo est¨¢is, todo OK, tenemos mal tiempo, estamos averiados, motor roto, estamos a punto, nos pas¨® el avi¨®n, sali¨® el helic¨®ptero o todo dentro.
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