Ocho tendencias para una Valencia productiva
El conocimiento emp¨ªrico no debe substituir a la pr¨¢ctica democr¨¢tica sino reforzarla
Los cambios en la geograf¨ªa econ¨®mica de los ¨²ltimos a?os pueden abrir un escenario postcrisis en el que la ciudad de Valencia recupere ciertas ventajas competitivas perdidas durante la d¨¦cada del boom tur¨ªstico e inmobiliario. Me gustar¨ªa presentar ocho tendencias globales que, debidamente aprovechadas, pueden resituar al cap i casal en la senda del desarrollo econ¨®mico inclusivo.
Una pol¨ªtica urbana basada en la evidencia. En pol¨ªtica, es necesario pasar de lo deseado, condici¨®n necesaria pero no suficiente, a lo apropiado. M¨¢s que nunca, en un contexto de escasez de recursos p¨²blicos, es imprescindible que las pol¨ªticas p¨²blicas est¨¦n basadas en evidencias fruto de investigaciones rigurosas. El conocimiento emp¨ªrico no debe substituir a la pr¨¢ctica democr¨¢tica sino reforzarla.
La calidad de vida como herramienta de desarrollo econ¨®mico. Las ciudades mediterr¨¢neas, al ser compactas y contar con un dise?o urbano consistente, fomentan el encuentro y el aprovechamiento del espacio p¨²blico. Probablemente, por las mismas razones, son capaces de resistir altos niveles de sufrimiento econ¨®mico en forma de desigualdades y paro. Valencia sigue siendo el primer destino europeo para estudiantes Erasmus y acoge a un n¨²mero creciente de emprendedores extranjeros. ?C¨®mo puede seguir siendo atractiva a pesar de las condiciones macroecon¨®micas? La respuesta es f¨¢cil, su calidad de vida todav¨ªa es imbatible. Ante una reconfiguraci¨®n del mercado de trabajo que mezcla vida profesional y personal, dicha calidad de vida emerge tambi¨¦n como incentivo econ¨®mico.
Contextualizaci¨®n y aprovechamiento de las fortalezas end¨®genas. Debemos aprovechar aquello en lo que ya somos buenos: la calidad del dise?o urbano, el clima, la identidad, la capacidad transformadora de la sociedad (desde las fallas hasta las bandas de m¨²sica). Demasiadas veces hemos intentado copiar/construir cosas que podr¨ªan estar en cualquier parte del mundo que pudiese pagarlas, pero lo triste es que se ha demostrado que nosotros no podemos hacerlo. Bajemos de escala y pensemos en l¡¯Horta, los centros hist¨®ricos, los s¨ªmbolos apropiables, las oportunidades ¨²nicas aprovechadas colectivamente (el Saler y el Turia).
El retorno de la actividad productiva a los centros hist¨®ricos. A nivel global observamos la reemergencia de las ciudades consolidadas como centros de producci¨®n. Una met¨¢fora obvia significa pasar de los Sillicon Valleys a las Sillicon Cities. Cu¨¢ndo las empresas se ubican en centros hist¨®ricos (y nosotros tenemos unos cu¨¢ntos: El Cabanyal, Russafa, Patraix, Benimaclet, El Carme) en lugar de en ¨¢reas segregadas de extrarradio, se potencian las relaciones sin¨¦rgicas con otras actividades, la visibilidad, la conciliaci¨®n etc. Valencia tiene multitud de espacios libres, al nivel de la calle, que pueden ser aprovechados de forma inteligente por nuevas actividades productivas diversificadas, siempre que se den los incentivos apropiados.
La recuperaci¨®n y reutilizaci¨®n de espacios vac¨ªos. El sector p¨²blico deber¨ªa introducir las medidas necesarias para ajustar un mercado imperfecto: el de espacios y oficinas. Toda la energ¨ªa positiva c¨ªvica y emprendedora tiene que poder encontrar, en una situaci¨®n como la actual, espacios f¨ªsicos donde desenvolverse.
La creciente fidelidad entre la actividad econ¨®mica y el territorio. Desde los nuevos sectores tur¨ªsticos enfocados en experiencias realmente locales y ¨²nicas, al ¨¦xito gastron¨®mico, el sector agro-alimentario, el dise?o, el urbanismo, la cultura, emergen actividades productivas que, adem¨¢s de generar empleo y crecimiento, refuerzan la identidad local generando situaciones de fidelidad territorial y crecimiento no especulativo.
La emergencia de la participaci¨®n ciudadana: c¨ªvica y transformadora. Votamos a cada hora con nuestros pies y transformando la ciudad de forma espont¨¢nea. Las estructuras est¨¢ticas de la participaci¨®n vecinal han tomado formas heterodoxas de encuentro, diversi¨®n y cambio (desde el Solar Corona a los Huertos de Benimaclet). La ciudad se mejora haci¨¦ndola. El sector p¨²blico deber¨ªa dejar de entender dicha energ¨ªa como competencia y dedicarse a reforzarla.
La supresi¨®n de la regulaci¨®n discriminatoria y superflua. Para ello es imprescindible permitir que, usando una expresi¨®n naif, las cosas buenas pasen. Mientras contemplamos at¨®nitos una creciente sobreregulaci¨®n del uso del espacio p¨²blico y una regulaci¨®n arbitraria sobre el espacio comercial en beneficio de ¨¢reas comerciales segregadas, deber¨ªamos estar trabajando para abrir todas las grietas posibles para el desarrollo de la energ¨ªa emprendedora y c¨ªvica.
Sin ¨¢nimo de ser exclusivo ni concluyente creo que las ocho tendencias explicadas deber¨ªan estar en la base de cualquier pol¨ªtica econ¨®mica que, por fin, entienda las relaciones rec¨ªprocas entre territorio, producci¨®n y ciudadan¨ªa.
Ram¨®n Marrades es economista urbano
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