Maestros
La herencia de la Mancomunitat, que dio solidez institucional y cultural a Catalu?a, puede ser una fuente de inspiraci¨®n en este a?o de conmemoraciones y debate sobre la soberan¨ªa
Todo crecimiento cultural, toda aportaci¨®n creadora en el terreno de las letras y de las artes, toda innovaci¨®n capital en el campo pedag¨®gico o en el de la investigaci¨®n, dignifican y consolidan, en general, un crecimiento pol¨ªtico¡±. Con estas palabras expresaba el editor Josep Maria Castellet la tesis principal de su libro Per un debat sobre la cultura a Catalunya, publicado en 1983. En el momento de su muerte, resulta elocuente constatar la vigencia de las ideas fuertes de esta peque?a obra, por lo dem¨¢s muy circunscrita al debate de la entonces incipiente democracia.
Castellet defiende en este libro que la educaci¨®n y la cultura son los ejes vertebradores de toda naci¨®n moderna, y lo hace a trav¨¦s de dos argumentos principales. El primero es reclamar a los Gobiernos que, adem¨¢s de la econom¨ªa, apuesten de manera prioritaria por la cultura y la educaci¨®n, preservando la indispensable autonom¨ªa de ambas esferas. As¨ª, la grandeza de un Gobierno se demostrar¨¢ si es capaz de asumir la paradoja propia de toda pol¨ªtica cultural y educativa: se le pide que apoye y estimule una serie de actividades que en ning¨²n caso deber¨¢ dirigir ni controlar. El segundo hilo conductor del libro es la reivindicaci¨®n de la tarea de modernizaci¨®n desarrollada por la Mancomunitat de Catalunya en 1914. La confianza estructural en la educaci¨®n y la cultura del Gobierno de Prat de la Riba sent¨® las bases de la modernidad de Catalunya, bebiendo de la vitalidad de la Renaixen?a, el Modernisme y el Noucentisme, y proyect¨¢ndose hasta la Generalitat de 1931, con el par¨¦ntesis de la dictadura de Primo de Rivera.
Eran tiempos en los
que el maestro era considerado un pilar fundamental del desarrollo democr¨¢tico del pa¨ªs
En este a?o de conmemoraciones y debate sobre el futuro de Catalu?a, parece interesante rescatar de la memoria la herencia de la Mancomunitat para buscar inspiraci¨®n en un proyecto que dio solidez institucional y cultural a Catalu?a hasta el estallido de la Guerra Civil. Simple federaci¨®n de las diputaciones catalanas, la Mancomunitat ten¨ªa pocas competencias formales y menos recursos y, a pesar de ello, logr¨® desarrollar una notable obra de infraestructuras ferroviarias, tecnol¨®gicas y energ¨¦ticas. Su punto fuerte fue considerar que la educaci¨®n, la cultura y la ciencia eran indisociables de estas inversiones destinadas al desarrollo industrial y al equilibrio territorial. As¨ª, implant¨® la primera red de telefon¨ªa y de ferrocarriles, pero fue tambi¨¦n la ¨¦poca de la consolidaci¨®n del Institut d¡¯Estudis Catalans y de la obra ling¨¹¨ªstica de Pompeu Fabra, al tiempo que se crean la Biblioteca de Catalunya, las bibliotecas populares, la Escuela Industrial, el Servicio Geogr¨¢fico, la Escuela Superior de Agricultura, la Escuela Montessori y otros muchos centros culturales y educativos. Esta impresionante red institucional fue la base sobre la que arranc¨® la posterior Generalitat republicana, que tuvo en la educaci¨®n una de sus prioridades. La tarea del Institut Escola, creado en 1931 inspirado por la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, fue el punto culminante de tres d¨¦cadas de democratizaci¨®n cultural y renovaci¨®n pedag¨®gica en Catalu?a. Era una ¨¦poca en la que no solo se apostaba por la educaci¨®n, sino que se hac¨ªa negando la sumisi¨®n a cualquier dogma moral, religioso o pol¨ªtico, y en la que esta defensa de la libertad educativa iba acompa?ada de una formaci¨®n integral del alumno, en un contexto de aprendizaje en el que no hab¨ªa barreras entre la vida y la escuela. Eran tiempos en los que se consideraba al maestro un pilar fundamental del desarrollo democr¨¢tico del pa¨ªs y un enlace privilegiado entre la esfera ¨ªntima del alumno y la vida colectiva.
Este potencial pol¨ªtico de la figura del maestro est¨¢ hoy en entredicho; el maestro es el ¨²ltimo eslab¨®n del desprecio actual a la educaci¨®n, sometido a la presi¨®n de las aulas y v¨ªctima de la precarizaci¨®n y los recortes. A las aberraciones de la ley Wert se suma una inversi¨®n en educaci¨®n que, seg¨²n el ¨²ltimo anuario de la Fundaci¨® Jaume Bofill, es hoy en Catalu?a un 25% inferior a la media europea.
Un buen maestro es el que fuerza a cuestionar el mundo dado por descontado
Revalorizar la figura del maestro ser¨ªa el primer paso para devolver centralidad a la educaci¨®n. Porque hay algo potencialmente revolucionario en la relaci¨®n entre maestro y alumno, en la medida en que la escuela es el lugar privilegiado en el que se entrena la mirada y se desarrolla la capacidad de abrir caminos, de estrenar mundo. Un buen maestro es, como todos sabemos, el que abre puertas inesperadas incluso sin saberlo. Es el que transmite respeto por la historia y por el otro a trav¨¦s del amor por la lengua, o el que estimula la curiosidad tanteando los caminos de la ciencia. Es, tambi¨¦n, aquel que despierta la conciencia mientras cultiva la humildad en la relaci¨®n con los otros y con la naturaleza. Un buen maestro es el que fuerza a cuestionar el mundo dado por descontado y el que ejerce su autoridad a trav¨¦s del ejemplo. Es, en fin, el que contagia el amor por la vida a trav¨¦s de la emoci¨®n y el que incentiva a imaginar un mundo diferente.
Judith Carrera es polit¨®loga.
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