El callej¨®n de los milagros
Dentro de la pobreza de los unos y de la solidaridad de los otros, se hablan, se preguntan, se dan la mano...
Hace ya varias semanas que me enter¨¦ por EL PA?S que un grupo de amigos que se denominan con mucho sentido Los Amigos de la Calle (amigos: fraternidad; calle: ciudad, vecindaje, saludo, charla), decidieron pasar de la cr¨ªtica sobre este pa¨ªs y lo mal que funcionaba y la miseria que exist¨ªa, a la acci¨®n.? En la calle del Beato Gaspar Bono, entre el muro oeste del Jard¨ªn Bot¨¢nico y la sede del PP, los domingos, de 8.30 a 9.30 de la noche, acude gente de todas las cataduras: gente que necesita comer y gente que necesita dar. ¡°Todo suma", dec¨ªa el peri¨®dico, "ropa, caf¨¦s, bocadillos, juguetes para los ni?os....¡±.
Ahora, en enero, a esas horas todo son sombras que acuden tanto para dar como para recibir. Y all¨ª se mezclan los unos con los otros. Es el momento en que los p¨¢jaros ya hace tiempo que dijeron adi¨®s al d¨ªa y duermen entre las hojas de los ¨¢rboles que asoman por encima de la tapia. Como es un callej¨®n sin importancia, no hay que soportar las car¨ªsimas lucernarias de las que se encaprich¨® un d¨ªa nuestra alcaldesa y que inundan de una luz insostenible las grandes v¨ªas y las calles importantes, y que, como dije hace tiempo,¡± nos roban el cielo y nos dejan sin estrellas¡±.
Los unos se entrecruzan con los otros, hablan, comentan. Pronto vienen las camionetas con los caf¨¦s, la ropa, los caldos y los bocadillos, y estos se recogen en grandes bolsas, de manera que se forman largas colas paralelas tanto para los que dan como para los que reciben. Dentro de la pobreza de los unos y de la solidaridad de los otros, se hablan, se preguntan, se dan la mano...
Un ucraniano nos cuenta, en un espa?ol dif¨ªcil de entender, por qu¨¦ est¨¢ ah¨ª y que es lo que le llev¨® a esta situaci¨®n; una chica joven comenta el estado de su mano, vendada y mal atendida en el hospital; otro te confunde y te ofrece un bocadillo, ya que a ¨¦l le han dado dos; unos ni?os peque?os respaldados en la pared, pajarillos sin techo acurrucados el uno junto al otro, pues hace un fr¨ªo h¨²medo, esperan, con la mirada perdida y el sue?o pes¨¢ndoles sobre los p¨¢rpados, la llegada de sus padres; y aquel joven apuesto con la mirada digna y el hablar huidizo, que parece un obrero cualificado, espera con resignaci¨®n lo que en otros momentos el consegu¨ªa con su propio trabajo.
Una de las cosas m¨¢s dignas de todo este confuso vaiv¨¦n, de todo este rumor quedo, es precisamente esta mezcla de unos con otros, esta fugaz amistad y la certeza de que lo poco que estas haciendo va directo a los que lo necesitan. Pues no es solo el bocadillo lo que buscan sino el poder hablar y sentirse, por una s¨²bita vez, no excluidos socialmente, en este mundo en el que el valor del individuo lo otorga la posesi¨®n del dinero. Sin embargo, lo cierto es que cada domingo hay m¨¢s sombras, y as¨ª debe de ser.
Poco a poco, una vez consumida la tarea, las oscuras siluetas se disuelven, se esparcen: las unas a sus casas, las otras, muchas de ellas, a buscar un cobijo que los proteja del fr¨ªo: como los p¨¢jaros, s¨®lo que ellos no llevan su plumaje.
Todo esto, es triste y es hermoso. Se conoce, se aprende y se palpan muchas cosas que hacen que te estremezcas. Dan ganas, pero no se hace por respeto, de gritar: compa?eros, amigos, ciudadanos, ya sabemos que no son limosnas lo que necesit¨¢is sino trabajo, ese trabajo que os niega la mal denominada crisis. Esa es la verdadera justicia social.
Ojal¨¢ que se entere mucha gente de este sencillo y peque?o acontecimiento y que crezca, que crezca, que crezca; que cada vez haya m¨¢s sombras, que poco a poco nos demos la mano m¨¢s gente. Que se muevan aquellos denominados pol¨ªticos y despierten de sus poltronas, los cuales se nutren con dinero p¨²blico, y que sepan lo que pasa en la calle, que vislumbren las consecuencias de lo que ellos c¨®modamente y para lavar su conciencia, si es que la tienen, denominan crisis.
Nos vamos ya. Entramos ya en el reino, mal que nos pese, de las terribles luces de do?a Rita, ama de todo por vocaci¨®n, ama que ella misma se quisiera poderosa, con la ¨²nica ley de su sant¨ªsima voluntad aunque pagada, de nuevo hay que decirlo, con dinero p¨²blico Pero ama en vano, sin vasallos.
Es de noche. Todos estamos cansados. Los unos dormir¨¢n con m¨¢s acomodo que los otros. Pero que cunda, que cunda, que cunda esta idea. Que la gente la conozca y se sume a ella.
Doy las gracias, gracias en general, y gracias sobre todo a los solidarios Amigos de la Calle. Buenas noches a todos.
Trini Sim¨®?es historiadora del Arte
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