Vida despu¨¦s de ser piedra
Manuel Baixauli noveliza en ¡®La cinquena planta¡¯ sus 42 d¨ªas de par¨¢lisis total por una enfermedad neurol¨®gica
Manuel Baixauli empez¨® a entrar en el infierno por los dedos de los pies: estaba en el cine y not¨® un hormigueo muy molesto que fue subiendo. ¡°En cinco d¨ªas era una piedra¡±, resume, expresivo. Al final fueron 42 de par¨¢lisis total, incluida el habla, pero no el pensar. El cruel s¨ªndrome de Guillain-Barr¨¦. En proceso inverso fue despertando; la rehabilitaci¨®n le llev¨® de la UCI a un sanatorio del siglo XIX, inmenso, con una misteriosa quinta planta inaccesible, siempre cerrada: hasta el n¨²mero del ascensor de una planta a la que ya no llegaba estaba borrado de forma burda¡
Como ocurre siempre en esta vida, el paso del tiempo fue tamiz¨¢ndolo todo, "incluso las pesadillas de no poder comunicarme". Todo menos esa maldita quinta planta. Y como sea que Baixauli (Sueca, 1963) es pintor y escritor, ¡°para expulsar esas im¨¢genes obsesivas¡± se puso a describirlas en papel. Hab¨ªa tardado cinco a?os en decidirse ¡°Pero los monstruos crecieron y se ramificaron con la escritura¡±, admite. Y de ah¨ª naci¨® La cinquena planta (Proa), cuarto libro de un autor ya de culto tras su anterior novela, L¡¯home manuscrit, que acumul¨® cinco premios.
¡°Es una historia totalmente ver¨ªdica pero que yo me he inventado¡±, juega quien cuenta todos sus escasos t¨ªtulos anteriores (en los relatos de Espiral y la novela Verso, tambi¨¦n) por premios. Y ello con libros donde suele ser habitual la mezcolanza de cuentos, aforismos, dibujos, fotograf¨ªas¡ ¡°No lo hago para hacerme el moderno o el experimental; lo hago para ser yo¡±. Tambi¨¦n parece obligada en su obra la presencia de personajes fantasmag¨®ricos: ¡°No hago diferencias entre vivos y muertos; los contactos con los otros que no est¨¢n es constante en mi caso; en mis libros siempre sale un amigo m¨ªo al que atropellaron cuando ten¨ªa tres a?os¡±, desvela.
Su tesis es que la vida es ¡°una sensaci¨®n de fragmentos que se interrogan y te interrogan¡±, porque, dice Baixauli en un hilo de voz casi inaudible pero de melod¨ªa muy reflexiva, ¡°en todo lo que te pasa acabas encontr¨¢ndote a ti mismo¡±. Podr¨ªa ser uno de los aforismos que suelta uno de los personajes de La cinquena planta que s¨ª, que es autobiogr¨¢fica, ¡°pero no una cr¨®nica ni unas memorias de mi enfermedad: es literatura porque creo que la novela se acerca m¨¢s a la realidad que ning¨²n otro g¨¦nero al poder contar aquello que se agazapa en la memoria y en lo inconsciente¡±.
¡°Pero los monstruos crecieron y se ramificaron con la escritura¡±, admite
Un episodio as¨ª, de ¡°loter¨ªa negra¡±, marca por fuerza la vida de uno. ¡°Ha sido una raya en mi vida¡±, admite, parco. Y eso se ha traducido, ¡°tras salir del ata¨²d¡±, en un apreciar la vida en lo m¨¢s esencial, en un desprenderse de lo superfluo ¡ªo sea, casi todo¡ª como hace el protagonista de la obra y que ¨¦l no ha llevado a la vida real ¡°porque mi mujer me lo ha impedido¡±. Pero s¨ª lo ha hecho en la novela, donde los personajes son m¨¢s kafkianos (B, Sanatori, F¨ªsio¡) y el estilo es m¨¢s seco y crudo, m¨¢s liofilizado si cabe, que en su multipremiada L¡¯home manuscrit. Esa apuesta formal refuerza la atm¨®sfera inquietante de esa quinta planta inaccesible, met¨¢fora ¡°de lo que muchas personas quieren o no voluntariamente ignorar sobre s¨ª mismas y el mundo¡±. Esa zona oscura le lleva, como buen cin¨¦filo, a citar como referencia la adaptaci¨®n que Tarkovsky hiciera de la novela de ciencia-ficci¨®n de los hermanos Strugatski Stalker, pero por ah¨ª hay tambi¨¦n relatos inquietantes de Dino Buzzati o La monta?a m¨¢gica de Thomas Mann. ¡°Pero las influencias verdaderas est¨¢n en el subconsciente¡±, dice.
¡°Outsider¡± en literatura y ¡°extraterrestre¡± en pintura, como se autodefine, ferviente creyente de que la obra de arte ¡°protege como un paraguas de las inclemencias de la vida y el tedio¡±, es consciente de que, tras el episodio, se ha preguntado ya en m¨¢s de una ocasi¨®n: ¡°?De qu¨¦ escribir¨¦ ahora? Pero tengo imaginaci¨®n y para hacer literatura no hace falta grandes cosas, la vida cotidiana te nutre constantemente¡±. Solo le faltaba esa experiencia extrema. ¡°Vivimos poco conscientes de nuestra fugacidad¡±, escribe.
¡°La felicidad es estar aqu¨ª, respirar, sentir¡ beber un vaso de agua; todo lo otro es a?adido¡±, dice ahora. Habr¨¢ m¨¢s paraguas de Baixauli porque ¡°escribir hace vivir m¨¢s intensamente lo que ofrece la vida, la multiplica¡±. Y ¨¦l ya tiene, como m¨ªnimo, dos.
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