Divisi¨®n y discordia
Descalificaci¨®n del adversario, desprecio al discrepante, reacci¨®n paranoica ante las cr¨ªticas, y tendencia a prohibir, en vez de resolver, los problemas que incomodan. Son estas algunas constantes de la ret¨®rica espont¨¢nea de los pol¨ªticos. Este fin de semana el PP ha celebrado su convenci¨®n en Valladolid. Los convocados entraban debidamente confesados. La consigna era: triunfalismo econ¨®mico, exaltaci¨®n de la unidad del partido, y pasar de puntillas sobre todo lo dem¨¢s. Es decir, silencio sobre la crisis social (que el PP se niega a ver), las movilizaciones (que le han infligido dos derrotas importantes en Gamonal y en la Comunidad de Madrid), la cuesti¨®n catalana y los temas que m¨¢s dividen al partido popular y a su electorado: el final de ETA y el proyecto de ley del aborto.
Puesto que es dif¨ªcil prohibir la realidad, los temas no deseados no han podido ser silenciados del todo. As¨ª Ruiz Gallard¨®n, presionado desde la calle, dijo que ¡°no habr¨¢ ni un insulto, ni un grito¡± que le haga abdicar de sus proyecto sobre el aborto. Para el ministro los argumentos de los que est¨¢n contra su ley, es decir, de los que defienden derechos vigentes hoy en Espa?a y en la mayor parte de Europa, son insultos y gritos. ?Esto es una manera respetuosa de atender las razones de los dem¨¢s? ?O es la expresi¨®n del autoritarismo del que quiere imponer su visi¨®n antropol¨®gica a toda la sociedad?
Rajoy ha sobreactuado con un ataque a Rubalcaba m¨¢s propio de un sargento chusquero que de un registrador de la propiedad
El miedo a explicar el proyecto pol¨ªtico, convierte el ritual pol¨ªtico de exaltaci¨®n del partido en pura y vac¨ªa propaganda. La Convenci¨®n del PP ha tenido tan poco grosor pol¨ªtico como la entrevista a Rajoy en Antena 3. Y en estos casos la ausencia de pol¨ªtica se sustituye por la exaltaci¨®n de la propia obra y las agresiones a los adversarios, para entusiasmo de la feligres¨ªa, conforme a la concepci¨®n de la pol¨ªtica como el juego del amigo y del enemigo. En vez de orientar a la militancia y a la ciudadan¨ªa sobre los problemas en curso y los caminos para resolverlos, Mariano Rajoy se ha dedicado al autobombo ¡ªde dudoso gusto ante la realidad social espa?ola¡ª y ha sobreactuado con un ataque a Rubalcaba m¨¢s propio de un sargento chusquero que de un registrador de la propiedad: ¡°O te callas o reconoces el m¨¦rito¡±, al PP, por supuesto. D¨¦bil debe sentirse Rajoy como para acudir al matonismo y echar mano todav¨ªa del discurso de la herencia recibida.
?Novedades de la Convenci¨®n? Ninguna. Vagas promesas de bajada de impuestas (como si la ciudadan¨ªa, despu¨¦s de lo vivido, todav¨ªa creyera en los Reyes Magos) y exaltaci¨®n de la unidad (que es lo que m¨¢s se oye cuando las discrepancias alcanzan a la familia). Rajoy dice que combatir¨¢ todo lo que siembre discordia o divida los espa?oles. Puede empezar por su propia casa: mandando al limbo el proyecto de ley del aborto, reconociendo la crisis social y rectificando las medidas que han condenado a la pobreza a millones de personas, o tratando con el respeto que merece a una proposici¨®n de un parlamento auton¨®mico avalada por los dos tercios de sus diputados.
No explica su proyecto porque es inconfesable y juega a no hacer pol¨ªtica para disimular la que hace
?Por qu¨¦ no explica su proyecto pol¨ªtico? Porque es inconfesable. Rajoy juega a no hacer pol¨ªtica como modo de disimular la pol¨ªtica que est¨¢ haciendo. Rajoy ha aceptado acr¨ªticamente la agenda de liquidaci¨®n de derechos b¨¢sicos de los ciudadanos (en salud, en trabajo, en educaci¨®n) que cambia por completo las relaciones sociales, desboca las desigualdades y la exclusi¨®n y nos conduce a una sociedad en la que tener trabajo ya no es garant¨ªa de vida digna. Y est¨¢ completando el saqueo con la imposici¨®n por v¨ªa legislativa de valores propios de la Espa?a m¨¢s reaccionaria. En Europa, alucinan.
La obligaci¨®n de un gobernante es afrontar los problemas. Y hacerlos evolucionar. Casi nunca se resuelven definitivamente, pero pasan a otra fase, se metamorfosean y, a veces, incluso dejan de ser problema. Pero esta tarea empieza por el reconocimiento de los interlocutores, que es lo que el PP niega cuando utiliza la descalificaci¨®n como respuesta ¡ª¡±Catalunya no puede volver a la Edad media¡±¡ª; cuando desprecia al adversario ¡ªya sea un movimiento social o un proyecto pol¨ªtico; o cuando calumnia al oponente, por ejemplo la vergonzosa comparaci¨®n que hizo Dolores de Cospedal del independentismo catal¨¢n con el terrorismo vasco.
Ocultar la verdadera estrategia y negar lo que no gusta no es hacer pol¨ªtica. Es bloquear la vida democr¨¢tica, para imponer un modelo de sociedad basada en el s¨¢lvese quien pueda y en el patrioterismo como forma de cohesi¨®n contra los que osan hablar de irse. Lo dec¨ªa Felipe Gonz¨¢lez en conversaci¨®n con Artur Mas: un problema que es de Estado no puede utilizarse con fines electorales. Har¨ªa bien Rajoy en entender las se?ales que emite una ciudadan¨ªa harta de callar. Con la crisis se ha intentado desmantelar el modelo social europeo para siempre, pero tambi¨¦n ha servido para romper la cultura de la indiferencia que tanto allanaba la tarea.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.