El 11,6% de los catalanes no puede pagar la hipoteca o alg¨²n recibo
La crisis aumenta la brecha social y genera la aparici¨®n de ¡°nuevos pobres¡±, sostiene la Fundaci¨®n Rafel Campalans
La crisis econ¨®mica est¨¢ aumentando la brecha social y causando estragos en centenares de miles de hogares. Lo indican las grandes cifras econ¨®micas referidas a las tasas de paro o ejecuciones hipotecarias, pero tambi¨¦n otros indicadores m¨¢s simples. Por ejemplo, el porcentaje de personas que se retrasan a la hora de afrontar pagos como la hipoteca de la vivienda, el alquiler o los recibos del agua, la luz o el gas. En 2006 eran el 5,4% y en el a?o 2012 se hab¨ªan disparado al 11,6%.
Es uno de los muchos datos que contiene el Informe social 2013 de la Fundaci¨®n Rafel Campalans que preside el diputado del PSC Miquel Iceta y que se presentar¨¢ el pr¨®ximo jueves. En un centenar de p¨¢ginas se analizan las desigualdades en salud, educaci¨®n, pensiones, protecci¨®n social o en el mercado de trabajo y se cruzan decenas de estad¨ªsticas y datos. En cada cap¨ªtulo, adem¨¢s, se ofrecen propuestas de futuro que incluyen la derogaci¨®n de algunas leyes u otras actuaciones en defensa del Estado de bienestar.
La llamada ¡°pobreza energ¨¦tica¡± es seguramente uno de los indicadores m¨¢s visibles de los efectos de la crisis. Mientras en 2006 el 5,3% de la poblaci¨®n catalana manifestaba tener dificultades para mantener la vivienda a una temperatura adecuada, en 2011 era el 12,7%: el descenso de las rentas familiares, el aumento imparable de los precios y la calidad de la vivienda explican ese problema.
El paro y las deudas por la vivienda son, seg¨²n el estudio, los principales factores generadores de pobreza, que no siempre va asociada a la falta de empleo. El estudio alude al sector conocido como los ¡°nuevos pobres¡±, en expresi¨®n acu?ada por Zygmunt Bauman, ciudadanos con empleo, pero que corren el riesgo de sufrir una situaci¨®n de pobreza. De hecho, el 14% de los catalanes se consideran pobres, pese a tener trabajo.
Otro dato significativo. En 2006 hab¨ªa en Catalu?a un 7,5% de la poblaci¨®n que ten¨ªa recursos tan limitados que los exclu¨ªan de un nivel de vida aceptable, pero en 2011 se hab¨ªan multiplicado casi por tres y eran el 21,6%. Pero, adem¨¢s, hab¨ªa otro 8,2% de la poblaci¨®n en la que esa limitaci¨®n era grave, mientras que en 2006 era del 2,9%.
El paro y la precariedad laboral son los principales problemas sociales que m¨¢s preocupaban a la ciudadan¨ªa (65,6%) al acabar 2013, mientras que en 2006 era solo del 21,2%. Entonces, en plena burbuja inmobiliaria, lo que m¨¢s inquietaba era el acceso a la vivienda (22,1%), mientras que ahora solo preocupa al 1,1%, seguramente porque se ha convertido en un bien m¨¢s accesible Por el contrario, la educaci¨®n, la sanidad y la mejora de las pol¨ªticas sociales siguen preocupando tanto o m¨¢s que hace siete a?os.
La brecha social es tambi¨¦n una evidencia que constata el estudio. En 2009 los colectivos m¨¢s bienestantes ten¨ªan una renta 3,9 veces superior a la del 10% m¨¢s pobre, mientras que en 2011 era cinco veces superior. En 2006 algo menos del 70% de la poblaci¨®n contaba con un nivel de renta intermedio, mientras que el 20% ten¨ªa ingresos altos y poco m¨¢s del 11% una renta baja. Despu¨¦s de la crisis las proporciones son del 61%, 22,4% y 16,1%, respectivamente.
Otro apartado de la encuesta se refiere al mercado de trabajo y constata un dato que aparece en todas las encuestas: a mayor formaci¨®n, menos riesgo de quedarse en paro. Uno de cada dos catalanes sin la ESO ha perdido el empleo entre el tercer trimestre de 2007 y el primero de 2013, En el caso de las personas con estudios avanzados ha sido del 19,8% y solo del 1,5% con estudios superiores.
Que las desigualdades sociales inciden en la salud de las personas es otro dato previsible y el estudio constata que la situaci¨®n de paro incrementa en un 9% en hombres y mujeres el riesgo de sufrir un trastorno mental. Y a menos recursos, m¨¢s riesgo, especialmente entre las mujeres (17,1% en mujeres de clase baja frente al 7,5% de los hombres de clase alta), igual que a m¨¢s nivel acad¨¦mico, menos riesgos de sufrir el trastorno.
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