Los 100 primeros d¨ªas del presidente Illa: Borr¨®n y cuenta nueva
El socialista pone el acento en mejorar los servicios p¨²blicos, normalizar la vida pol¨ªtica tras el ¡®proc¨¦s¡¯ y lograr la nueva financiaci¨®n
Salvador Illa cumple este s¨¢bado 100 d¨ªas desde que el Parlament lo invisti¨® presidente de la Generalitat. Lo hace dando la impresi¨®n de que no tiene demasiado tiempo para los simbolismos. El socialista asumi¨® el cargo con un mensaje contenido y este mi¨¦rcoles afirm¨® cuando en la C¨¢mara se abord¨® ese aniversario: ¡°Esto de los 100 d¨ªas me parece que ya ha pasado a mejor vida. Cambian tanto las cosas que ahora ni uno ni dos. Seguramente est¨¢ bien que sea as¨ª. Mucha ilusi¨®n y mucho trabajo¡±, resumi¨® a preguntas de su propio grupo parlamentario. Con la convicci¨®n de que Catalu?a ha pasado y ten¨ªa que pasar p¨¢gina del proc¨¦s, Illa ha puesto la mirada en potenciar los servicios p¨²blicos, normalizar la vida pol¨ªtica e institucional y alcanzar la nueva financiaci¨®n singular, el nervio que soportar¨¢ o har¨¢ naufragar su mandato.
Con 42 esca?os sobre 135, Illa necesita de forma ineludible de los 20 votos de ERC y de los seis de los comunes para alcanzar la mayor¨ªa absoluta. Su margen de maniobra es nulo ¡ªes menor que el de Pedro S¨¢nchez¡ª a no ser que quiera sondear un inimaginable, por ahora, pacto con Junts. La fotograf¨ªa es esa y su objetivo es recuperar el tiempo y las oportunidades perdidas. El proc¨¦s se ha acabado, pero a¨²n colea desde el momento en que fue investido en una sesi¨®n surrealista bajo la alargada sombra del expresident Carles Puigdemont, que tuvo una fugaz y estrafalaria aparici¨®n y desaparici¨®n en Barcelona el d¨ªa de la investidura y a quien todav¨ªa no se le ha concedido la amnist¨ªa que Illa siempre reivindica. El Parlament, este jueves mismo, inst¨® al Govern a denunciar en todos los foros internacionales que la ley no se est¨¢ aplicando.
El 8 de agosto, el d¨ªa de la investidura, consagr¨® el cambio de ciclo y anticip¨® algunos d¨ªas el relevo porque el propio Illa y muchos miembros de su Consell Executiu estaban convencidos de que aquella sesi¨®n se retrasar¨ªa una semana por la vuelta de Puigdemont. No fue as¨ª y tras el pertinente traspaso de cartera, algunos consejeros aterrizaron en sus departamentos en soledad con las llaves en la mano y el personal de vacaciones. Los socialistas volv¨ªan con cierto v¨¦rtigo al Palau 14 a?os despu¨¦s, pero Illa, estoico de pies a cabeza, fogueado en la pandemia, ni se inmut¨®. El arranque del mandato estuvo marcado, desde luego, por la aparici¨®n del expresident y el mal papel en que quedaron los mossos al no lograr detenerlo. En un gesto inequ¨ªvoco de apoyo, la primera visita institucional de Illa fue a la sede de los Mossos d¡¯Esquadra para arropar a sus agentes. Su meta es cumplir el objetivo ya pactado por el Govern de ERC y alcanzar la meta de 22.000 polic¨ªas auton¨®micos en 2030.
Sus principales medidas han pasado por dos de sus obsesiones: acelerar las infraestructuras para combatir la sequ¨ªa y gozar del suministro de agua sin mirar al cielo y el comisionado de la ley de barrios, un instrumento inspirado en la ¨¦poca del tripartito para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y, de paso, taponar as¨ª cualquier filtraci¨®n de la extrema derecha. Su compromiso estrella es construir 50.000 pisos p¨²blicos en seis a?os, con una inversi¨®n de 4.400 millones de euros. El Govern ha impulsado tambi¨¦n la comisi¨®n que evaluar¨¢ la ampliaci¨®n del aeropuerto de El Prat, un proyecto que le distancia de sus socios de izquierda o las comisiones para reformar el sistema de salud o el de la Administraci¨®n, suprimiendo la obligatoriedad de la cita previa. Y, por encima de todo, el impulso al modelo de financiaci¨®n singular, que tanto rechazo causa en el PP ¡ªlo definen como un timo¡ª y resquemor en sectores del PSOE.
La nueva financiaci¨®n, que ¨¦l se niega a definir como concierto ¡ªno supone salir de la LOFCA y contempla la solidaridad¡ª, medir¨¢ la salud de su mandato. El Govern sabe que es un reto colosal: multiplicar por cuatro en un a?o el personal de la Agencia Tributaria de Catalu?a y poder recaudar y liquidar el IRPF en 2026. Illa se ha reunido hasta ahora con las presidentas de Extremadura y de Navarra y el de Asturias e insiste en que quiere hacer una gira por el resto de Espa?a para explicarse. No oculta que es consciente de su debilidad y que est¨¢ en manos de sus socios, enfrascados en procesos congresuales. De momento, no ha podido cumplir su plan de presentar las cuentas el 1 de enero y los presupuestos siguen el aire.
Con el ¨¢nimo de que Catalu?a recupere el liderazgo econ¨®mico en Espa?a y vuelva a tener voz en Europa, Illa ofrece en cada lugar el discurso que se quiere o¨ªr: habla a los empresarios de la necesidad de fomentar la colaboraci¨®n p¨²blico-privada, evita herir susceptibilidades en entornos m¨¢s soberanistas o pone el acento en determinados foros en favor de Espa?a. Con ese ¨¢nimo transversal, se ha reunido tanto con Societat Civil Catalana como con ?mnium y se ha entrevistado con todos los honores con Jordi Pujol, para pasmo de los independentistas y de los partidos a su izquierda ¡ªno se ha reunido, por contra, con Puigdemont¡ª como al d¨ªa siguiente acudi¨® a la Zarzuela a saludar al Rey. O al desfile del 12-O en Madrid. Hac¨ªa a?os que eso no lo hac¨ªa un president. Su peor momento ha sido, posiblemente, durante el concurso de castells en Tarragona, donde recibi¨® un sonoro abucheo.
Fiel a sus costumbres, Illa sigue corriendo en su municipio, en La Roca del Vall¨¨s, cuatro d¨ªas por semana ¡ªempieza a las 5.00 de la ma?ana¡ª y llega, de noche, a las 7.00 al Palau de la Generalitat. Dicen que no es f¨¢cil ¡ªtambi¨¦n para los escoltas¡ª seguir su ritmo cuando sale a correr. Ha celebrado 200 actividades p¨²blicas en 100 d¨ªas y recorrido m¨¢s de 2.000 kil¨®metros. Ha mantenido decenas de reuniones y acudido a actos con empresarios, sindicatos, entidades sociales, culturales o c¨®nsules. Con una enorme resistencia f¨ªsica y mental ¡ªapenas descansa los fines de semana¡ª, su agenda es infernal y en eso evoca a Pujol, a quien ya elogia en p¨²blico sin tapujos. Un ritmo maratoniano sin pausa como si tuviera prisa, consciente de que 100 d¨ªas apenas no son nada cuando adem¨¢s tiene a sus socios vigilando tan de cerca.
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