La inmersi¨®n ?tocada de muerte?
El revuelo que se arma sobre la lengua vehicular esconde una cuesti¨®n de principio: que la escuela debe ser monoling¨¹e
No puedo creer que la consejera Irene Rigau dijera en serio que la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica est¨¢ tocada de muerte, tras conocer la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalu?a. ?De verdad piensa que por introducir una asignatura en castellano la inmersi¨®n corre peligro? El revuelo que se produce cada vez que se pone en cuesti¨®n el modelo de inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica lleva a la sospecha de que no se est¨¢ discutiendo a partir de lo que de hecho ocurre, sino una cuesti¨®n de principio: la ense?anza en Catalu?a ha de ser monoling¨¹e. Por eso nuestros conflictos se enquistan en discusiones eternas que, para m¨¢s desgracia, ni siquiera son discusiones sino declaraciones de agravios.
Intentemos entender cu¨¢l es la situaci¨®n. La segunda ley de inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica, la de 1996, opt¨® por la escuela monoling¨¹e. Tambi¨¦n lo hizo la Ley de Educaci¨®n de Catalu?a de 2006. A saber: todas las clases se imparten en catal¨¢n, a excepci¨®n de la lengua castellana, que debe darse, como es l¨®gico, en castellano. Esta ley, a diferencia de la anterior, que era la buena porque admit¨ªa m¨¢s flexibilidad en el uso de ambas lenguas, fue mal recibida por aquellos que no entienden que una sociedad que se enorgullece de su biling¨¹ismo real, se resista a que esa realidad social se vea reflejada en la escuela. Si somos biling¨¹es, ?por qu¨¦ no puede serlo tambi¨¦n la ense?anza? La respuesta oficial siempre ha sido clara: el catal¨¢n necesita m¨¢s protecci¨®n que el castellano, lo que hace indiscutible el mayor peso del catal¨¢n en las horas lectivas.
Si atendemos a las consecuencias de dicho modelo de inmersi¨®n, hay que reconocer que el problema no son las consecuencias del mismo para los alumnos. Es cierto que el modelo ling¨¹¨ªstico introducido en Catalu?a no tiene resultados negativos en el dominio de ninguna de las dos lenguas. Nuestros alumnos, en general, tienen un conocimiento ling¨¹¨ªstico tan mediocre en ambas lenguas como el resto de los ni?os espa?oles. Dominan el castellano porque, salvo peque?as excepciones, est¨¢ m¨¢s presente en su entorno que el catal¨¢n, por mucho que algunos intenten resistirse a que as¨ª sea. Es falsa la afirmaci¨®n de que el castellano puede desaparecer en Catalu?a por culpa de la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica. Es falsa porque es imposible. Es decir que el problema de la inmersi¨®n no es tanto el de los resultados, como el de empe?arse en insertar al ni?o en un mundo ficticio, un imaginario irreal, creado por la voluntad de quienes querr¨ªan que Catalu?a fuera realmente monoling¨¹e y se extinguiera de una vez ese biling¨¹ismo tan molesto.
Dicho de otra forma: el problema es el fuero, no el huevo. Nos cansamos de decir que en Catalu?a no hay problema ling¨¹¨ªstico porque nos entendemos de maravilla pasando de una lengua a la otra sin apenas darnos cuenta de qu¨¦ lengua estamos usando en cada momento. Lo que lo enreda todo es el fervor legislativo. Los defensores del monoling¨¹ismo aducen que, de hecho, la escuela ya es biling¨¹e dado que, cuando dejan el aula y salen al patio, la lengua m¨¢s utilizada entre los ni?os es el castellano.
Ser¨ªa bueno que nuestros dirigentes inspeccionaran y evaluaran de vez en cuando lo que de verdad ocurre en las escuelas p¨²blicas y concertadas
Cuesti¨®n de principios, como dec¨ªa. No importa lo que ocurra de hecho, sino lo que quiera imponerse por derecho. Ser¨ªa bueno que nuestros dirigentes inspeccionaran y evaluaran de vez en cuando lo que de verdad ocurre en las escuelas p¨²blicas y concertadas, cu¨¢l es la lengua que realmente se usa en las aulas de las escuelas de barrios perif¨¦ricos o de las escuelas concertadas de las zonas de renta m¨¢s alta. ?Se usa siempre y solo el catal¨¢n como manda la ley? ?O hay una mezcla inevitable porque la realidad la impone? Como escribi¨® Francesc de Carreras hace unos d¨ªas, una ley es arbitraria cuando solo se cumple cuando conviene. Nadie puede dejar de reconocer que los tribunales que se han pronunciado al prop¨®sito, empezando por el Tribunal Constitucional, hayan dejado de establecer el mayor peso que debe tener el catal¨¢n. Solo piden que el castellano no quede relegado a la categor¨ªa de lengua extranjera.
Un ¨²ltimo argumento. Se suele aducir, a favor del m¨¦todo de inmersi¨®n, que solo con ¨¦l se ha logrado el valor m¨¢s importante: la unidad de criterio y la no divisi¨®n de los escolares por la lengua, evitando as¨ª una indeseada fractura social. Es cierto. Pero tambi¨¦n lo es que la unidad se podr¨ªa haber logrado igualmente con una mayor flexibilidad a favor del castellano, dejando margen para que las escuelas adaptaran la frecuencia en el uso de una u otra lengua a la demanda o a las necesidades de cada situaci¨®n.
Una escuela en Olot tiene un alumnado diferente al de una escuela del cintur¨®n metropolitano. En unos casos, los alumnos requerir¨¢n m¨¢s catal¨¢n y, en otros, m¨¢s castellano. Todo tendr¨ªa un arreglo f¨¢cil y nada traum¨¢tico si las pol¨ªticas p¨²blicas dejaran de ser instrumentos de ideolog¨ªas, que discurren a espaldas de lo que pasa en la calle. Nos quejamos de que la Constituci¨®n est¨¦ sacralizada. Me temo que tambi¨¦n desde aqu¨ª nos agarramos a ciertos principios como si fueran sagrados.
Vict¨°ria Camps es profesora em¨¦rita de la UAB.
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