Arrabal contra Dal¨ª contra Picasso

En 1937 Espa?a est¨¢ rota y ardiendo por la Guerra Civil. Desde Par¨ªs, presenciando a distancia la tragedia y en v¨ªsperas de la Exposici¨®n Internacional de Par¨ªs, Salvador Dal¨ª y Pablo Picasso discuten, en singular batalla dial¨¦ctica, sobre dos de sus obras que est¨¢n profundamente relacionadas con la contienda: Premonici¨®n de la Guerra Civil, del primero, y el Guernica, del segundo. Estas son las premisas de Dal¨ª versus Picasso, la ¨²ltima creaci¨®n del dramaturgo (y Trascendente S¨¢trapa del Colegio de la Pataf¨ªsica) Fernando Arrabal que, en estreno mundial, se puede ver en las Naves del Espa?ol de Matadero hasta el 16 de Marzo.

¡°Solo hay dos cosas malas que pueden pasarte en la vida, ser Pablo Picasso o no ser Salvador Dal¨ª¡±, reza la conocida cita de Dal¨ª; sin embargo Arrabal, que, con su discurso lleno de meandros y referencias particip¨® este mi¨¦rcoles en la presentaci¨®n de la obra, niega que existiese esa cacareada rivalidad entre ambos creadores: ¡°Dal¨ª y Picasso eran hombres que no pensaban en el ¨¦xito o en el fracaso. Fueron caballeros de la ciencia, la literatura, la pintura, el arte¡­ Esa rivalidad que se les presupone no existe: ambos son soldados de un mismo bando. Y ambos est¨¢n en el exilio¡±, cuenta el dramaturgo, ¡°por ejemplo, Picasso, que no era demasiado generoso, le pag¨® a Dal¨ª su primer billete a Estados Unidos¡±. La obra est¨¢ dirigida por Juan Carlos P¨¦rez de la Fuente, quien ya hab¨ªa dirigido otras obras arrabalescas como Cementerio de autom¨®viles o Carta de amor (como un suplicio chino), e interpretada por los (muy bien caracterizados) Antonio Valero y Roger Coma.

Trata Arrabal de una ¨¦poca ¡°en la que Picasso era m¨¢s conservador y Dal¨ª, aunque luego fuera fervientemente mon¨¢rquico, fantaseaba con matar al Rey de Espa?a¡±. Y ambos eran exilados en Par¨ªs, como el propio Arrabal. ¡°Lo hablo siempre con mi amigo Milan Kundera: no soy ni espa?ol ni franc¨¦s, soy del exilio¡±. Como ap¨¢trida, ?qu¨¦ piensa de la independencia de Catalu?a? ¡°No tiene importancia¡±, dice, ¡°aunque a m¨ª me echaron de El Mundo (es un honor que le echen a uno de un peri¨®dico) porque me negu¨¦ a firmar un papel en contra de los nacionalistas catalanes, igual que me he negado siempre a firmar estos papeles pol¨ªticos. El se?or que dirig¨ªa me ech¨®. Pero qui¨¦n no me ha echado a m¨ª¡±, bromea.

Paralelamente al texto que ahora se presenta, Arrabal ha escrito Di¨¢logo en el Kremlin, un drama protagonizado por otros dos pesos pesados: Ludwig Wittgenstein y Stalin. ¡°Trata sobre Wittgenstein, para m¨ª el mayor fil¨®sofo de la historia¡±, adelanta, ¡°de la ¨¦poca en la que se sospechaba que hab¨ªa formado un grupo de cinco esp¨ªas sovi¨¦ticos, apodados Los Ap¨®stoles, en las hermandades universitarias de Cambrigde. Un grupo que estuvo a punto de echar a pique Inglaterra y entreg¨¢rsela a Stalin¡±.

A Arrabal, como a Dal¨ª y a Picasso, le interesa mucho la ciencia, y le gusta citar abstrusas cosas cient¨ªficas como el Teorema de Incompletitud de G?del o los fractales de Beno?t Mandelbrot. Y, oh sorpresa, es optimista respecto a la situaci¨®n actual: ¡°siempre se ha pensado que vivimos una mala ¨¦poca para la cultura y la ciencia. Desde Plat¨®n, que se quejaba de que el p¨²blico fuera a los Juegos Ol¨ªmpicos y no a los teatros de Atenas, que ten¨ªan los mejores dramaturgos. Tambi¨¦n se quejaba Quevedo, por ejemplo, pero vivimos un momento de gran efervescencia¡±.