De Houdini a Berlanga
El Ayuntamiento de Madrid parece una pel¨ªcula de Berlanga y el PP, la estrafalaria familia Leguineche
Hay cosas que mover¨ªan a la risa si no fuera porque lo que est¨¢ en juego es nuestro patrimonio nacional y quienes lo administran est¨¢n coqueteando con el esperpento. Definitivamente, el Ayuntamiento de Madrid parece una pel¨ªcula de Berlanga y el PP, la estrafalaria familia Leguineche.
Ahora est¨¢n a vueltas con ¡°el caso del cuadro asesinadito¡±. Un asunto m¨¢s propio de una trama teatral de Miguel Mihura que de unos equipos de gobierno a los que se les presupone seriedad, pero que se han convertido, entre Rajoy, Montoro, Ignacio Gonz¨¢lez y Ana Botella, en cuatro corazones con freno y marcha atr¨¢s, homenajeando la funci¨®n de Jardiel Poncela. Porque no es s¨®lo que se esfuercen en agredir toda forma de cultura con un IVA desquiciado y desquiciador; es que adem¨¢s han fabricado con los creadores una diana y entre ellos se entretienen jugando a los dardos. Caminan a toda prisa, marcha atr¨¢s, hacia los tiempos en que a Cela se le tachaban p¨¢rrafos inofensivos de La colmena y s¨®lo se pod¨ªa describir la pol¨ªtica espa?ola desde el sarcasmo de La Codorniz y el genio berlanguiano.
Ahora se acaba de saber por El Pa¨ªs que hay obras de artistas espa?oles que aparecen y desaparecen. Houdini ha vuelto. Obras arrugadas y devueltas al patrimonio de todos en forma delictiva y an¨®nima a un peri¨®dico, como si as¨ª lo pudieran acallar, o invocaran su complicidad. Formaba parte del arte descatalogado por pol¨ªticos diplomados en la Academia Pilatos que se lavan las manos ante cualquier contratiempo y que si hoy deciden opinar afeando una obra art¨ªstica, ayer lo hicieron del conjunto de la industria espa?ola del cine, despu¨¦s ignoraron la pol¨ªtica fiscal del teatro y luego vaya usted a saber a qu¨¦ se atreven. Corazones con freno que tratan de imponer la marcha atr¨¢s hacia un ayer indeseable al que nadie querr¨ªa volver.
Los madrile?os sienten verg¨¹enza e impotencia al ver c¨®mo se venden edificios que son de todos para hacer otra tienda de una franquicia m¨¢s, despersonalizando una ciudad que no puede renunciar a sus se?as de identidad. Sufren con el desprecio permanente al arte, sea diciendo que algo es feo o al usar el arte como moneda de cambio, subast¨¢ndolo con excusas ornamentales o malvendiendo edificios en lugares emblem¨¢ticos para tal o cual inversor. Y es que Madrid sufre cuando se hacen regalos que son s¨®lo negocios a costa de la cultura y del bolsillo de los madrile?os. Los Leguineche se comportar¨ªan de un modo un poco m¨¢s p¨ªcaro, pero tampoco mucho m¨¢s.
Todo es un pastel a costa de la cultura cuya guinda ha sido rebajar el IVA al arte pl¨¢stico sin reparar en que el agravio s¨®lo ha conseguido dividir y enfrentar a los dem¨¢s sectores que conforman la cultura en este pa¨ªs. Ya establecieron una diferencia con los libros al salvarlos de la subida impositiva, sin que nadie explicara la raz¨®n, y ahora insisten con el arte, seguramente para no hacer el rid¨ªculo ante la inminencia de ARCO o contentar a los casales falleros. El caso es seguir diferenciando lo que a esos cuatro corazones les parece que hay que gravar y lo que no. ?Por qu¨¦?
Entre tanto, la alcaldesa madrile?a se descuelga con un informe triunfalista que convierte a los datos macroecon¨®micos en prueba confirmada de que Madrid es el rompeolas de todas las naciones, destino inmejorable, meta deseable de todas las inversiones y palad¨ªn del crecimiento econ¨®mico. Los vecinos, mientras tanto, asisten at¨®nitos al desd¨¦n municipal, al crecimiento del paro, al desmoronamiento de sus infraestructuras y a la ausencia de pol¨ªticas culturales, medioambientales, urban¨ªsticas y de equilibrio social. Pero las cuentas de Ana Botella son otras. Claro: con calefacci¨®n y tapones en los o¨ªdos las cosas se ven mucho mejor, hasta la p¨¦rdida de un cuarto de mill¨®n de empleos en la cultura y una disminuci¨®n de la aportaci¨®n cultural al PIB espa?ol.
?Es que no ha llegado la hora de levantar la voz para impedir que se siga haciendo da?o a la cultura de todos? Est¨¢n agraviando de continuo a los espa?oles, al pa¨ªs y a la Cultura, que no es otra cosa que la muestra de lo que somos y de lo que perdurar¨¢ cuando no estemos. Eso es algo que, si no se sabe, no se puede explicar. Parafraseando aquella pel¨ªcula, si no se entiende una mirada airada, es in¨²til una larga explicaci¨®n.
Todo pol¨ªtico deber¨ªa comprender que su responsabilidad es defender la identidad de un pa¨ªs, o lo que es lo mismo, la creaci¨®n viva y el patrimonio: su cultura. Es una realidad global, de pol¨ªtica interior (porque s¨®lo con educaci¨®n y cultura se crece), y de pol¨ªtica exterior (porque la imagen de un pa¨ªs como el nuestro, que tanto le debe a la cultura, se ensucia si se empe?an en tirar sus cuadros al vertedero municipal). Y no s¨®lo se trata de una alegor¨ªa.
Han pasado s¨®lo dos a?os desde que acept¨¦ trabajar para la cultura de Madrid. Y en tan breve espacio de tiempo creo estar en condiciones de asegurar que, por este camino, la ciudad de Madrid est¨¢ borr¨¢ndose, ensuci¨¢ndose, aunque sus vecinos est¨¢n cada d¨ªa m¨¢s vivos y tambi¨¦n m¨¢s enfadados. Por eso conf¨ªo en que al fin ser¨¢n ellos, con su participaci¨®n, con su indignada mirada de asombro, quienes sepan hacer rectificar a los que se sirven del arte y lo arrugan, como arrugan sus cuadros, que es una descriptiva met¨¢fora de c¨®mo se arruga el coraz¨®n de la Cultura.
Houdini ha vuelto. Berlanga deber¨ªa volver.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.