Stanbrook, el barco de una derrota
Lo que hace diferente la salida de este buque es su car¨¢cter excesivo con gente de toda condici¨®n social e ideolog¨ªa
De todos los barcos que abandonaron Espa?a al final de la Guerra Civil, ninguno ha alcanzado el car¨¢cter m¨ªtico del Stanbrook, que parti¨® de Alicante con, al menos, 2.638 pasajeros.
El barco, un carbonero brit¨¢nico, arrib¨® a Alicante procedente de Marsella el 19 de marzo 1939 y permaneci¨® en dicha ciudad hasta el 28 del mismo mes, cuando sali¨® en direcci¨®n a Or¨¢n en un momento en que la ciudad volv¨ªa a ser bombardeada por la aviaci¨®n franquista. Pese a lo que se piensa com¨²nmente, no fue ni el ¨²ltimo buque en que partieron republicanos espa?oles hacia el exilio, ni siquiera desde el puerto de Alicante, desde donde surgir¨ªa poco despu¨¦s el Maritime, con 32 autoridades republicanas.
Desde poco despu¨¦s de la proclamaci¨®n del Consejo Nacional de Defensa y la consecuente dimisi¨®n del Gobierno Negr¨ªn, las distintas instituciones republicanas trataron de organizar formas de evacuaci¨®n para los millares de personas que deseaban abandonar el pa¨ªs. S¨®lo en marzo y desde Alicante, ya hab¨ªan partido hacia el exilio barcos como el Winnipeg, el Marionga, el Ronwyn o el African Trader, transportando a miles de personas.
Lo que hace diferente la salida del Stanbrook es su car¨¢cter excesivo: una muchedumbre de hombres, mujeres y ni?os, de toda condici¨®n social e ideolog¨ªa pol¨ªtica ¨Caunque con predominio de socialistas y republicanos-, con una peque?a presencia de extranjeros llegados a colaborar con la Rep¨²blica, aferrados a un buque limitado, saliendo todos ellos en medio de amenazas de bloqueo y poco antes de uno de tantos bombardeos del puerto. Y tambi¨¦n, por supuesto, la figura legendaria del capit¨¢n Archibald Dickson, marino gal¨¦s de poco m¨¢s de cuarenta a?os, que supo empatizar la angustia de aquellas gentes y asumir el deber de socorrerles, incluso m¨¢s all¨¢ de lo razonable, en un buque limitado, con solo veinticuatro tripulantes, poco acondicionado ¨Ccon s¨®lo dos letrinas, por ejemplo-, escorado hacia un lado ante el peso excesivo de personas y bultos.
El Stanbrook, recordado a trav¨¦s de su fotograf¨ªa tomada ya en el puerto de Or¨¢n, es una inigualable imagen del exilio: una riada humana, saliendo precipitadamente en medio de una derrota, todos en el mismo barco despu¨¦s de tanta discrepancia interna, hacia un destino en el que nadie iba a reconocerles nada. A su llegada a tierras argelinas, ni siquiera pudieron descender libremente del buque. Las mujeres y los ni?os salieron antes. Muchos de los varones todav¨ªa hubieron de permanecer casi un mes, hacinados, entre calamidades sin cuento, hasta que fueron habilitados los campos de internamiento, de los que s¨®lo salieron para servir en la Legi¨®n Extranjera o para integrarse en batallones de trabajo.
Es cierto que tambi¨¦n contaron con la solidaridad de mucha gente, de militantes de partidos de izquierda y de muchas familias espa?olas establecidas en Or¨¢n, que entonces era, sin duda, la m¨¢s espa?ola, la m¨¢s alicantina si se quiere, de las ciudades del ?frica colonial francesa, un puerto al que hab¨ªan acudido desde un siglo atr¨¢s miles de trabajadores valencianos, dada la cercan¨ªa entre aquel lugar y los puertos de nuestro litoral.
La vida posterior fue bien distinta para cada pasajero del Stanbrook. Algunos fallecieron en medio de las penalidades del trabajo en la construcci¨®n del ferrocarril transahariano, otros consigueron emigrar a otros pa¨ªses, muchos permanecieron durante d¨¦cadas como residentes en Argelia.
Numerosos historiadores y escritores se han preocupado de manera m¨¢s o menos profunda o tangencial en la recuperaci¨®n de aquel triste episodio de nuestra historia ¨Ccada vez menos- reciente. Entre ellos, algunos, como Juan Mart¨ªnez Leal, Juan Bautista Villar o Rafael Torres nos permiten ampliar el conocimiento de sus protagonistas. El propio capit¨¢n Dickson tambi¨¦n dej¨® escritas unas p¨¢ginas sobre aquel viaje, reproducidas por el diario El Pa¨ªs el 1 de abril de 2009.
De entre quienes participaron en aquel viaje cabr¨ªa destacar, por su car¨¢cter simb¨®lico, la figura del valenciano Amado Granell, nacido en Borriana aunque afincado en Orihuela, ciudad desde la que se enrol¨® voluntario en las tropas republicanas. Liberado por las tropas anglonorteamericanas del campo de concentraci¨®n en que lo hab¨ªan internado las autoridades coloniales francesas, se enrol¨® en la Legi¨®n Extranjera con la que particip¨® en el desembarco de Normand¨ªa. El 25 de agosto de 1944, el d¨ªa de la liberaci¨®n de Par¨ªs, quien hab¨ªa sido, como tantos otros, un vencido indeseable en el puerto de Or¨¢n, comandaba una de las dos secciones de la novena compa?¨ªa de la Divisi¨®n Leclerq, las primeras tropas aliadas que entraban triunfantes por los Campos El¨ªseos.
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