Las doble crisis de Espa?a
El balance de Rajoy es desolador: la mitad de la juventud en paro y la mitad de Catalu?a a favor de la independencia
Cuando una cuarta parte de la poblaci¨®n activa est¨¢ en paro y cuando esta parte incluye a la mitad de los j¨®venes en edad de trabajar ser¨ªa una insensatez que el debate parlamentario sobre el estado de la naci¨®n versara sobre otras cuestiones. ?Hay algo peor que tener sin horizonte laboral a la mitad de la generaci¨®n de relevo? Este es actualmente, por desgracia, el eje de la vida colectiva en Espa?a. Un balance desolador. La econom¨ªa est¨¢ enferma y es una enfermedad particularmente insidiosa. Aunque el paro es nuestro, de nuestra sociedad, est¨¢ muy claro que la crisis econ¨®mica que lo provoca no es solamente nuestra. Tiene vertientes radicalmente genuinas, propias, locales, como el mal gobierno que en la d¨¦cada de 1990 llev¨® a hinchar irresponsablemente una burbuja inmobiliaria, a corromper casi todas las cajas de ahorros o a mantener est¨²pidamente altos los precios de la energ¨ªa, por ejemplo.
Pero la crisis se origin¨® en Estados Unidos, se extendi¨® a Europa, alcanz¨® a numerosos bancos brit¨¢nicos, alemanes, franceses, etc¨¦tera y se agrav¨® con la aplicaci¨®n de recetas prescritas en instancias internacionales que no persiguen resolver la crisis espa?ola o europea sino asegurar que el entorno financiero global pueda seguir dragando sin cesar intereses de todas las econom¨ªas nacionales.
De manera que un buen debate sobre estos asuntos y los que derivan de ellos, como la devaluaci¨®n interna y el desastre social que conlleva, es inevitable, adem¨¢s de aconsejable. Pero es ilusorio pesar que un partido como el PP, cuya dirigencia est¨¢ siendo investigada por cobrar una parte de sus ingresos en negro y dedicarse adem¨¢s a cobrar comisiones por todo tipo de decisiones tomadas desde distintos ¨¢mbitos de gobierno que controla, pueda aportar otra cosa que m¨¢s sumisi¨®n al entorno financiero y el consuelo de que cada d¨ªa falta un d¨ªa menos para salir de la crisis.
?Qui¨¦n puede creer que un gobierno formado por un partido en esta situaci¨®n va a cuidarse de que aflore el 25% de la econom¨ªa sumergida? No, lo que de verdad interesa y ocupa ahora mismo a esta dirigencia es salvarse de la quema con que les amenazan los m¨²ltiples incendios que les acorralan. Se llaman G¨¹rtel, B¨¢rcenas, etc¨¦tera.
Lo que de verdad interesa y ocupa ahora mismo a esta dirigencia es salvarse de la quema con que les amenazan los m¨²ltiples incendios que les acorralan. Se llaman G¨¹rtel, B¨¢rcenas
Todo esto no impide, sin embargo, que un debate parlamentario como el de hoy deba ocuparse tambi¨¦n de otros asuntos y, en particular, de la otra crisis que la agita desde hace cuatro a?os, la constitucional. La econ¨®mica no es la ¨²nica enfermedad que padece actualmente Espa?a. De los 47 millones de habitantes del Estado espa?ol hay en Catalu?a en torno a tres y medio que quieren dejar de ser ciudadanos de este Estado. Eso es lo que indican una y otra vez los sondeos de opini¨®n. Se dice r¨¢pido, pero si se para a pensar, estremece. Hay 3,5 millones de personas que declaran sostenidamente que, si se les presenta la ocasi¨®n, dejar¨¢n de ser ciudadanos del Estado espa?ol. Si esto no es una crisis ?qu¨¦ es? Es, por lo menos, una moci¨®n de censura total para la pol¨ªtica que en los ¨²ltimos a?os se ha seguido para con Catalu?a.
Resulta que esta es, adem¨¢s, una crisis anunciada. Expresa el surgimiento de la desafecci¨®n hacia Espa?a advertido en su d¨ªa, en 2009, por el entonces presidente de la Generalitat, Jos¨¦ Montilla, para el caso de que se impusiera la pol¨ªtica del PP para Catalu?a. La pol¨ªtica dise?ada por los Trillo, Arenas, S¨¢ez de Santamar¨ªa, etc¨¦tera, para segarle a Zapatero la hierba bajo los pies en Madrid, Andaluc¨ªa y las Castillas, contando con su influencia en el Tribunal Constitucional. Esta pol¨ªtica triunf¨®, el Tribunal Constitucional la constitucionaliz¨®, lo pactado en 2006 por el Parlament con las Cortes y refrendado por los ciudadanos de Catalu?a qued¨® en 2010 fuera de la Constituci¨®n, y la advertencia de Montilla comenz¨® a materializarse.
Lo que tenemos ahora es que estos 3,5 millones de ciudadanos que quieren serlo de Catalu?a y no de Espa?a no llegan al 10% del total espa?ol, pero no son pocos y vienen a ser aproximadamente la mitad de la poblaci¨®n de Catalu?a, que es mucho. Y por si no no bastara, adem¨¢s de este 50% hay otro 20% o 25%, m¨¢s o menos, que est¨¢ claramente a favor de que se modifique el actual estatus constitucional de Catalu?a en el sentido de aumentar su autogobierno.
La manera en que el Gobierno de Rajoy ha afrontado esta crisis no es precisamente brillante. Consiste en pretender que la f¨®rmula para evitar que estos 3,5 millones de electores digan que quieren dejar de ser ciudadanos del Estado espa?ol para serlo de un estado catal¨¢n sea no pregunt¨¢rselo. Y ya est¨¢. Problema resuelto. Llegados a este punto, lo l¨®gico ser¨ªa que en un debate general como el que hoy empieza en el Congreso se buscaran f¨®rmulas para desatascar una situaci¨®n que si sigue como va solo puede tender a empeorar. Lo de votar otra vez que nacionalismo catal¨¢n es el malo de la pel¨ªcula quiz¨¢ guste a Rosa D¨ªaz y sus amigos, pero no resuelve nada.
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