Adams en Madrid

Madrid se ha volcado con el compositor estadounidense John Adams. La ONE, impulsora del homenaje, le ha dado barra libre con su Carta blanca, y a la fiesta se han unido, con diferentes actividades, la Filmoteca Nacional, la Fundaci¨®n Juan March, la Residencia de Estudiantes y el ?rea socioeducativa de la propia ONE. Ayer fue el turno de la m¨²sica de c¨¢mara, con dos obras magistrales en el so?ado equilibrio entre calidad y comunicaci¨®n. En particular, el String Quartet, estrenado en 2009 en la Juilliard School de Nueva York, contribuye a disipar cualquier incertidumbre sobre el futuro de la m¨²sica en el siglo XXI. Sobre la base de un minimalismo avanzado, y asumiendo la herencia de la mejor m¨²sica norteamericana, Adams despliega una ampl¨ªsima gama de recursos para envolver al oyente y embarcarlo en un mundo sonoro fascinante. El p¨²blico respondi¨® con aclamaciones como raras veces se escuchan en composiciones recientes. Tambi¨¦n se interpretaron nueve supuestas danzas del John's Book, una obra de 1994 para cuarteto de cuerda y, en varias ocasiones, percusi¨®n pregrabada. John Adams present¨® en directo la sesi¨®n y se volc¨® en elogios con el joven cuarteto estadounidense Attacca, un grupo al que conoci¨® hace un par de a?os en Nueva York, y desde entonces se ha convertido en su ojito derecho en el terreno camer¨ªstico. No es de extra?ar la admiraci¨®n. El cuarteto posee un asombroso sentido de la frescura y de la energ¨ªa y, por si hab¨ªa alguna duda, lo demostr¨® en una versi¨®n apabullante del primer cuarteto para cuerda de Beethoven. En cuanto a las danzas imaginarias de Adams sonaron con fuertes dosis de espontaneidad y alegr¨ªa.