¡°Ha llegado Espa?a¡±
Una exposici¨®n en el castillo de Montju?c rescata de los archivos municipales m¨¢s de 250 documentos sobre la poca estudiada Barcelona entre 1939 y 1945
Hab¨ªa, entre otras provisiones, turrones, un pote de aceitunas rellenas de anchoa, una botella de An¨ªs del Mono, otra de vino blanco y una tercera de negro. En total, 834 cajas, que salieron a 80,67 pesetas cada una, cifra ya considerable para la ¨¦poca. En los grandes embalajes de madera que los proteg¨ªan, se pint¨®: ¡°De Barcelona a la Divisi¨®n Espa?ola de Voluntarios¡±. La que recoge la foto especifica: ¡°Regimiento Vierna¡±. Se trata del obsequio con el que para las Navidades de 1941 el Ayuntamiento quer¨ªa hacer m¨¦ritos ante el r¨¦gimen y contribuir al sustento de la Divisi¨®n Azul en Rusia.
La informaci¨®n y la constancia gr¨¢fica son s¨®lo una de las muchas perlas y material pr¨¢cticamente in¨¦dito con la que se nutre la exposici¨®n Barcelona en postguerra. 1939-1945, que desde ma?ana y hasta el 30 de junio podr¨¢ verse en el castillo de Montju?c. ¡°Es un periodo que desde lo historiogr¨¢fico est¨¢ cargado de desequilibrios: hay muchos trabajos sobre represi¨®n pero pocos sobre vida cotidiana o movimientos sociales¡±, apunta el historiador Francesc Vilanova, quien junto Mireia Capdevila, ambos de la Fundaci¨®n Carles Pi i Sunyer, han comisariado la muestra, organizada por el Archivo Municipal de Barcelona. Ser¨¢ la primera, por cierto, que el lunes probar¨¢ el impacto de que se cobre entrada para acceder al castillo.
La exposici¨®n ¡ªm¨¢s una cr¨®nica gr¨¢fica por la profusi¨®n de documentos, prensa de la ¨¦poca, gr¨¢ficos y fotograf¨ªas¡ª da much¨ªsimas pistas para trabajar en ese periodo del primer franquismo. ¡°Ha llegado Espa?a¡±, reza uno de los carteles falangistas que, junto a las octavillas, se lanzaron cuando la entrada de la tropas fascistas el 26 de enero de 1939, marcando la filosof¨ªa con la que llegaban esos 90.000 soldados y la primera represi¨®n en la ciudad. Un mapa especifica la ubicaci¨®n de los siete puestos de control con los que se cerr¨® Barcelona hasta finales de febrero. Otras im¨¢genes muestran una abarrotada c¨¢rcel Modelo. La alegr¨ªa de los concentrados en la plaza de Catalu?a ante las tropas a partir de im¨¢genes del No-Do ilustran un primer ¨¢mbito que cierra Franco desde un descapotable en el Desfile de la Victoria del 21 de febrero de 1939.
Un mapa de la ciudad sirve para marcar con puntos azules las zonas donde lentamente se retiran escombros fruto de los bombardeos de la aviaci¨®n italiana y alemana. La zona de la Barceloneta parece sufrir sarampi¨®n... Pero hab¨ªa prisa por empezar a maquillar los estragos de la Barcelona que comandaba desde el 27 de enero Miquel Mateu i Pla. Su obsesi¨®n urban¨ªstica era alargar la Diagonal hacia Llobregat, paliar la deforestaci¨®n de un Tibidabo esquilmado por la hambruna y el fr¨ªo de los barceloneses y liquidar monumentos (como el del Doctor Robert). El maquillaje del espacio p¨²blico tambi¨¦n comport¨® el de los figurantes: un escalofriante informe del 7 de febrero de 1942 constata que s¨®lo esa semana se hab¨ªan detectado 152 casos de tifus; al lado, un recorte de La Prensa de pocos d¨ªas despu¨¦s: El peque?o brote de tifus exantem¨¢tico de Barcelona desaparecer¨¢ el pr¨®ximo mes.
Entre decenas de im¨¢genes impactantes, resalta la ¡°Relaci¨®n de gastos ocurridos con motivo de los obsequios tributados a S.E. el Reichsf¨¹hrer Heinrich Himmler¡± en Barcelona en octubre de 1940. Se aloj¨® en el hotel Ritz, claro. Precio: la friolera de 14.367 pesetas. ¡°Los proveedores tardaron en cobrar hasta dos a?os¡±, fija Vilanova. Es la punta del iceberg de las visitas que los amigos aliados (Himmler, el Conde Ciano¡) realizaron a la ciudad, apartado cargado de material poco visto, gracias a los fondos del Arxiu Fotogr¨¤fic de Barcelona o a las im¨¢genes inclu¨ªdas en los dosieres administrativos (impagable la de la cena del Consistorio a Himmler, con un camarero aterido tras el jerarca nazi).
La factura de la estancia de Himmler en el hotel Ritz ascendi¨® a 14.367 pesetas de 1940
La fijaci¨®n por volver a dar una imagen de ciudad nueva e industriosa (en 1942 ya hay una pat¨¦tica Feria de Muestras Nacional e Internacional, con pa¨ªses fascistas como ¨²nicos invitados) y en lo cultural, el rescate de la Barcelona romana, imperial, ¡°la nueva Pompeya¡±, para borrar la catalanista, obrera y revolucionaria tendr¨ªa traducci¨®n en pintura y escultura. Se trata del ¡°arte de estraperlo¡±, seg¨²n Vilanova: ¡°Son bodegones, paisajes y retratos de escaso valor art¨ªstico pero hinchados de precio, pagados con los beneficios del estraperlo. ?Un ejemplo? Las ¨²nicas pinturas que no se han llevado las hijas de Mu?oz Ramonet¡±.
En una ciudad a la que se hac¨ªa pasar la prueba de la redenci¨®n colectiva con misas de campa?a y cuestaciones, se pueden ver pieles, collares de perlas y esm¨®quines en el Liceo ya en diciembre de 1941, que contrastan con colas de racionamiento de pan, donde asoma una madre con su hijo peque?o rapado al cero. S¨ª, lleg¨® una Espa?a muy concreta.
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