Digno de mejor causa
El boato para recordar la Ley de S¨ªmbolos contrasta con el silencio que pes¨® sobre la ley del valenciano
Los esfuerzos de Alberto Fabra por recuperar la iniciativa pol¨ªtica son dignos de mejor causa. En Madrid, en el Club Siglo XXI se comprometi¨® a ¡°no permitir que ninguna persona imputada por un delito de corrupci¨®n, pueda ostentar cargo de responsabilidad ni en mi gobierno, ni en mi grupo parlamentario, ni en mi partido¡±. Y a?adi¨®: ¡°les asegur¨® que en las listas de mi partido para las pr¨®ximas elecciones, no habr¨¢ ninguna persona imputada judicialmente por delitos de corrupci¨®n¡±. Fabra parece que esta vez va en serio. Es muy probable ¡ªcasi seguro¡ª que en la contundencia de su afirmaci¨®n pesen unos sondeos muy negativos para el PP en la Comunidad Valenciana, la presi¨®n de la direcci¨®n nacional del partido que no quiere ver una foto de dos exconsejeras de Turismo sentadas en el banquillo por su implicaci¨®n en el caso G¨¹rtel v¨ªsperas de unas elecciones europeas y las propias convicciones presidenciales, pese a las cuales, el presidente consult¨® con G¨¦nova las medidas a tomar con Milagrosa Mart¨ªnez y Ang¨¦lica Such.
Al jefe del Consell hay que reconocerle que desde que lleg¨® al cargo ha peleado contra la corrupci¨®n en el seno de su gobierno y del PP, aunque con fortuna desigual. Han sido sus dudas y vacilaciones las que han provocado que en muchas ocasiones su discurso no acabara de resultar convincente. Ahora, aunque sea forzado por las circunstancias, parece que no hay vuelta atr¨¢s en su voluntad. Con todo, hay que fijarse en las negritas que figuran en el texto original del discurso del presidente de la Generalitat en el Siglo XXI. No son casuales. Fabra distingue entre ¡°imputados administrativamente¡±, categor¨ªa en la que figurar¨ªan el alcalde de Castell¨®n, Alfonso Bataller, y la alcaldesa de Alicante, Sonia Castedo; y los imputados judicialmente que ser¨ªan aquellos que tienen que someterse a juicio oral, caso de las exconsejeras citadas o del exalcalde alicantino Luis D¨ªaz Alperi. Las matizaciones de Fabra no se sostienen desde ning¨²n punto de vista jur¨ªdico. No hay ning¨²n imputado que no lo sea judicialmente; pero estos distingos le sirven para escapar del fuego amigo que sufre desde sus propias filas. La incapacidad de los partidos pol¨ªticos, y del PP en particular, para obligar a sus cargos p¨²blicos a asumir responsabilidades pol¨ªticas por sus errores ha generado entre los implicados en los diversos casos mecanismos de autodefensa muy eficaces. Si la doctrina oficial es que nadie dimite hasta que exista una sentencia en firme porqu¨¦, pues, hay que hacer caso a los sentidos llamamientos de la c¨²pula del poder cuando se siente amenazada por unas encuestas desfavorables.
La lenta y retrasada labor ¡ªno por ello menos encomiable¡ª de apartar a los corruptos de los cargos p¨²blicos no es el ¨²nico s¨ªntoma que permite intuir que el PP es consciente de que los ciudadanos le han dado la espalda. El Consell anuncia una celebraci¨®n por todo lo alto del 30 aniversario de la Ley de S¨ªmbolos. Es un recordatorio un tanto absurdo por cuanto, que se sepa, salvo grup¨²sculos minoritarios, nadie cuestiona los s¨ªmbolos. Por explicarlo gr¨¢ficamente: en la Comunidad Valenciana (denominaci¨®n que no gusta ni a quienes se la inventaron, pero que se acata) todos somos blaveros en la misma medida que todos los espa?oles somos mon¨¢rquicos, con independencia de cu¨¢l sea el modelo de estado que preferimos. Pero el PP no puede resistirse a dejar de monopolizar los s¨ªmbolos de todos los valencianos de forma excluyente. Por eso celebran con todo el boato una ley, por cierto, impulsada y aprobada por esos socialistas a los que ahora consideran catalanistas. La celebraci¨®n est¨¢ bien y es un signo de normalidad. En el fondo, est¨¢n rindiendo un homenaje al Consell de Joan Lerma. Lamentablemente, no ocurri¨® lo mismo con la Llei d¡¯?s i Ensenyament del Valenci¨¤, cuyo aniversario convirtieron en poco menos que clandestino. El PP no acostumbra a llevarse muy bien con el valenciano. Y se nota, claro.
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