Cuando la samba es un acto moral
Cl¨¢udia Dias emociona con su trabajo di¨¢fano, directo y comprometido
El impacto que ejerce Cl¨¢udia Dias (Lisboa, 1972) en el p¨²blico que llen¨® anoche el Auditorio 400 es tan inesperado como contundente. Su discurso es di¨¢fano, directo, comprometido. La voluntad performativa se al¨ªa con un sobrio montaje que dispone la escena en paralelo a los espectadores; se trata de una pasarela, casi un escaparate. Todo sucede en esa franja iluminada, con suelo de arena, en la que la artista va y viene, hasta borrar esmeradamente sus huellas; all¨ª hay cierta indefensi¨®n. Su desnudo, al que llega tras un progresivo despojo o deshojado de su vestuario civil, resulta a la postre intimista, logra con ello acercar definitivamente al espectador y a trav¨¦s de esa estampa metamorfosea una idea dram¨¢tica, terrible, ¨²nica: todos los rumbos (el norte, el este, el oeste, el sur otra vez o hacia dentro, hacia las entra?as figuradas de la tierra) son infructuosos. La arena es tambi¨¦n frontera o conf¨ªn.
Inspirada en textos de Tony Judt (una migraci¨®n desgarrada) y Boaventura de Sousa (la sistem¨¢tica de un nuevo pensamiento), no aparece por ning¨²n lado la autor¨ªa expresa de su recitado, al parecer propio y de ¨ªndole autobiogr¨¢fica; se lo supone aut¨®grafo y es una de las bazas fuertes de la obra. ¡°Aunque deje de estar aqu¨ª, todav¨ªa estar¨¦ presente¡±. Esta frase se repite obsesivamente y se trunca, as¨ª como otras enumeraciones, como si cualquier intento de continuidad fuera peregrino.
VONTADE DE TER VONTADE
Coreograf¨ªa, espacio esc¨¦nico e interpretaci¨®n: Cl¨¢udia Dias. Luces: Carlos Gon?alves. M¨²sica: Seu Jorge. Auditorio 400 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sof¨ªa; 6 de marzo.
La consabida ense?anza de que en la sociedad global contempor¨¢nea el centro ha sido atomizado (o expulsado, o subvertido), resulta en la voz y el cuerpo de Cl¨¢udia otro pilar argumental; el viaje a ninguna parte es el de la supervivencia y el terror (a lo desconocido y a la enorme estructura que fagocita individuos, proyectos, ilusiones) asuntos conjurados con un humor sard¨®nico; pero tambi¨¦n hay una sensaci¨®n paralela de que toda postura revolucionaria est¨¢ obsoleta, como si la inconformidad y la ausencia de perspectivas reales constituyeran las dos mitades de un mismo proceder improductivo. As¨ª la circularidad (ir hacia atr¨¢s, vestirse, alisar la arena) da un elocuente y desgarrado examen de conciencia, hecho a trav¨¦s del cuerpo y de la inevitabilidad del tiempo: la ¨²nica certeza est¨¢ que en que sumar¨¢ a?os, los registrar¨¢ en su propio instrumento: el cuerpo expuesto.
El baile (la samba como c¨¦lula central del material cor¨¦utico-teatral) revisitada en una coreograf¨ªa que burla toda sensualidad para convertirse en alegato, tiene lugar apenas ataviada con esos cubrepezones de lentejuelas y borlas, vulgares y humillantes, con su braga vuelta del rev¨¦s, donde termina por agotar su din¨¢mica y su visi¨®n, su protesta (para usar sus palabras) como ¡°un manifiesto contra lo inevitable¡±.
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