Rafaelillo, una gran demostraci¨®n de oficio
La corrida de Adolfo Mart¨ªn decepcion¨® y dio pocas opciones a los toreros
La corrida de Adolfo Mart¨ªn sali¨® medio rana. Medio, porque hubo toros que se hicieron acompa?ar de la leyenda. Primero y cuarto, sobre todos. Pero no hubo ninguno de esos que rompen en positivo. El sexto se acerc¨® a ese cl¨¢sico de la familia que humilla sobre todas las cosas. Humill¨® algo, pero era tan poca cosa todo lo dem¨¢s que no puntu¨®. Excepto el lote de Rafaelillo, el resto incluso pec¨® de soso. Y solo el cuarto tom¨® de salida el capote con buen aire, de largo en ida y vuelta. Los otros cinco gazapearon en esa primera instancia y no se entregaron en los primeros capotazos. En varas cumplieron, alguno incluso se rindi¨® bajo el peto. Y les exigieron, en alg¨²n caso de forma absurda. Como al sexto, que m¨¢s flojo que fuerte, lo pusieron casi m¨¢s all¨¢ de los medios para ir al caballo. Absurdo.
MART?N / RAFAELILLO, ROBLE?O, CASTA?O
Toros de Adolfo Mart¨ªn, el 5? lidiado como sobrero. Bien presentados. Justos de fuerzas y complicados en general.
Rafaelillo. Estocada ¨Caviso- (vuelta al ruedo); Pinchazo hondo y dos descabellos (silencio).
Fernando Roble?o. Pinchazo y estocada (silencio); Estocada (saludos).
Javier Casta?o. Tres pinchazos ¨Caviso- uno m¨¢s y tres descabellos (silencio); Estocada (palmas).
Plaza de Valencia, 9 de marzo. Segunda de Fallas. Menos de media.
De los tres espadas, Rafaelillo fue quien super¨® mejor que nadie el trance. Oficio y sentido largo de la lidia en torero de corta estatura. Sin calentar motores, el primero de la tarde ya lo puso a prueba. Toro listo. Y con ese peligro sonoro que todo el mundo siente y nota casi como en carne propia. No estaba el toro para confianzas, pero Rafaelillo, conocedor del terreno, el toro y sus circunstancias, se plant¨® ante ¨¦l dispuesto a liderar la contienda. La faena se decant¨® m¨¢s por el lado derecho. Arranc¨® muletazos de oficio y con beneficio. Consinti¨® y anduvo h¨¢bil cada vez que el de Adolfo intentaba reba?ar. En una de esas, el toro se qued¨® en medio de la suerte y a punto estuvo de prenderle. Listo ese toro, pero tambi¨¦n listo el torero. Para despejar cualquier duda, Rafaelillo se ech¨® la muleta a la izquierda. Por ah¨ª, ni por esas. No fue ning¨²n secreto que el toro no quisiera trato por ese lado, pues ya en el capote avis¨® de sus intenciones. Aguant¨® Rafaelillo cuando el toro ya era misi¨®n imposible, se plant¨® provocador y la gente le reconoci¨® tanto valor y conocimiento. Recet¨® una muy buena estocada y el toro fue a buscar su ¨²ltima respiraci¨®n a terrenos de toriles.
El cuarto fue el ¨²nico que se dej¨® torear con el capote, o, mejor dicho, se dej¨® capear. Movidito Rafaelillo, pero con su cuota de m¨¦rito porque el toro no daba tiempo a respirar. En la muleta, el toro mir¨®, prob¨® y busc¨® todo menos muleta. Estuvo pendiente del m¨ªnimo movimiento del torero. Y otra vez el murciano en plan campeador. Le puso arrestos y desafi¨® sin condiciones. Lleg¨® una colada, tambi¨¦n un desarme, pero la batalla solo ten¨ªa un ganador: el torero. Entretanto, a Rafaelillo le sobr¨® tiempo y espacio para robar alg¨²n natural de mucho m¨¦rito. Gran nivel de Rafaelillo en conjunto.
Al paso, m¨¢s soso que picante, el guapo segundo que como la mayor¨ªa fue recibido con aplausos. Muy corto de viaje, a media altura la embestida y casi parado al final. Sin eco ni emoci¨®n. Roble?o lo intent¨® por ambos lados. Combate nulo. El quinto, sustituto del titular devuelto por renquear m¨¢s de la cuenta, se puso escarbador y no quiso contribuir a la causa. Otra batalla sin vencedores ni vencidos. Roble?o acab¨® con el tedioso toro de una muy buena estocada. Otra m¨¢s en tarde de buenas estocadas.
El tercero tampoco estaba por la labor de completar viaje. Abierto el comp¨¢s a las primeras cambio, Casta?o pudo en los dos primeros muletazos de la serie. Muleta siempre en la cara, con el toro muy metido en ella, fue la mejor virtud de una faena que tambi¨¦n tuvo m¨¦rito. Permiti¨® Casta?o miradas mosqueantes del toro y aguant¨® en un pase de pecho. Firme y seguro Casta?o. Casi todo por la derecha, por donde el toro permit¨ªa alguna licencia. Por el izquierdo, reserv¨®n y mir¨®n a tope. Pero la espada trunc¨® una labor que merec¨ªa mejor final.
El sexto fue muy protestado por una supuesta cojera. Casta?o lo puso muy de largo para ir al caballo, exageradamente de largo. Con cierta tendencia a humillar, tuvo tambi¨¦n m¨¢s viaje por el pit¨®n derecho. Pero tampoco como para echar cohetes. Con el toro ya al paso, Casta?o le pudo dar un par de naturales que parecieron sacados de pozo seco. Mas todo con evidente falta de chispa. El remate de faena fue una porf¨ªa de cerca, ya de noche cerrada y con el p¨²blico con ganas de que se echara el tel¨®n.
La cuadrilla de Casta?o quiso lucir en banderillas ante todo y sobre todo, viniera a cuento o no. David Adalid y Fernando S¨¢nchez banderillearon tercero y sexto. Con m¨¢s eco que realidad en el tercero; mejor S¨¢nchez en el quinto, que arroll¨® a Adalid por medir mal y arrancar tarde. Pero el mejor par de la tarde lo puso ?ngel Otero al segundo de la corrida, sin que nadie lo esperara. Y otro Fernando S¨¢nchez, tambi¨¦n de la cuadrilla de Casta?o, pico bien al tercero.
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