Y Mercedes Alaya sonri¨®...
La juez que instruye el caso de los ERE renueva los votos de su matrimonio en Sevilla
Y Mercedes Alaya sonri¨®... Ha ocurrido bajo una lluvia de p¨¦talos de rosas blancas y un suave sol de v¨ªsperas de primavera sevillana. Mercedes Alaya ha sonre¨ªdo este s¨¢bado cogida de la mano de su marido Jorge Castro. Eran las 13.57 y sal¨ªan de la iglesia de San Alberto, donde acaban de renovar sus votos de matrimonio tras cerca de 30 a?os casados.
Por un d¨ªa, la juez que instruye el caso de los ERE, de 50 a?os, se ha despojado de ese cargo para convertirse en una novia vestida de blanco hasta los pies. Por un d¨ªa, el taxi que la lleva a los juzgados se ha convertido en un coche negro de alta gama. Y por un d¨ªa, el trolley que suele llevar en sus manos se ha transformado en un ramo de flores color marfil. Se cumpl¨ªa su deseo de celebrar una boda de pompa y boato, evento que no pudo realizar ni en su juventud ni en las d¨¦cadas posteriores, durante las que tuvo cuatro hijos y comenz¨® su carrera judicial.
Lo que s¨ª ha mantenido ha sido la impuntualidad y el hermetismo que le caracterizan en su trayectoria profesional. Los abogados, fiscales, imputados y periodistas ya est¨¢n m¨¢s que acostumbrados a esperarla en los pasillos de los juzgados, pero el sacrist¨¢n y el padre Pedro, que ofici¨® el evento, no han disimulado en mostrar su indignaci¨®n por los 45 minutos de retraso con los que ha llegado la novia. La misa estaba prevista para el mediod¨ªa, pero a las 12.30 Alaya no hab¨ªa aparecido todav¨ªa. ¡°Nos repitieron veintemil veces que estuvi¨¦semos preparados a las 12.00, y la ceremonia tarda casi una hora, voy a tener que cancelar la misa de las 13.15 que adem¨¢s est¨¢ dedicada a un hombre que cumple 90 a?os¡±, se quejaba el padre Pedro a las puertas del oratorio San Felipe Neri, donde se encuentra la iglesia. El sacrist¨¢n lleg¨® a decir: ¡°A m¨ª esto no me ha pasado en los 25 a?os, como m¨¢ximo se tardan 10 minutos, soy capaz de cerrar hasta las puertas¡±, dijo exaltado.
Pero a las 12.45 y con las campanas sonando de fondo, la magistrada apareci¨® por fin, con el pelo m¨¢s corto y ondulado y ataviada con un vestido de encajes y tul abotonado por la espalda. Baj¨® del gran coche negro flanqueado por cuatro polic¨ªas y dos escoltas vestidos de paisano, que ten¨ªan el objetivo de que ella quedase lo m¨¢s cerca posible de la puerta para que los fot¨®grafos que se agolpaban a la entrada apenas pudiesen tomar una imagen. Operaci¨®n que result¨® complicada y peligrosa. Tan grande era el coche que el conductor tuvo que maniobrar para entrar en la enjuta calle, lo que provoc¨® que el veh¨ªculo golpeara a un redactor gr¨¢fico en la rodilla y a un polic¨ªa en la pierna y en la espalda.
Seg¨²n fuentes policiales, no ha habido demasiado tiempo para preparar un dispositivo mejor. Estaba previsto que el evento se celebrase a las 12.00 en la bas¨ªlica de Jes¨²s de Gran Poder de la ciudad, pero la juez jug¨® al despiste y lo celebr¨® definitivamente en otra iglesia del centro. ¡°Yo me he enterado media hora antes de la boda de que la misa era en esta iglesia. Menos mal que estaba por aqu¨ª cerca¡±, asegur¨® uno de los cerca de 100 invitados tras salir del evento. Superada la confusi¨®n para invitados y periodistas, la juez pudo lucir a la salida de la iglesia y para todos los presentes el escotado vestido confeccionado en el taller sevillano ?ngela y Adela. Y haciendo gala de su hermetismo no pronunci¨® ni una palabra, pero sonri¨®. El convite lo celebra en el Palacio de Lebrija y este domingo contin¨²a la fiesta en una finca.
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