C¨¦lebres an¨®nimos
La gloria no se alcanza solo con los t¨ªtulos, sino que a veces se logra con un acto ¨ªntimo para ser famoso
No recuerdo haber llorado muchas veces por el f¨²tbol, ni siquiera como aficionado, salvo cuando era un ni?o y al Pontevedra hab¨ªa que roelo hasta en el ¨¢lbum porque siempre me faltaban los cromos de Neme y Batalla. Acaso me pudo la nostalgia la noche de Sant Jordi de 1975 cuando el Leeds de Bremer, Lorimer, Stewart y Jordan elimin¨® al Bar?a de la Copa de Europa. Yo, que he tenido colgados p¨®sters de Vel¨¢zquez y G¨¢rate, estaba covencido aquel d¨ªa que si hubieran podido jugar Juan Carlos y Cholo Sotil y no Neekens y Clares habr¨ªa ganado el Barcelona. Ya se sabe que hasta el aficionado m¨¢s tranquilo es un entrenador al que le dan ataques de pena o de rabia.
A m¨ª me puede la nostalgia. No se me olvidar¨¢ el d¨ªa en que una representaci¨®n de veteranos del Bar?a reforz¨® al equipo local en la inauguraci¨®n del campo del Perafita. Recuerdo como mis ¨ªdolos azulgrana perdieron contra una selecci¨®n de j¨®venes del Llu?an¨¨s. No soport¨¦ la derrota, y menos que la firmara un delantero seguidor del Espanyol como Ramon Vall, Baget, quien fue durante a?os alcalde de Prats. Ha sido la ¨²nica vez que no he militado en una causa a favor de mi comarca, entregado como estaba a jugadores c¨¦lebres como los del Bar?a a quienes jam¨¢s hab¨ªa visto en persona despu¨¦s de so?ar cada noche que ganaban la Liga y la Copa de Europa.
No ten¨ªa m¨¢s h¨¦roes, esclavo emocional como era del f¨²tbol, del Bar?a y de Mohammad Al¨ª. Aprend¨ª historia con los libros de deportes, de manera que no pude reprimir el llanto cuando constat¨¦ que el fenomenal Bar?a no solo perd¨ªa por culpa de los ¨¢rbitros y de Franco sino que pod¨ªa ser derrotado por un pu?ado de amigos. ?nicamente encontr¨¦ consuelo en mi padrino futbol¨ªstico, Manel Puig, Manel de Cala Nita, que me hizo notar que los azulgrana se hab¨ªan dejado ganar, cebados como quedaron despu¨¦s de una comilona, homenajeados por la organizaci¨®n, irreconocibles en la cancha a la media hora de partido.
La llorera me dur¨® poco porque Manel jam¨¢s me enga?aba como ment¨ªan los diarios, as¨ª que recuper¨¦ muy pronto mi amor por aquellas leyendas personificadas en Juanito Segarra. Me ayud¨® la crueldad de la gente de pueblo, reiterativa en la queja, disgustada porque no hubieran venido a jugar los mejores veteranos del Bar?a. Incluso se escucharon ciertas chanzas sobre los m¨¢s desconocidos y tambi¨¦n menos artistas. Me doli¨® m¨¢s que la derrota y me convert¨ª en reh¨¦n de los futbolistas m¨¢s altruistas, humanos y profesionales, nada medi¨¢ticos o que se olvidan con el tiempo, aquellos que hacen equipo como Francesc Rodr¨ªguez, conocido por Rodri (1934).
La semana pasada se present¨® un libro suyo, Rodri, una vida entregada al Bar?a: Una muy buena historia personal y reveladora tambi¨¦n del papel del FC Barcelona. Nacido en Sants y criado en el Ploble Sec, hijo de una familia murciana, entreg¨® su primer sueldo a su madre, viuda desde que su marido fuera abatido en la Guerra Civil. Rodri jug¨® en el Espa?a Industrial y en el Condal, los filiales precursores del Atl¨¨tic de Catalunya y del Bar?a Atl¨¨tic ¡ªy del Bar?a B¡ª, fue campe¨®n con el equipo de Helenio Herrera, ejerci¨® de ayudante de Buckingham, Weisweiler, Michels y Laureano, y como ojeador recomend¨® fichar a Migueli y a mi querido Milonguita Heredia.
Rodri anticipaba por velocidad y sal¨ªa al cruce sin reservas, virtudes que le llevaron de la delantera a la defensa, hasta convertirse en un espl¨¦ndido lateral y despu¨¦s central, muy competente en la marca, como cuando marc¨® a Gento y se rompi¨® el menisco y los ligamentos cruzados en el Bernab¨¦u. El sentido del deber le llev¨® a aguantar una hora lesionado porque entonces no estaban permitidos los cambios y no era cuesti¨®n de dejar con uno menos al Bar?a. Aunque fue un campe¨®n, de Liga y de Copa dos veces y una de la Copa de Ferias, desde 1959 a 1966, se gan¨® a sus compa?eros por su compromiso con el club y con el f¨²tbol.
¡°?Bravo, Paco!¡±, reson¨® en la sala de la Agrupaci¨® Bar?a Jugadors, llena hasta la bandera para abrazar a Rodri, capaz de juntar a directivos de distintas ¨¦pocas, afines y antag¨®nicos (N¨²?ez-Borr¨¤s), actuales (El¨ªas) y futuros (Pau Vilanova), e incluso alternativos (Benedito); rendidos como tiene a los futbolistas de antes (Olivella, Tejada, Rexach, Mora, Alfonseda, Tente S¨¢nchez) y a los de hasta hace poco (Amor); admirado por personajes ilustres del club como ?ngel Mur; y reconocido por periodistas de todas las generaciones, sobre todo por David Salinas y Frederic Porta, autores del libro y del pr¨®logo, respectivamente, causantes del homenaje a Rodri.
Porta es un cl¨¢sico, un periodista de raza, dispuesto a recuperar la memoria hist¨®rica del barcelonismo, quiz¨¢ porque as¨ª podr¨¢ contar tambi¨¦n la manera en que aprendi¨® un oficio ahora mal visto, y Salinas es un joven artesano que se desvive por objetivar y racionalizar el f¨²tbol desde el diario Sport. Trabaja por los dem¨¢s, nos regala enciclopedias de consulta obligada, nada populistas, como El Bar?a en Europa o el Rey de Copas, o libros como el de Rodri que permiten evocar las vivencias del Bar?a. Salinas, Porta y Rodri est¨¢n hechos de la misma pasta, forman parte de una especie en extinci¨®n, son celebridades que quieren ser an¨®nimos, igual tambi¨¦n que el recientemente fallecido Isidre Mis¨¨ries Flotats, hijo del Pont de Vilomara.
La gloria no se alcanza necesariamente con los t¨ªtulos ni la fama tampoco llega solo a trav¨¦s de la televisi¨®n, sino que a veces un acto ¨ªntimo y al tiempo multitudinario como el de la presentaci¨®n del libro de Rodri puede convertirse en el mejor homenaje a los profesionales fieles y honrados, dispuestos a jugar un partido de fiesta mayor en un pueblo de Catalu?a en que los sue?os de los ni?os son eternos por m¨¢s descre¨ªdos que resulten las respuestas de los mayores. A los 80 a?os, Rodri se puso a llorar hace quince d¨ªas como yo cuando vi perder a los veteranos del Bar?a con la selecci¨®n del Llu?an¨¨s.
?Muchas gracias, Paco!
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